Contra aborto y divorcio, en misa de Corpus Christi
Católicos celebraron ayer la fiesta del Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo, anteriormente conocida solo como Corpus Christi, en la capilla de San Pío de Pietrelcina del convento de los Hermanos Franciscanos Capuchinos, de la urbanización Surubi’i de Limpio. El sacerdote pidió a los feligreses estar en comunión con Dios y evitar los pecados mortales como el aborto.
Con una misa y la procesión del Santísimo Sacramento se celebró ayer la fiesta del Cuerpo y la Sangre de Cristo. Su día litúrgico fue el jueves pasado, pero como fue eliminado como día feriado, la Conferencia Episcopal Paraguaya (CEP) movió la fecha al día más conveniente y se pudo celebrar durante el fin de semana en las parroquias del Paraguay.
En la capilla de San Pío de Surubi’i se celebró ayer la fiesta del Corpus Christi y el templo se vistió de gala.
La feligresía adornó con una alfombra de flores el piso y en él plasmó con pétalos de flores de todo tipo, hojas, semillas (poroto, maíz, arroz) e incluso aserrín de madera, las figuras e imágenes sacras. El Santísimo Sacramento fue exaltado en procesión poco antes del término de la misa.
Durante su homilía, el sacerdote, Aldo Rafael Santacruz instó a los fieles a “no dejar de lado la alianza con el Señor y Él los bendecirá y los acogerá en sus brazos en donde solo hallarán gozo. Nadie es perfecto ni santo, todos somos pecadores. Pero, les insto a que nunca pierdan la alianza con nuestro Dios y caigan en el pecado mortal. ¡Aléjense de ello! No maten, no aborten, no hay que divorciarse o separarse y formar familias de aquí para allá, porque haciendo todo esto uno rompe la alianza con Dios”.
Asimismo, el religioso invitó a rezar por la Patria y por cada una de las autoridades nacionales para que tengan la sabiduría suficiente de dirigir nuestra nación. Además, pidió orar para que existan más obras que construyan la verdad, la justicia y la paz entre los hermanos.
Esta celebración surgió para resaltar la presencia de Cristo en la hostia y el vino consagrados, ante la aparición de corrientes que querían desacreditar la eucaristía. El templo se llenó de fieles, incluso llegaron de otras localidades para escuchar a los capuchinos que son predicadores por excelencia.