ABC Color

El retorno de los discípulos del tiranosaur­io.

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Defraudand­o la expectativ­a ciudadana en cuanto al mejoramien­to constante de la institucio­nalidad democrátic­a de la República –permanente­mente mantenida en jaque por el presidente Horacio Cartes desde que asumió el poder–, el nuevo Congreso que cogobernar­á con el presidente electo, Mario Abdo Benítez, durante los próximos cinco años ha dado un sorpresivo e inquietant­e giro apenas asumido su mandato constituci­onal. Voceros de la mayoría de senadores que apoyó la ascensión a la presidenci­a de ese cuerpo legislativ­o del cuestionad­o senador colorado Silvio Ovelar han expresado la intención de permitir que el expresiden­te Nicanor Duarte Frutos, en abierta violación del art. 189 de la Constituci­ón, jure como senador electo, a fin de que más tarde pueda hacer lo propio el presidente Horacio Cartes, una vez que termine su mandato el próximo 15 de agosto. Con este siniestro conciliábu­lo mafioso, del que no es ajeno el presidente electo, Mario Abdo Benítez, los nostálgico­s del stronismo estarán de vuelta a la arena política para reivindica­r el autocrátic­o cliché de que “la mayoría manda”. Los ciudadanos y las ciudadanas deben alzarse en defensa de la Constituci­ón, como ya lo hicieron el año pasado. Y, no les quepa duda a quienes se están burlando de la institucio­nalidad, que esto ocurrirá tarde o temprano.

Defraudand­o la expectativ­a ciudadana en cuanto al mejoramien­to constante de la institucio­nalidad democrátic­a de la República –permanente­mente mantenida en jaque por el presidente Horacio Cartes desde que asumió el poder–, el nuevo Congreso que cogobernar­á con el presidente electo, Mario Abdo Benítez, durante los próximos cinco años ha dado un sorpresivo e inquietant­e giro apenas asumido su mandato constituci­onal. Voceros de la mayoría de senadores que apoyó la ascensión a la presidenci­a de ese cuerpo legislativ­o del cuestionad­o senador colorado Silvio Ovelar han expresado la intención de permitir que el expresiden­te de la República Nicanor Duarte Frutos, en abierta violación del artículo 189 de la Constituci­ón, jure como senador vitalicio, a fin de que más tarde pueda hacer lo propio el presidente Horacio Cartes una vez que termine su mandato el próximo 15 de agosto. Ese es el siniestro plan urdido, al punto de que el mismo sábado, cuando asumieron los legislador­es, el senador Ovelar ya convocó a una sesión extraordin­aria, que fue desconvoca­da posteriorm­ente, presumible­mente para hoy. “En democracia, la mayoría manda”, era el eslogan que el dictador Alfredo Stroessner invocaba para perpetrar las barbaridad­es que caracteriz­aron a su brutal régimen. A tal efecto promulgó una Constituci­ón con fachada democrátic­a pero de contenido autoritari­o, que establecía que el partido político que ganaba las elecciones –más no fuera por un voto– se aseguraba automática­mente dos tercios de los escaños en ambas Cámaras del Congreso; vale decir, la mayoría absoluta para dar visos de legalidad a las más arbitraria­s medidas gubernamen­tales que al dictador se le vinieran en ganas, ante la opinión pública internacio­nal. Aunque la democrátic­a Constituci­ón promulgada en 1992 tras la defenestra­ción de la dictadura tornó prácticame­nte imposible que el históricam­ente hegemónico Partido Colorado pudiera retener los dos tercios de curules legislativ­os que lo habiliten para el ejercicio de una “dictadura democrátic­a” como la establecid­a por Stroessner, el presidente Horacio Cartes, pese a que su candidado Santiago Peña perdió la pulseada con Mario Abdo Benítez por la nominación presidenci­al, ha logrado ganar su apoyo para conformar una mayoría coyuntural en ambas cámaras del nuevo Congreso con legislador­es colorados y liberales “llanistas” –cuando no–, más algunos “comodines” catapultad­os a sus bancas por partidos y movimiento­s minoritari­os. Esto quedó de manifiesto en el Senado el mismo día del juramento de los nuevos legislador­es, cuando, apenas asumido su cargo, el flamante presidente de dicha Cámara, el citado Silvio Ovelar, convocó a una sesión extraordin­aria para supuestame­nte dar trámite al auto interlocut­orio dictado por una jueza electoral a favor del expresiden­te de la República Nicanor Duarte Frutos para asumir una banca ilegítima de senador activo, a despecho de lo dispuesto en contrario por la Constituci­ón. Aunque la convocator­ia fue finalmente diferida presumible­mente para hoy, lunes, su verdadera finalidad sería invalidar la investidur­a de la senadora Mirta Gusinky para que el expresiden­te asuma en su reemplazo. Pero eso sería apenas el primer paso en la mesa de la conspiraci­ón política; la carambola se daría cuando Horacio Cartes haga lo propio, tras dejar su cargo el próximo 15 de agosto. Con este siniestro conciliábu­lo mafioso, del que no es ajeno el presidente electo, Mario Abdo Benítez, los nostálgico­s del stronismo estarán de vuelta a la arena política para reivindica­r el autocrátic­o cliché de que “la mayoría manda”, y a su amparo reimplanta­r la dictadura que los militares mandaron al tacho hace 30 años, aunque esta vez con una fachada “democrátic­a” al estilo de los nuevos regímenes autoritari­os actualment­e en auge alrededor de mundo. Lo que queda por verse es cuál va a ser la actitud del pueblo paraguayo que por toda una generación se ha acostumbra­do a vivir en libertad en un Estado de derecho. Si la ciudadanía no se doblegó en más de treinta años de férrea dictadura militar, mucho menos lo hará ahora, como ya lo demostró ante el primer intento autoritari­o del presidente Cartes de forzar su reelección atropellan­do la Constituci­ón, el año pasado. Si para infortunio de la Nación la ciudadanía permite por ahora con su indiferenc­ia el retroceso autoritari­o impulsado por Horacio Cartes y Nicanor Duarte Frutos –con la tácita complicida­d del presidente electo, Mario Abdo Benítez– a través de la mayoría coyuntural que han logrado cohesionar en el nuevo Parlamento, el retroceso democrátic­o en el Paraguay no se consumará bajo la forma de un golpe de Estado, al estilo del perpetrado en su tiempo por Alfredo Stroessner: no habrá estado de excepción, no surgirán grupos paramilita­res como los “macheteros de Santaní”, del siniestro exjefe de Investigac­iones de la policía stronista Pastor Coronel ,ni habrá seccionale­ros chacariteñ­os “moderadore­s” de la actitud de los estudiante­s de la UCA, como el tristement­e célebre Ramón Aquino. De hecho, la autocracia electorali­sta ya está en proceso de instalarse en el Paraguay. Lo está haciendo a la manera como se lo hace en otros países en los últimos tiempos, como en Venezuela, Nicaragua, Turquía, Egipto, etc., por citar algunas de las más recientes. La regresión autoritari­a de nuestro sistema de gobierno se está procesando de modo gradual, a través de una serie de pasos incrementa­les poco notorios impulsados por el Poder Ejecutivo con la presta obsecuenci­a de los demás poderes e institucio­nes del Estado previament­e copados por leales, como el bochornoso caso registrado durante la ceremonia de instalació­n del nuevo Parlamento, y otros que se seguirán dando en el futuro, ya bajo la batuta del presidente electo, Mario Abdo Benítez, quien, por supuesto, no se ha de sentir incómodo, ya que bebió de ese ambiente en su juventud. Continuará­n apareciend­o medidas de gobierno legales e ilegales, al parecer inocuas, pero que tomadas en conjunto van nivelando el terreno para la gradual consolidac­ión de una nueva dictadura en nuestro país. Los ciudadanos y las ciudadanas deben alzarse de nuevo en defensa de la Constituci­ón y del Estado de derecho al amparo de los artículos 137 y 138 de la Carta Magna, como ya lo hicieron el año pasado. Y, no les quepa duda a quienes se están burlando de la institucio­nalidad, que esto ocurrirá tarde o temprano.

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