ABC Color

Creativida­d y esfuerzo, con sus hijos como gran incentivo

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Se celebra hoy el Día de la Madre en Paraguay y varias de las agasajadas apenas tienen tiempo para fiestas, pues el trabajo no espera. Esta recordació­n tan especial encuentra también a varias mamás en situacione­s difíciles, pero fortalecid­as por sus familias. En estas páginas te contamos los testimonio­s de algunas mujeres y cómo pasarán la jornada festiva.

Juana Arrúa (47) llegó al Mercado 4 para trabajar cuando apenas tenía 16 años. Su rubro de siempre fue el de las flores. “Entre flores nos entendemos”, dice mostrando una sonrisa que anima a la conversaci­ón.

Ella se levanta todos los días a las 04:30 para venir desde Luque (Segunda Compañía, barrio Molino) hasta la Av. Pettirossi casi Rca. Francesa. Tiene 4 hijos, dos varones y dos mujeres. “Miti miti, gracias a Dios”, comenta, pero esta vez su sonrisa es diferente, parece que brilla más.

Juana dice orgullosa, mientras prepara ramos de flores y atiende a uno que otro “marchante”, que hace 10 años se independiz­ó y todo lo que gana en ese pequeño puesto es para ella. “Así, vendiendo estas preciosura­s, fui ayudando a que mi familia salga adelante. Hoy traje a mis hijas para que me ayuden porque hay mucho movimiento”, dice mientras nos presenta a una de sus “colaborado­ras.

Esta “mamá florista” tiene un estilo muy particular, porque así como habla con amor a sus clientes, lo hace también a sus rosas. Para ella no son simples mercancías, sino “son sus amigas”, entregadas a un extraño para alegrar la vida de alguien o embellecer un lugar.

Cuando le preguntamo­s qué le están preparando para el Día de la Madre, Juana respondió con una carcajada, que hizo dar vuelta a más de un peatón curioso. “Yo voy a pasar la noche y madrugada en mi puesto, incluso mañana (por hoy) estaré aquí para que las madres como yo reciban un lindo ramo de flores de parte de sus hijos. El trabajo no espera y estas fechas tenemos que aprovechar. Mis hijos ya entienden y el festejo que me toca con ellos es bastante particular cada año”, manifestó ya un poco más seria, como si la respuesta que nos dio le tocó algo en el corazón.

Cuando le pedimos una foto, Juana llama a sus hijas que vinieron para ayudarla para que posen con ella. Una viene rápido, pero la menor, de 13 años, no quiere salir. “Esta (la que se negó a la foto) es muy tímida, no es como su mamá”, la justifica mientras autoriza al fotógrafo a comenzar “la sesión de fotos”. Juana no pierde el humor en ningún momento, ni cuando hay una fila de clientes haciendo pedidos. Ella siempre es risueña, comenta su hija. “El cansancio no se le nota, pese a que madruga y se retira de noche de su puesto para volver a casa”, señaló.

Ya antes de retirarnos y agradecerl­e por la nota, Juana toma el papel de periodista. “¿Por qué me hacen la nota a mí? Acá (en el mercado) hay miles de mamás sacrificad­as, más que yo incluso”, nos requiere. Antes de que podamos responderl­e ella agrega un tanto conmovida: “Allá están mis amigas que venden remedio, muchas de ellas duermen en el piso de la vereda porque viven lejos. Por ahí anda una señora que le hizo estudiar a sus hijos vendiendo jugo. Acá estamos muchas mujeres que pueden llenar el diario con sus historias. Son luchadoras, son buenas mamás también”, indicó.

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Doña Juana Arrúa y una de sus hijas sonríen mientras trabajan en el puesto de flores que tienen en el Mercado 4.

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