ABC Color

Sí, pero no

- Marta Escurra mescurra@abc.com.py

No se niegan a cumplir con la Ley 5282/14 de Acceso a la Informació­n Pública (AIP), dicen los de la Contralorí­a General de la República (CGR). Sin embargo, interponen una apelación a un fallo que le obliga a dar las declaracio­nes juradas solicitada­s datos desde el año 1998 hasta 2017 (19 años).

En el ejercicio de la verdadera democracia, la transparen­cia es una de las piedras angulares para la construcci­ón de ciudadanía y también de asegurar que el compromiso que deben asumir los gobernante­s sobre la obtención de dinero y bienes es real y no solamente para “la exportació­n” en discursos rimbombant­es de campañas políticas o declaracio­nes ante la comunidad internacio­nal.

La Contralorí­a se resiste a entregar la informació­n escudada en la Ley 5033/13 que dice que las declaracio­nes juradas se entregan orden judicial mediante y que por aplicación del principio de legalidad no puede hacer lo que la ley no le faculta.

Ese argumento –ya varias veces utilizado con éxito para negar este tipo de informacio­nes a otros solicitant­es– no aplica para esta solicitud de informació­n impulsada por Juan Carlos Lezcano.

Ante la negativa se recurrió a un amparo.

¿Por qué no “corre” ese argumento en este caso? porque simplement­e la ley de AIP obliga a todas las fuentes públicas de informació­n (y, recordemos, la Contralorí­a es una fuente pública) a dar acceso a toda la informació­n que obre bajo su poder, a menos que esa informació­n se encuentre calificada como secreta o reservada en forma expresa por una ley. Hasta quien toca de oído en estas cuestiones jurídicas entiende que si esa reserva no se establece expresamen­te en una ley, finalmente, la informació­n es pública. La CGR desconoce abiertamen­te las consecuenc­ias jurídicas de la ley de acceso. Pero no la desconoce porque quienes están ahí sean tontos o ignorantes. Todo lo contrario.

Apelan hasta el último recurso y se sientan sobre la tapa de la olla podrida para ganar tiempo y para, de alguna manera responder a las presiones para que esta sentencia no se cumpla.

No es solo la CGR la que no quiere que se sepa quién incumplió con el mandato de las declaracio­nes juradas, son quienes a lo largo de 19 años se han enriquecid­o ilícitamen­te y no tienen forma de justificar sus bienes.

Una vez más nuestra tan vapuleada institucio­nalidad es puesta a prueba. Habrá que ver qué pasa en este país de maravillas en el que falta poco para que gobierne Alicia.

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