Intereses cruzados condicionan el futuro
Osmar Gómez R.
La muy temprana interna colorada, disparada por el no tratamiento de la renuncia del presidente Horacio Cartes, se erige como una oscura sombra sobre el mandato del presidente electo, poniendo en cuestión los próximos cinco años. Con una crisis desatada aún sin tomar el poder, las posibilidades de gobernar sin sobresaltos se alejan.
Pasó una semana de la frustrada reunión del Congreso y de las incendiarias acusaciones del presidente de la ANR contra el futuro gobierno colorado. Después de una fuerte arremetida los voceros de Honor Colorado parecen haber recuperado lentamente la sensatez, intentando ir por el camino del diálogo para conciliar intereses. Para Colorado Añetete fue el precioso momento para mostrar de cara a la ciudadanía que la intimidación no los tuerce. Fue un gesto necesario para mantener capital político. Cumplido ese trámite ahora habrá que pensar en el futuro. En el Gobierno que empieza el 15 de agosto.
A estas alturas los ánimos parecen atemperados. El propio presidente electo salió el miércoles a poner márgenes al conflicto para evitar daños mayores. Habló de la necesidad de que los colorados trabajen unidos, del respeto a las leyes y de construir liderazgos positivos. Pero también dejó en claro que todo tendrá un límite. En paralelo los parlamentarios del movimiento anuncian reuniones y acuerdos que, según dicen, permitirán zanjar diferencias.
Desde el Gobierno también se empezaron a dar señales. Se pararon los alocados nombramientos de último momento, las aceleradas licitaciones se frenaron y finalmente se emitió el esperado decreto que conforma el equipo de transición y que tácitamente autoriza el ingreso de las nuevas autoridades a las diferentes instituciones.
Todavía está por verse si estas señales son suficientes para encaminar la interna colorada. Más allá de estos gestos faltan acciones concretas, pero no está claro que todos en el futuro gobierno están de acuerdo en avanzar en esa línea. Hará falta una fuerte intervención del presidente electo para llegar a buen término, pero sobre todo para empezar a validar su liderazgo de cara a los cinco años de mandato.
Tener un presidente débil, sin base política y con frágiles acuerdos coyunturales es un escenario ideal que beneficia a toda la oposición y a los caciques políticos de la ANR, pero juega contra los planes de Gobierno. El no juramento de Cartes no será el colapso de la nueva administración, pero sí un elemento que terminará definiendo hasta dónde podrá llegar en sus objetivos. Una interna desatada aun antes de asumir adelanta en dos años la disputa partidaria de 2020.
Más allá de los gustos y pasiones Mario Abdo necesita gobernar a partir del 15 de agosto. El problema no es aceptar la renuncia de Cartes y permitir su asunción como senador electo. La cuestión es desde dónde gobernar el país en los próximo cinco años.