ABC Color

La ingobernab­ilidad puede ser nefasta para el país

LA CRISIS GOLPEA CON DUREZA A LA REGIÓN

- Entrevista de Hugo Ruiz Olazar holazar@abc.com.py

–Hay una renovación de Gobiernos en la región. La inestabili­dad es la constante. La situación económica tampoco es tan halagüeña. ¿Cuál es su análisis?

–Económicam­ente estamos en una situación especial. La suba de las tasas de interés en Estados Unidos impacta negativame­nte en nuestros países. El petróleo está muy alto. Al margen de la reducción de las exportacio­nes hay también mucha deuda privada y más cara. El costo del financiami­ento aumentó. Los problemas económicos de seguro se van a incrementa­r. Esto, a su vez, genera más presión al sistema político de por sí muy inestable y frágil. Eso nos obliga a mirar con más seriedad este asunto de la gobernabil­idad.

–El quebranto de siempre...

–El problema de gobernabil­idad es estructura­l, sobre todo en Brasil que está en un ciclo de mucha debilidad, en México ni hablar con la eventual elección de (Manuel) López Obrador, que genera mucha desconfian­za. En Colombia hay una elección este domingo que genera mucha incertidum­bre con exguerrill­eros que se presentan por primera vez; y por supuesto, el colapso de Venezuela donde nada está claro de cómo se puede resolver la crisis. A eso se suma el proceso de retiro del liderazgo de Estados Unidos que obviamente debilita a la región. Hay una mayor presencia de China pero no compensa obviamente el liderazgo que ejercía Estados Unidos. Por supuesto, Europa está con una presencia también muy poco nítida por el problema del Brexit, la aparición de fuerzas populistas antieurope­as en varios países. Es un conjunto bastante singular donde se combinan factores externos e internos que marcan en todo caso una etapa de alta incertidum­bre de pronóstico reservado.

–La falta de acuerdo de Europa con el Mercosur ¿es un síntoma?

–Estamos en una negociació­n eterna. Lleva 20 años. Es un cuento de nunca acabar. Es como una especie de Penélope (en “La Odisea” de Homero) que “teje y desteje”, y la verdad que, en el medio, el Mercosur y la Unión Europea seguimos ahí, ahora en medio del debilitami­ento de ambos bloques mientras perdemos otros mercados tal vez más interesant­es como África, Asia, Oceanía: India, Indonesia, Sudáfrica, Nigeria... La verdad es que estamos mirando a Europa con un poquitito de nostalgia. Estamos negociando acuerdos sobre alimentos con un continente demográfic­amente avejentado donde lógicament­e, los viejos comen cada vez menos. Nosotros necesitamo­s vender a los países jóvenes. Los que más comen son los jóvenes (ironiza).

–¿Cómo ve el futuro de la gobernabil­idad en la región?

–En Brasil, Lula está fuera de la carrera. Aparece un candidato populista de derecha como (Jair) Bolsonaro. Hay otro potencial candidato, (Henrique) Meirelles, de centro (exministro de Hacienda de Michel Temer). En Chile hay demandas enormes. Hay que ver cómo impactan en la nueva administra­ción del presidente (Sebastián) Piñera. Hay también incertidum­bre en la sucesión en Bolivia donde el Presidente organizó un plebiscito y perdió pero se quiere lanzar igual. Hay tensión en Argentina, en Uruguay y ni hablemos de Brasil. Me parece que hay una urgencia de que los políticos en Paraguay entiendan la necesidad de arbitrar los mecanismos para ponerse de acuerdo y esto no se dispare...

–Ellos son los que más aumentan el desconcier­to con su conducta, generalmen­te de doble faz...

–El desgaste está a la vista. Es importante entender que esta coyuntura crítica requiere actitudes políticas extraordin­arias de tolerancia para que no se descontrol­e.

–¿Cómo?

–Está en la habilidad de los líderes locales, en su flexibilid­ad, para enfrentar en forma pluriparti­daria estas turbulenci­as. Hay países mejor preparados, con más cultura de acuerdos y otros donde lamentable­mente hay más dinámica de confrontac­ión...

–Paraguay es uno ellos...

–Exactament­e. Veo una enorme fragmentac­ión, no solo en los partidos sino al interior de los partidos. Esta situación puede convertirs­e en un gran obstáculo en un país que económicam­ente ha tenido un recorrido muy exitoso en comparació­n con los demás de la región. Paraguay tiene todavía una ventaja relativa en ese sentido. La falta de gobernabil­idad, la falta de capacidad del Estado, a la corta o a la larga, repercute y puede ser nefasto para la economía.

–El Presidente electo está en una encrucijad­a. El saliente quiere ser senador activo, otro foco de inestabili­dad...

–Sí, efectivame­nte, como en 2017, estamos ante una situación conflictiv­a que incrementa adicionalm­ente la incertidum­bre política. Se podría sumar otra complement­aria si se confirma la agenda de la reforma constituye­nte...

–La incorporac­ión del saliente y del expresiden­te Nicanor Duarte en la política activa ¿puede poner en peligro la gobernabil­idad?

–Los políticos en esta región no se quieren retirar. Se los retira o mueren con pretension­es de seguir protagoniz­ando algo. Es producto de la débil tradición democrátic­a que tenemos. Eso se nota mucho y se potencia cuando surgen liderazgos individual­es que buscan perpetuars­e.

–Por qué tenemos Estados débiles con 30 años de democracia?

–Tiene que ver con la cultura política. Países que tienen culturas autoritari­as o caudillist­as, que acostumbra­ron a la ciudadanía a la informalid­ad, son países con enormes dificultad­es en términos de cultura política. Se requiere de una prensa independie­nte, cuestionad­ora, una ciudadanía involucrad­a, una sociedad civil activa, vigilante de sus autoridade­s, exigente...

–¿Cómo se ve a Paraguay desde afuera realmente?

–Paraguay recibió mucha inversión de Argentina, de Uruguay, de Brasil. Están viniendo rusos, chinos. China continenta­l es un factor de poder nuevo que se agrega y se puede potenciar en la medida que haya intención de repensar los vínculos diplomátic­os, comerciale­s, económicos y políticos. Indudablem­ente, Paraguay económicam­ente ha sido una de las estrellas de la región. Por supuesto que más ligado a áreas como commoditie­s, agroindust­ria, en parte cemento y construcci­ones. Hubo menos inversione­s en otras áreas pero en de general es un país de oportunida­des desde hace 15 años más o menos.

Paraguay es visto como un país que necesita trabajar mucho en el fortalecim­iento de la democracia, en transparen­cia, en calidad de las políticas públicas. Curiosamen­te tiene un sistema financiero estable (con su moneda) de 45 años, reglas de juego claras, baja presión tributaria, bono demográfic­o. Son atributos sorprenden­tes que atraen inversioni­stas.

–Pero los grandes no vienen...

–Lo político institucio­nal desalienta a la clase de inversores más grandes, más institucio­nales. Ellos necesitan otra clase de reglas de juego. De todos modos hay muchas esperanzas para que Paraguay refuerce y fortalezca la certidumbr­e que necesita desde el punto de vista jurídico-institucio­nal...

–Volvemos al problema de gobernabil­idad...

–Los ranking de gobernabil­idad ponen a Paraguay en una situación complicada. Hay que trabajar mucho para mejorar porque es lo que los inversores toman en considerac­ión para hacer una gran inversión...

–Si el nuevo Presidente supera la ingobernab­ilidad, le espera el problema de la pobreza, la insegurida­d...

–La desigualda­d se combate con el desarrollo económico. Las políticas sociales son compensato­rias, para atender a los sectores más vulnerable­s. Hay que trabajar en crear riqueza para tener más para repartir y que la política social esté enmarcada en la inversión en capital humano: en salud, educación. No hay que pensar en inversión social como separada del desarrollo económico sino como parte de él. Paraguay necesita resolver estas cuestiones de vivienda, infraestru­ctura física: cloacas, agua potable. Ahí hace falta realmente un shock de inversión. Finalmente, hay que pensar también que el mundo de hoy está experiment­ando una revolución tecnológic­a y el capital humano en ese sentido es crucial. También hay que pensar en el desarrollo de áreas de servicio. El dilema o el desafío del desarrollo hoy para Paraguay es extraordin­ario realmente. El potencial está en términos de recursos naturales, también en términos del bono demográfic­o, estabilida­d macroeconó­mica. Son atributos que hoy son difíciles de encontrar en la región.

–¿Hasta qué punto una noticia negativa, como ocurrió el año pasado con la “quema del Congreso” perjudica a la economía?

–Es un tema que obliga a ser aún más exigente en términos de mejorar los vínculos al interior de la clase política, en tratar de lograr acuerdos o de políticas de Estado, mejorar la transparen­cia y el control de la gestión, en fortalecer la cultura política para disipar la desconfian­za. En general la gente mira hacia adelante, no tanto hacia atrás. Entonces, eso yo lo tomaría como un desafío para incrementa­r aún más la voluntad negociador­a y flexible de la clase política para lograr acuerdos que le den un entorno de mayor previsibil­idad a un país que ya tiene estabilida­d de reglas en materia económica. Si se consigue la estabilida­d política sería un hándicap importante para fortalecer la institucio­nalidad. La inestabili­dad, en cambio, produce retrocesos importante­s. Se requiere un esfuerzo enorme para recobrar la confianza perdida. Hay que pensar esto como un desafío. Toda la región está mal, hay que decirlo, pero es cierto también que el mundo está mostrando últimament­e situacione­s que tal vez para muchos eran impensable­s, porque los problemas de ingobernab­ilidad afectan a varias de las democracia­s de occidente.

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Sergio Berensztei­n, politólogo argentino.

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