Hamlet en Paraguay
La escena es parte de un clásico del teatro universal.
El sitio, un palacio real danés. Allí el príncipe Hamlet escucha las sospechas de un centinela, antes de que se le apareciera el fantasma de su padre, el rey Hamlet, para informarle que acababa de ser asesinado por su hermano Claudio, quien pretendía usurparle la corona y casarse con la reina.
“Algo huele mal en Dinamarca” pensaba en voz alta y de forma premonitoria el centinela.
Desde entonces, la frase de este clásico del gran dramaturgo inglés William Shakespeare se aplica a todo aquello que genera sospechas y no marcha bien por la corrupción.
El caso del Frigorífico Concepción es uno de estos ejemplos.
Mediante el decomiso inicial de unos 180.000 kilos de carne vacuna en Pedro Juan Caballero, nos enteramos no solo de que estábamos poniendo en nuestros guisos y parrillas abundante carne brasileña, sino que también esta entraba de contrabando.
Posteriormente y tomando solamente como referencia datos de este año, nos enteramos que el mismo frigorífico metió al país más de 3.600.000 kilos en las mismas condiciones, es decir, sin los documentos respaldatorios.
El caso le costó el puesto al director de Aduanas Nelson Valiente, al ministro de Agricultura y Ganadería Marcos Medina y al viceministro de Ganadería Marcelo González.
Al entonces presidente del Senacsa, Hugo Idoyaga, lo hicieron viajar primero para ser electo en un organismo regional, pero a su vuelta también lo echaron.
Pero algo fue cambiando con los días. El delito de “lesa traición a la patria” por dañar uno de nuestros emblemas de exportación se fue transformando en una “falta administrativa” por no gestionar certificados.
Se amplió luego la lista de frigoríficos en situación similar, algunos por no gestionar la certificación del Ministerio de Industria y Comercio, y otros por no haberlo hecho tampoco con el Senacsa.
Y todo definitivamente se diluyó y relativizó cuando comenzamos a preguntar por qué no estaban instaladas todas las ventanillas únicas en nuestras aduanas, para detectar inmediatamente estas irregularidades.
Pero la bomba explotó esta semana. Primero con el expresidente del Senacsa Carlos Trapani como mensajero, y luego con el destituido Hugo Idoyaga, quien confirmó que el propietario del Frigorífico Concepción, Jair de Lima, le dijo que le pidieron 500.000 dólares para rehabilitar el frigorífico, de los cuales ya abonó 300.000.
“Y le pregunto yo (a Jair): ‘¿Al ministro Leite (fue el pago)?’. Y me dice que ‘no, a un intermediario, alguien de Yacyretá’. Y yo ni conozco quién es y me da un nombre, me dice “Emilio” (Cubas, consejero de la EBY y primo del ministro Leite)”, declaró Idoyaga, quien además habló de otro arreglo de 100.000 dólares, pero que serían para el ministro de Agricultura, Luis Gneiting, a través de su esposa.
“También me habló de otros US$ 100.000 y ahí mencionó a la esposa de Gneiting”, denunció el extitular del Senacsa.
En ambos casos, según Idoyaga, de Lima mencionó que el intermediario fue “Emilio”, quien pidió las sumas invocando a ambos funcionarios.
Trapani, quien ya declaró formalmente todo esto en fiscalía, asegura que informó de todo esto al presidente Cartes y que trató de gestionar una reunión con Idoyaga, pero el Presidente no quiso recibirlo.
“Si él (Cartes) tomó conocimiento de que se trataba de una situación irregular, que implicaba a un funcionario, obvio que debió haber hecho la denuncia”, declaró el fiscal Nelson Ruiz, quien tiene a su cargo esta carpeta.
Por su parte, Leite, Gneiting, Cubas y el propio Jair de Lima, ya declararon que no cobraron, pagaron o exigieron coimas.
Y aunque estas cosas no dejen recibo, permítanme recordar a aquel centinela y guardar la esperanza de quizás podamos enterarnos de algo más, luego del 15 de agosto.