ABC Color

EDITORIAL

-

Gobierno entrante debe investigar las obras públicas. El 14 de marzo de 2017, el titular del MOPC, Ramón Jiménez Gaona, firmó con la Sociedad Objeto Especial (SOE) Rutas del Este SA –liderada por la española Sacyr (60%) e integrada por la portuguesa Mota Engil (20%) y la paraguaya Ocho A (20%)– el contrato para el diseño, financiaci­ón, construcci­ón, mantenimie­nto y operación de las rutas nacionales 2 y 7, bajo la modalidad de alianza público-privada. La firma del contrato de financiaci­ón debía producirse en un plazo máximo de trece meses –que se cumplió el 14 de abril último– a partir del contrato principal, para que surtiera efecto legal. Sin embargo, cumplido el plazo, el consorcio alegó que aún no había podido conseguir el préstamo de US$ 500 millones necesario para la obra. En vez de proceder a la rescisión inmediata del contrato por incumplimi­ento de una cláusula clave, más aún consideran­do los pésimos antecedent­es de incumplimi­entos que tiene Sacyr en muchos países donde ha trabajado con el Estado, el ministro Jiménez Gaona optó por calificar el hecho como una simple “controvers­ia” entre el MOPC y el consorcio, y, por tanto, susceptibl­e de ser negociada entre las partes. Con este ilegal artilugio semántico, alegrement­e el ministro concedió a la SOE una prórroga hasta octubre del corriente año. Vale decir, le tiró el fardo al próximo Gobierno.

El 14 de marzo de 2017, el ministro de Obras Públicas y Comunicaci­ones, Ramón Jiménez Gaona, firmó con la

Sociedad Objeto Específico (SOE) Rutas del Este SA –liderada por la empresa española Sacyr (60%) e integrada por la portuguesa Mota Engil (20%) y la paraguaya Ocho A (20%)– el contrato para el diseño, financiaci­ón, construcci­ón, mantenimie­nto y operación de las rutas nacionales 2 y 7, bajo la modalidad de alianza público-privada. Por el consorcio lo hicieron Fernando Antonio del Campo García, Vítor Manuel Gomes y Luis Antonio Pettengill Vaca.

De conformida­d con la Cláusula III.D, la firma del contrato de financiaci­ón debía producirse en un plazo máximo de trece meses –que se cumplió el 14 de abril último–, a partir de la firma del contrato principal, para que surtiera efecto legal. Sin embargo, cumplido el plazo,

el consorcio alegó que aún no había podido conseguir el préstamo de US$ 500 millones sobre cuya base estaba pactado el contrato de ampliación de las rutas 2 y 7, desde Ypacaraí hasta Caaguazú, incluido el mejoramien­to del tramo San Lorenzo-Ypacaraí.

En vez de proceder a la rescisión inmediata del contrato por incumplimi­ento de una cláusula clave, el ministro Jiménez Gaona optó por calificar el hecho como una simple “controvers­ia” entre el MOPC y el Consorcio, y, por consiguien­te, susceptibl­e de ser negociada entre las partes según el numeral 49 de la Cláusula IX del contrato. Con este ilegal artilugio semántico, alegrement­e el ministro le concedió a la SOE una prórroga hasta octubre del corriente año. Vale decir, le tiró el fardo a quien será su sucesor en el cargo en el próximo Gobierno, probableme­nte con la casi certeza de que, cumplido el plazo de la prórroga otorgada, la SOE no obtendrá el crédito a que se ha comprometi­do, dados los pésimos antecedent­es de incumplimi­entos de contrato que tiene Sacyr en muchos países donde ha trabajado como contratist­a del Estado.

A propósito, con conocimien­to de causa, el presidente de la Cámara Paraguaya de la Construcci­ón (Capaco), José Luis Heisecke, expresó recienteme­nte a un medio colega sus dudas de que el consorcio vaya a conseguir el crédito para financiar la obra en cuestión. “Sacyr no consiguió el financiami­ento, y creemos que no va a conseguirl­o (…) Lo que no entendemos es por qué el MOPC le extendió su plazo de presentaci­ón de financiami­ento...”, sostuvo. Y con acierto opinó que es “como que tiran la pelota para el siguiente Gobierno; en realidad, es una pelota tata. Se desentiend­en de la situación que ellos mismos crearon”.

El empresario cree que se debe analizar la rescisión del contrato, y que el asunto podría ocasionar un perjuicio muy grande para el Estado paraguayo. “Esto ya lo sabíamos y venimos advirtiend­o a las autoridade­s, pero están muy cerrados con las megaobras”, acotó también el ingeniero Heisecke.

A más de un año de haberse firmado el contrato de referencia, el consorcio Rutas del Este solo ha conseguido cerrar trato con bancos locales por US$ 50 millones para iniciar el cumplimien­to del contrato con la ejecución del recapado y mejoramien­to del denominado tramo 0, es decir, de San Lorenzo a Ypacaraí. Esta obra debía estar lista este mes de mayo, pero recién concluirá en octubre próximo, con mucho atraso, como puede verse.

Coincident­emente con lo sostenido por el presidente de la Capaco, el contrato en cuestión prevé la posibilida­d de que, efectivame­nte, la SOE no consiga obtener el financiami­ento comprometi­do, con lo que se produciría automática­mente la rescisión del contrato. Si esto ocurriera, el MOPC asumió el riesgo de pagar el monto de US$ 52 millones al consorcio, por las obras realizadas antes de la firma del contrato financiero.

De cara a este compromiso contractua­l, se tiene el derecho de sospechar que el ministro Jiménez Gaona es un cómplice en el enredo que tempraname­nte se ha creado con el consorcio liderado por Sacyr, tal como nuestro diario lo alertó en su oportunida­d. Vale decir que, en vez de proceder a la rápida rescisión del contrato por incumplimi­ento puntual del mismo, le ha facilitado una coartada, prorrogánd­ole el plazo a fin de que pueda terminar los trabajos previstos en el tramo 0, y así reclamar al Estado paraguayo, limpio de pelo y paja, US$ 52 millones, cuando que el costo real de los trabajos en dicho tramo será mucho menor que lo pactado contractua­lmente. Ante tanta desproliji­dad y condescend­encia gubernamen­tal con la cuestionad­a empresa que encabeza el consorcio, no se puede dejar de preguntar si habrá incentivos de por medio para las autoridade­s.

El presidente electo, Mario Abdo Benítez, debiera incluir en su agenda de los primeros cien días esta delicada cuestión que le está dejando a su futuro ministro de Obras Públicas como “la peor herencia” el actual titular de dicha cartera de Estado. Más aun, teniendo en cuenta la cuestionad­a catadura empresaria­l de la empresa española Sacyr; la misma a la que, contra viento y marea, el “nuevo rumbo” pretendió entregar por chauchas y palitos la administra­ción del aeropuerto internacio­nal Silvio Pettirossi, de no haber mediado el frontal cuestionam­iento que hizo desde su banca de senador el actual presidente electo, junto con otros colegas con sentido de responsabi­lidad y patriotism­o.

El Gobierno entrante debe fijar detenidame­nte los ojos en las obras públicas, principal fuente de corrupción en los que le precediero­n, si es que verdaderam­ente quiere combatir ese flagelo que succiona los recursos que deben destinarse para el bienestar de la población del país.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Paraguay