'Proceso a Elisa" ofrece Nuevo enfoque de mira
El periodista Chiqui Ávalos, quien en los años setenta realizó coberturas de artes y espectáculos para este diario, escribe sobre la obra “Proceso a Elisa”, de Alcibiades González Delvalle, que está en escena en el Teatro Arlequín (Antequera casi República de Colombia), bajo la dirección de José Luis Ardissone.
Ávalos manifiesta que la nueva obra de González Delvalle tiene diferencias significativas con relación a sus obras sobre la Guerra de la Triple Alianza: “Procesados del 70”, “San Fernando” y “Elisa”. “Todas ocupan casi el mismo espacio geográfico e histórico, pero aparte de esa similitud, hay diferencias significativas, más que nada en el enfoque, y la madurez que experimentó nuestro autor teatral, que es fácil de comprobar”.
Ávalos menciona que la primera “Elisa” se ocupa de cuando el presidente Gill invitó a Elisa a regresar al Paraguay y discutir sobre la verdad histórica, de su reclamación acerca de las propiedades y tesoros que, según su postura, le pertenecían. La obra expresa el enfrentamiento entre quienes estaban a favor y en contra de Madame Lynch.
En su nueva obra, González Delvalle, “con maestría, nos traslada la escena. No al campo geográfico de la batalla, no a ese enfrentamiento abierto que se llega a producir en las calles. Esta vez, utiliza un escenario mas delicado, el de las conciencias de las protagonistas. Ya no son las mujeres las que hablan como en “Elisa”, sino que hay diálogos interiores, que recorren el meandro del pensamiento con admirable fluidez, aunque la vía de expresión sea mediante la palabra”, dice Ávalos.
“La fluidez de los diálogos, urgentes, rápidos, casi superpuestos entre pregunta y respuesta, le confiere a la obra una movilidad y dinamismo más acorde con un teatro actual, que imita la contemporaneidad de los hechos”, señala.
Ávalos también destaca la homogeneidad de la puesta, desde la dirección de José Luis Ardissone, “al haber interpretado los distintos caminos de la obra”. Entre las actrices rescata la “figura rotunda, convincente, de Patricia Reyna, o las inflexiones dramáticas de Alicia Guerra cuando son necesarias, y por supuesto el aporte de Margarita Irún con su indiscutible solvencia escénica”.
También destaca a Alejandra Ardissone como un grato hallazgo. “Con temple y presencia admirables, reclamaría protagónicos más exigentes para que eche a volar ese talento interior”.
“Me reconcilié también con la obra, en la que Alcibiades alcanza su madurez como autor. Descubrí otras lecturas más profundas que la aparente superficialidad que podría sugerir un texto revisitado”, agrega el veterano periodista.