“Se requiere mucho esfuerzo”
Yeyny Ortiz es mamá de Amber Alhely (3) y Ezra Enmanuel (6 meses), y de Mateo Gabriel, quien murió hace quince años a causa de una cardiopatía congénita. Su ingreso a un programa de captación de talentos en la televisión significó una terapia para salir del doloroso trance. Luego de dos años y gracias a haber quedado entre los finalistas de la competencia, obtuvo un contrato para viajar a Singapur y cantar en un restaurante latino por seis meses.
Así inició su carrera de cantante, realizando presentaciones en cruceros y hoteles en China. Según relata, con su marido Manuel Barreto se conocieron a través del Messenger, cuando él residía en Estados Unidos, cuya relación a distancia duró dos años, en los cuales se vieron personalmente en tres ocasiones hasta que decidieron casarse y encarar un proyecto musical juntos. Tras grabar un video juntos y enviar a una agencia, recibieron la propuesta de trabajar en China, donde estuvieron cinco años. Señala que posterior a esta experiencia se embarazó y vino a Paraguay para el nacimiento de su hija Amber y, meses después, retornaron al país oriental para seguir trabajando.
En una de sus vacaciones por Paraguay, Yeyny descubrió que estaba embarazada de Ezra. Esa noticia hizo que cambiaran todos los planes de viajar nuevamente para continuar trabajando en el exterior, fue cuando tomó la decisión de abandonar su carrera de cantante por el mundo por amor a su familia. “Pude haber seguido viajando por el mundo y ganar mucho más dinero del que ganamos acá, pero la aventura y bendición más grande que tengo es mi familia”, manifiesta. Pero las ganas de emprender estuvieron siempre y en noviembre del año pasado, con los pocos ahorros que tenían abrieron, “1989 Bar Café” en Tobatí, un punto de encuentro acogedor en donde cada fin de semana hay peñas, entre otras presentaciones de artistas.
“Mantener este emprendimiento requiere de mucho esfuerzo y sacrificio, somos meseros, cocineros y músicos a la vez”, expresa Yeyny, quien agrega que da de mamar a Amber y Ezra. En este sentido resalta que todo vale con tal de seguir en esta hermosa locura de criar hijos luchando contra tantos mitos.
Por Desiré Cabrera, corresponsal.