El Papa acusa a los obispos de Chile de encubrir pederastia
Los abusos sexuales cometidos por sacerdotes y la impunidad de la que gozaron durante décadas arrastraron a la Iglesia católica de Chile a una crisis histórica, puesta en evidencia con la renuncia de todos sus obispos. Francisco los acusa de destruir evid
VATICANO (EFE, AFP, Reuters). Es la primera vez que todos los obispos de un mismo país renuncian de esa manera.
Francisco convocó a los 34 obispos chilenos después de haber constatado que fue mal informado respecto al obispo de la diócesis de Osorno, Juan Barros, acusado de encubrir al cura Fernando Karadima, este suspendido de por vida después de haber sido declarado culpable en 2011 de abusos sexuales a menores en los años 1980 y 1990.
El Papa defendió a Barros públicamente en varias ocasiones, también durante su reciente viaje a Chile, e incluso rechazó su renuncia hasta dos veces convencido de su inocencia a pesar de la insistencia de las víctimas sobre que era un encubridor.
Pero a su vuelta del viaje a Chile mandó realizar un informe, efectuado por el arzobispo maltés Charles Scicluna, sobre los abusos cometidos por el clero en Chile y decidió reunirse con tres víctimas para pedirles perdón y convocar a los miembros de la Conferencia Episcopal chilena.
Durante las reuniones en Roma, el papa Francisco entregó a los obispos chilenos un documento reservado, filtrado por la prensa, con duras palabras sobre los vergonzosos comportamientos de los prelados en el llamado “caso Barros”.
En el documento, Francisco los acusa de destruir evidencias de delitos sexuales y de no proteger a niños de las acciones de sacerdotes abusadores; y que le causó “perplejidad y vergüenza” constatar que hubo “presiones ejercidas” sobre los encargados de llevar la instrucción de los procesos penales contra los abusadores.
También señaló que la investigación del arzobispo Scicluna comprobó que en los casos de muchos abusadores “se detectaron ya graves problemas en ellos en su etapa de formación en el seminario o noviciado”
y que se constató que algunos obispos confiaron dichas instituciones educativas “a sacerdotes sospechosos de homosexualidad activa”.
En ese mismo documento, el líder máximo de los católicos anuncia medidas de corto, mediano y largo plazo en la Iglesia chilena y advierte que si bien puede haber remociones de autoridades, eso no es suficiente ni soluciona los problemas de fondo.
Uno de los pasajes más fuertes del documento está en la página 9, en la que cita el informe realizado por monseñor Charles Scicluna y el sacerdote español Jordi Bertomeu.
“Mis enviados han podido confirmar que algunos religiosos expulsados de su orden a causa de la inmoralidad de su conducta y tras haberse minimizado la absoluta gravedad de sus hechos delictivos atribuyéndolos a simple debilidad o falta moral, habrían sido acogidos en otras diócesis e incluso, en modo más que imprudente ,se les habrían confiado cargos diocesanos o parroquiales que implican un contacto cotidiano y directo con menores de edad”, escribió Francisco.
El Pontífice describe así el método, “el sistema” lo llamó, con que se encubrieron por décadas los abusos, uno de los grandes males oscuros de la Iglesia católica de cara a la pedofilia.
El Vaticano declinó comentar sobre cualquier decisión. Pero es probable que el Papa sustituya primero a diez prelados para abrir una nueva era en la Iglesia chilena.
Además de presentar sus renuncias al Pontífice, los prelados pidieron “perdón por el dolor causado a las víctimas, al pueblo de Dios, al Papa Francisco y al país por nuestros graves errores y omisiones”.
Víctimas
“Me alegra tremendamente para empezar a sanar esta Iglesia que no se merece a estos verdaderos corruptos y criminales”, afirmó Juan Carlos Cruz, abusado en su adolescencia por Fernando Karadima.
José Andrés Murillo, otra víctima de Karadima, escribió: “Por dignidad, justicia y verdad: váyanse todos los obispos (...) No supieron proteger a los más débiles, los expusieron a abusos y luego impidieron justicia”.