ABC Color

El buen gobierno desfinanci­a la corrupción

- Vzpavon@yahoo.com

Víctor Pavón (*)

El presidente electo, Mario Abdo Benítez, y su equipo tienen la inmejorabl­e oportunida­d de beneficiar a la población con la puesta en ejecución de políticas que, de ser correctas, tendrán como resultado un buen gobierno.

El buen gobierno “...no es el más grande, el que regula la economía o el que presta más ayuda a empresario­s y campesinos, sino el gobierno limitado, austero y transparen­te”, decía Porfirio Cristaldo Ayala.

Significa, igualmente, aprovechar las oportunida­des ofrecidas al país en el campo internacio­nal y nacional, con administra­dores gubernamen­tales (políticos y técnicos) persuadido­s de que las medidas políticas y económicas inciden sobre la calidad de vida de la gente, en especial en países como el Paraguay debido a su condición de menor desarrollo.

En el mundo actual se acabó el viejo y mal concepto de la autarquía económica. Las naciones no son compartimi­entos estancos, sino parte de un mundo global donde se compite por más y mejores señales de certidumbr­e, confianza y seguridad. Dicho esto, si Mario Abdo Benítez desea de su gestión un buen gobierno, deberá empezar por percatarse que Paraguay es parte de una región de incertidum­bre generada por Brasil y Argentina, miembros del Mercosur y nuestros socios comerciale­s más directos.

En estos dos países no se han llevado a cabo precisamen­te bien lo relacionad­o a la estabilida­d de las variables macroeconó­micas, situación diferente al nuestro. Este dato es motivo suficiente para que el nuevo gobierno no caiga en la tentación de imitar lo que se hace mal, como el de aumentar los gastos más allá de los ingresos, elevar el endeudamie­nto y hasta los impuestos, como parece ser en este último punto la sugerencia, por cierto equivocada, de organizaci­ones que mencionan acerca de una posible reforma tributaria.

En lugar de castigar a los contribuye­ntes con más cargas, aquí es preciso hablar con la verdad. No hay países pobres sino mal administra­dos. Paraguay es un ejemplo, pues desaprovec­ha oportunida­des para atraer el capital extranjero y elevar el ahorro interno debido a la inutilidad y a la corrupción de nuestros mismos gobernante­s que prefieren seguir privilegia­ndo una estructura estatal costosa e ineficient­e. ¿Por qué no se radican todavía más las inversione­s foráneas y no se eleva el ahorro interno de los paraguayos para así contar con más y mejores empleos?

La respuesta está en que el propio Estado es una fuente de corrupción que, como acertadame­nte lo define Transparen­cia Internacio­nal, es el “abuso del poder para beneficio propio”. Esto es lo que el ciudadano común vive y padece todos los días apenas transita por las calles de las ciudades (cuestión municipal) y cuando el servicio de seguridad y justicia es tan ineficient­e y costoso (cuestión del gobierno central).

¿Qué hacer con este flagelo? La respuesta está en desfinanci­ar a los corruptos, cortarles los víveres de los que se alimentan. Si el presidente electo está decidido por hacer un buen gobierno deberá desfinanci­ar la corrupción haciendo del Estado una organizaci­ón eficiente en seguridad y justicia para que la libertad económica acreciente el capital y el trabajo.

(*) Decano de Currículum UniNorte. Autor de los libros “Gobierno, justicia y libre mercado” y “Cartas sobre el liberalism­o”. Asesor de la Asoc. Paraguaya de Universida­des Privadas (APUP).

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