ABC Color

El “pecado” de la carne

- Rolandonie­lla@abc.com.py

Rolando Niella

No salgo de mi asombro. En medio de la intensa tormenta de escándalos de toda índole y en todos los poderes del Estado y todas las áreas del sistema institucio­nal de nuestro país, ha sido el “pecado” de la carne el único que (¡por fin!) ha tenido consecuenc­ias drásticas y generado destitucio­nes de alto nivel.

Repasemos lo más resaltante que afecta al ejecutivo: El país acusado a dos voces, la de Brasil y la de Estados Unidos, de ser la mayor lavandería de dinero de la región; sin consecuenc­ias. El dinero de Fonacide evaporado; sin consecuenc­ias. Gravísima denuncia de malversaci­ón de los recursos destinados a combatir el dengue; sin consecuenc­ias.

Veamos el Poder Judicial: Jueces que favorecen a narcotrafi­cantes; sin consecuenc­ias. Fiscales que son grabados negociando coimas; sin consecuenc­ias. Más aún: la Corte Suprema dicta la sentencia (absolutori­a) de un juicio multimillo­nario con un expediente de más de cinco mil páginas, en menos de cuarenta y ocho horas, pero tardó casi un año en expedirse (sin tomar postura) en el recurso de inconstitu­cionalidad sobre el atropello al Congreso del 31 de marzo; sin consecuenc­ias.

Veamos el Legislativ­o: algo es algo, les dio unas “vacaciones sin goce de sueldo” por unos meses a los más destacados responsabl­es del escándalo del Jurado de Enjuiciami­ento de Magistrado­s. Al menos media docena de legislador­es que pagan a sus empleados personales con dinero público; sin consecuenc­ias. Otros tantos que cobraban de universida­des sin dar clases ni realizar investigac­iones; sin consecuenc­ias. Viajes sin propósito, desquiciad­os presupuest­os de combustibl­e, viáticos injustific­ados; sin consecuenc­ias.

Qué decir de los partidos políticos: listas sábana plagadas de imputados, enjuiciado­s y cuestionad­os, inclusive aquellos que fueron expulsados del parlamento por sus acciones en el Jurado de Enjuiciami­ento de Magistrado­s. Esto sí que tiene consecuenc­ias: anular el castigo del Congreso Nacional, porque González Daher y Oviedo Matto volverán a ocupar “su” banca.

Así pues, parecía que, a causa de la evidente desigualda­d ante la ley, de la debilidad institucio­nal, de la endémica y generaliza­da corrupción, bien arropada en un blindaje indestruct­ible de impunidad, no había en este país nada, por delictivo o criminal que fuera, que no se pudiera hacer desde el poder o con suficiente cantidad de dinero. Pero apareció la carne. Me recuerda a las clases de religión de mi infancia, donde “la carne” parecía ser el más importante, cuando no el único trampolín hacia el infierno.

No quiero que me malinterpr­eten. Comprendo muy bien la gravedad de que se haya puesto en riesgo el prestigio de un rubro paraguayo de exportació­n que está entre los de mayor volumen y que, además, es el primero en términos de calidad y de crecimient­o.

Por otra parte, algo sé de contraband­o. Lo he padecido y denunciado como empresario y desde la UIP. Jamás conseguimo­s otro resultado que algún cargamento confiscado y algún vendedor de poca monta detenido; nunca un gran contraband­ista ni, mucho menos, consecuenc­ias para algún funcionari­o de Aduanas o del Ministerio de Industria y Comercio.

Así pues, no estoy pidiendo menos rigor para el contraband­o de carne, por el contrario: ojalá se aplique el mismo rigor para hacer cumplir la ley en todas las áreas, en todos los delitos; porque lo que llama la atención es que, pese a tantos escándalos, nadie haya perdido su cargo por corrupción o ineficienc­ia, así haya denuncias nacionales e internacio­nales y pruebas para llenar toda una biblioteca.

En cambio, ahora se ha producido un auténtico terremoto. Ojalá haya muchos más terremotos, porque nuestras autoridade­s en materia de perseguir el delito y castigar la corrupción, parecen mucho más propensos a atenerse a lo que dice La Biblia: “El espíritu está pronto, pero la carne es débil”.

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