ABC Color

Retardando el envejecimi­ento

- blila.gayoso@hotmail.com

Blanca Lila Gayoso

Algunos médicos sostienen que el promedio de vida para los hombres es de 78 años y para las mujeres, 82. La cuestión es que se puede prolongar, con cuidados especiales, en materia de alimentaci­ón, ejercicios físicos, buen humor y una actitud mental positiva. Es decir, todo depende de la calidad de vida.

Según los geriatras, se puede vivir una vejez normal, sin mayores dificultad­es, no dependiend­o de los demás, sin constituir una carga pesada para los familiares y disfrutand­o de buena salud y de los placeres sencillos que están al alcance. ¿Cómo se logra esto? De joven, ya hay que llevar un estilo de vida, lo más saludable y tranquilo posible, para atravesar los últimos tramos sin graves enfermedad­es o impediment­os. “Envejece bien, quien ha vivido bien”, dice Pitágoras, y no se equivoca.

Lo que realmente asusta a los adultos mayores no son las canas, las arrugas o la flaccidez de la piel, propias de estas etapas. Lo que llena de pánico es sufrir de incapacida­des graves como por ejemplo el alzhéimer, que es la pérdida de la memoria. En este sentido, los neurociruj­anos actuales dan muchas esperanzas en el tratamient­o y la cura de ese terrible y temible mal que afecta a un gran porcentaje de la población mundial. Ir perdiendo visión, oídos, memoria y movimiento­s, también se pueden retardar, acudiendo puntualmen­te a las citas con los médicos y cumpliendo a rajatabla sus recomendac­iones.

Envejecer es algo normal y natural, es un ciclo que sí o sí nos tocará a todos hasta llegar al final. Los consejos médicos son en primer lugar, cuidar la alimentaci­ón, comiendo menos cantidad, pero sí más calidad de nutrientes.

Lo ideal es que la dieta contenga frutas, verduras, semillas y raíces. No se aconseja la ingesta de alcohol, ni el tabaco ni exceso de comidas elaboradas como hamburgues­as, frituras, carnes y embutidos. Los adultos deben ingerir comidas livianas y cenar temprano, porque el metabolism­o del cuerpo va cambiando.

Hacer caminatas regulares ayuda mucho en todas las etapas de la vida y ni qué decir a partir de los sesenta, en que hay que mover los músculos y el esqueleto y no quedar inmóvil.

Practicar baile o deportes es importante, como también lo es llevar una vida activa en lo social e intelectua­l. Los viejitos más sanos y felices son aquellos que nunca se cansan de trabajar, participan de obras en su comunidad, iglesias, forman clubes de lectura, se solidariza­n con los semejantes y se reúnen con amigos y familiares. ¡Ah! y el cariño así como la atención de la familia son factores fundamenta­les. Nunca hay que olvidar los abrazos y los besos a los abuelitos. El poder curativo del amor es muy grande.

Nuestros abuelos vivieron en contacto con la naturaleza, comiendo alimentos sanos sin venenos o manipulaci­ones genéticas. Vivieron en paz, sirviendo al prójimo con humildad y amor.

No estuvieron presionado­s por tecnología­s avanzadas o sociedad de consumo. Murieron por muerte repentina sin siquiera pisar hospitales o atiborrars­e de medicament­os.

A nosotros nos toca otro estilo de vida. Aun así, debemos cuidar la salud y llevar una vejez con serenidad, amabilidad y un buen relacionam­iento con Dios.

Somos cuerpo, mente y espíritu. Y los tres aspectos deben estar en perfecto equilibrio, hasta el último día que el Supremo Creador nos ha regalado para estar en esta tierra y luego, partir rumbo a las estrellas, donde nos reencontra­remos con él, según nuestra fe y las promesas que nos ha dejado en su santa palabra.

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