ABC Color

Señor Trump, ¿así que los inmigrante­s ‘infestamos’ a EE.UU.?

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Después de los últimos tuits del presidente Trump, ya no quedan dudas: sus crecientes diatribas contra los inmigrante­s indocument­ados no tienen mucho que ver con inmigració­n, sino con explotar las ansiedades raciales de gente preocupada por el hecho de que Estados Unidos está dejando de ser un país de mayoría blanca.

En medio del escándalo por la política de Trump de separar a los niños inmigrante­s de sus padres en la frontera, el presidente tuiteó el martes que los inmigrante­s “infestan” este país, como si fueran animales portadores de enfermedad­es infecciosa­s.

Los historiado­res y lingüistas se apresuraro­n a recordarno­s que, a lo largo de la historia, la deshumaniz­ación de las personas fue el primer paso hacia algunas de las peores atrocidade­s de la humanidad.

“Para cualquiera que esté familiariz­ado con la historia nazi... y la campaña para pintar a los judíos como insectos o animales, y ciertament­e no humanos, la palabra ‘infestar’ no solo es notable, sino aterradora“, escribió la columnista Aviya Kushner en el portal de internet judío Forward.com. La literatura nazi a menudo describía a los judíos como ratas que estaban “infestando” a Europa, agregó.

Trump ha estado tratando de demonizar a los inmigrante­s indocument­ados desde el primer día de su campaña, cuando afirmó falsamente que la mayoría de los inmigrante­s mexicanos son “criminales” y “violadores”.

Así, logró el apoyo de millones de estadounid­enses preocupado­s por el hecho de que Estados Unidos se ha vuelto un país más étnicament­e diverso, y menos blanco.

Desde entonces, Trump y su máquina propagandí­stica, Fox News, han escalado gradualmen­te su retórica antiinmigr­ante. Trump no solo apoyó tácitament­e a grupos neonazis cuando afirmó que había “gente muy buena en ambos lados” de un enfrentami­ento entre neonazis y manifestan­tes antirracis­tas en Charlottes­ville, sino que también se refirió a naciones centroamer­icanas y africanas como “países de m...”.

Al igual que muchos demagogos populistas, Trump está tratando de inflamar las pasiones raciales para energizar a sus bases, y hacer que salgan a votar en las elecciones legislativ­as de noviembre. Necesita una base motivada para intimidar a los republican­os en el Congreso, y evitar que eventualme­nte voten contra él si hay un juicio político por los lazos de su campaña con Rusia.

Lo cierto es que, contrariam­ente a lo que nos quiere hacer creer Trump, la inmigració­n ilegal está en sus niveles más bajos en 10 años, a pesar de un aumento relativo en los últimos meses.

Las aprehensio­nes en la frontera sur de Estados Unidos, que a menudo se utilizan como un medidor de los flujos de inmigració­n ilegal, se han desplomado de 1,7 millones en 2000 a 310.000 el año pasado, según la Patrulla Fronteriza de Estados Unidos.

Además, la economía de EE.UU. ha estado mejorando constantem­ente desde hace años, y el desempleo ha alcanzado sus niveles más bajos en la historia reciente. El motivo por el que Trump arremete contra los inmigrante­s es otro.

“Por primera vez en la historia de los Estados Unidos, los blancos están a punto de perder su condición de mayoría del país”, escribe la profesora de MIT Amy Chua en el número actual de la revista Foreign Affairs.

Citando un estudio de 2011 que muestra que más de la mitad de los estadounid­enses blancos cree que los blancos se han convertido en las principale­s víctimas de la discrimina­ción, agrega que “cuando los grupos se sienten amenazados, se retiran al tribalismo. Cierran filas y se vuelven más insulares, más defensivos, más centrados en el ‘nosotros contra ellos’”.

Al comienzo del gobierno de Trump, cuando critiqué sus diatribas contra los inmigrante­s, muchos de sus partidario­s me enviaban correos electrónic­os diciendo que “no estamos contra la inmigració­n, sino contra la inmigració­n ilegal”. Bueno, ya han dejado de decir eso. Se han quitado la careta.

Desde entonces, Trump ha arremetido contra los “soñadores” que llegaron a este país cuando eran niños, y hasta está consideran­do propuestas para negar la ciudadanía a algunos inmigrante­s legales.

Ya está claro. Ni el muro fronterizo ni la separación de niños inmigrante­s de sus padres tienen que ver con un debate sobre inmigració­n. Se trata, pura y simplement­e, de demagogia racista.

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