Fondo de Jubilaciones
El Poder Ejecutivo elaboró un proyecto de ley que crea la Superintendencia (como nunca en este caso lo de súper adquiere sentido), un comité de inversiones y un comité asesor que regula el sistema nacional de jubilaciones y pensiones del sector público y del privado. Senado lo aprobó, pero estoy seguro de que no llegan a cinco los senadores que conocen realmente el tema, porque no les interesa: no es a ellos precisamente a quienes se irían a joder con este asunto.
Como siempre ocurre, las reacciones son tardías y cuando el proyecto ya está en la puerta de Diputados aparecen las objeciones, que no por ser tardías dejan de merecer consideración. La primera cuestión es que se trata de una ley lo más lejos posible del conocimiento de los miembros de las cajas de jubilaciones y pensiones, no solo porque tiene 114 artículos sino por la complejidad de sus términos que la hacen absolutamente inaccesible al ciudadano común, aportante del sistema, al que supuestamente está destinada la ley, para “cuidar sus aportes, mayor transparencia de manejo, reducir riesgos y adquirir buen uso de los aportes”.
Elijan al azar a un par de líderes sindicales a quienes preguntar, a otro par de empresarios, más dos o tres aportantes y jubilados y se darán cuenta de que casi nadie maneja el tema más que por las consignas lanzadas en forma de propaganda para hacer digerible el proyecto: que hay un desorden legal y burocrático en la materia, que los aportes son mal invertidos y corren riesgos, que no se deben repetir los casos de Cajubi y de la Caja de Empleados Bancarios, que es muy baja la cobertura, etc., etc.
No me cabe ninguna duda de que los multimillonarios fondos de IPS podrían generar mayor utilidad o renta (economistas, pónganle el término correcto, por favor), pero sí tengo serias dudas de que “el sistema”, con la futura ley, deje morir (por razones políticas) a cajas que están muertas o están en terapia si hemos de atenernos al principio de sustentabilidad y sostenibilidad. Ahí surge el temor legítimo de qué piensan hacer para salvarlos y sobre todo A COSTA DE QUIÉN.
La Caja de empleados ferroviarios, por ejemplo, es una ficción. ¿Empleados ferroviarios? Si es que cobran, ¿con dinero proveniente de dónde se les paga, además cuánto cobran?, ¿es digna la jubilación que les alcanza?
En lo que se conoce como la Caja Fiscal conviven los siguientes aportantes: 1. Maestros, 2. Policías, 3. Militares, 4. Magistrados, 5. Docentes Universitarios y 6. Empleados públicos. Los tres primeros son deficitarios y tienen un déficit acumulado este año a abril de 172.000 millones de guaraníes, alrededor de 30 millones de dólares. ¿De dónde sale el dinero para cubrir ese déficit? ¿Hasta cuándo soportará “el sistema” el desangre y cuándo se sentirá exactamente el corte en el bolsillo de los jubilados? ¿Qué garantías le ofrece el proyecto de ley a quienes aportan puntualmente y deben convivir los años previos de su jubilación con la incertidumbre de si llegarán a tiempo para cobrar lo que les corresponde?
IPS tenía absoluta y estrictamente prohibido tocar los fondos de reserva provenientes de la jubilación, y aunque en medio de dicha restricción se hicieron negociados en torno a la tasa de colocación bancaria, se pudo preservar y hacer por lo menos un fácil seguimiento de dichos fondos. Más adelante se flexibilizaron los términos y se comenzaron a dar préstamos selectivos, algunos de los cuales nunca retornaron, luego se promocionaron créditos para la vivienda y finalmente la institución logró modificar la ley para que se interprete como fondos de inversión el empleo de estos fondos en la construcción de infraestructura hospitalaria, algunas de ellas llave en mano (ustedes ya entienden).
Por eso no me cabe duda de que el máximo interés en “regular” el sistema de jubilaciones y pensiones es en realidad un máximo interés en flexibilizar aún más el acceso a los fondos de reserva del IPS (unos 1.800 millones de dólares) para “inversiones” de quienes tienen la capacidad de hacerlo.
Lo que la ley no garantiza es que entre estos inversionistas aparezcan “amigos del alma” de futuros presidentes y que luego resulten en vez de inversionistas, grandes delincuentes buscados por la ley.
Próxima nota: copamiento y control.