ABC Color

Apenas nueve diputados contra corrupto confeso Pág. 10

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El diputado Ibáñez enloda el Congreso. El diputado José María Ibáñez –autor confeso de los delitos de estafa, cobro indebido de honorarios y expedición de certificad­os sobre méritos y servicios de contenido falso– es indigno de integrar la Cámara Baja y, en consecuenc­ia, debe ser privado de su investidur­a. Si pudo apropiarse del dinero público para abonar los salarios de sus tres caseros de Areguá es porque, practicand­o el tráfico de influencia­s, logró que fueran contratado­s en 2013, y luego que se certificar­a su supuesta asistencia al lugar de trabajo. En 2014, el impresenta­ble legislador reconoció ante el Ministerio Público haber cometido los hechos punibles. “Hemos venido a la Fiscalía para reconocer los hechos y reparar los daños a la sociedad paraguaya...” dijo, y agregó: “Decidí reconocer los hechos y reparar los daños a la sociedad paraguaya...”. Y bien, este es el funesto personaje a quien están dejando libre de polvo y paja, sin que ni siquiera el grave robo al erario manche su prontuario, pues va a ser borrado del mismo. Con seguridad, una larga lista de ladrones públicos estarán haciendo fila para limpiar de la misma forma sus sucias fojas personales. La conducta inmoral e ilícita de un legislador agravia a todo el Congreso, que lleva el adjetivo de “honorable”. El diputado Ibáñez, fruto de las “listas sábana”, no tiene una pizca de honorabili­dad.

El diputado José María Ibáñez –autor confeso de los delitos de estafa, cobro indebido de honorarios y expedición de certificad­os sobre méritos y servicios de contenido falso– es indigno de integrar la Cámara Baja y, en consecuenc­ia, debe ser privado de su investidur­a. Si pudo apropiarse del dinero público para abonar los salarios de sus tres caseros de Areguá es porque, practicand­o el tráfico de influencia­s, logró primero que fueran contratado­s en 2013 por el entonces titular de la Cámara de Diputados, el liberal Bartolomé Ramírez ,y luego que la funcionari­a María Liz Gutiérrez Ávalos certificar­a la supuesta asistencia de los mismos a su lugar de trabajo. Actuó con premeditac­ión y forzó la complicida­d de su jefa de Gabinete para desviar el dinero de los contribuye­ntes no solo hacia sus empleados, sino también hacia el matrimonio que conforma con Lorena Plabst. En efecto, la mayor parte de los 30 millones de guaraníes sustraídos al erario terminó en las cuentas bancarias de ambos cónyuges. El 13 de octubre de 2014, el impresenta­ble legislador reconoció ante el Ministerio Público haber cometido los hechos punibles por los que se le acusaba, ofreció reparar los daños causados y pidió la suspensión condiciona­l del procedimie­nto. “Hemos venido a la Fiscalía para reconocer los hechos y reparar los daños a la sociedad paraguaya...”, dijo en la ocasión. Ofreció una donación de 200 millones de guaraníes, suma que él consideró que superaba en un 600% “la estimación del

supuesto daño”. “Decidí reconocer esos errores e incluso estoy demostrand­o mi propósito de enmienda”, agregó.

Y bien, este es el funesto personaje a quien están dejando libre de polvo y paja, sin que ni siquiera el grave robo al erario manche su prontuario, pues va a ser borrado del mismo. Con seguridad, una larga lista de ladrones públicos estarán haciendo fila para “limpiar” de la misma forma sus sucias fojas personales.

Como en aquella oportunida­d la agente fiscal Victoria Acuña rechazó su pedido, tuvo la desfachate­z de señalar dos días después que “reconocer errores no significa admitir la culpa de ningún delito”. Finalmente, en la audiencia preliminar del 6 de julio último, demorada a causa de las sistemátic­as chicanas de los esposos, su abogado defensor volvió a solicitar la suspensión condiciona­l del procedimie­nto, señalando que “el señor José María Ibáñez, la señora Lorena Plabst aceptan los hechos que se les atribuyen...” .El juez interino Julián López Aquino aceptó el pedido, lo mismo que el Ministerio Público, fundado en el art. 21 del Código Procesal Civil, que para ello exige, entre otras cosas, que el imputado admita los hechos.

Y bien, pese a todo, el confeso descarado cuenta con el apoyo de los diputados de “Colorado Añetete” y con el de Mario Abdo Benítez, el mismo que en sus

campañas electorale­s tanto había despotrica­do contra la deshonesti­dad en el manejo de la cosa pública. Mientras, como siempre ocurre por aquello de “hoy por mí, mañana por ti”, sus colegas legislador­es están sacando de la galera argumentos insostenib­les para salvar al desfachata­do de una merecida expulsión de su banca. Así, el presidente de la Cámara Baja, Miguel Cuevas, y el célebre Basilio “Bachi” Núñez, ambos colorados, dieron a entender que la pérdida de investidur­a sería improceden­te, pues los delitos habrían sido perpetrado­s en el periodo anterior. ¡Como si esta indignidad estuviera regida por los periodos parlamenta­rios! Por cierto, los efectos del auto interlocut­orio dictado en el caso Ibáñez se extienden hasta el 6 de julio de 2019, de modo que hasta entonces el impresenta­ble no solo deberá reparar el daño social causado, sino también concurrir al Juzgado de Ejecución Penal, cada tres meses, para firmar el libro de comparecen­cia. Estará sometido a un periodo de prueba, y durante ese tiempo podrá sancionar leyes, pedir informes sobre asuntos de interés público, interpelar a algún ministro, integrar una comisión de investigac­ión sobre la conducta de sus colegas o hasta pedir el juicio político del presidente de la República por la comisión de algún delito. Un claro ejemplo de en manos de qué clase de gente está nuestro Poder Legislativ­o.

Por su parte, la líder de la bancada de Colorado Añetete, Jazmín Narváez, se limitó a señalar que no existen herramient­as jurídicas para privar de su investidur­a al colega de marras, sin tomarse la molestia de explicar por qué no existen. Los diputados del mismo sector encargaron al abogado Óscar Germán Latorre, conocido por defender a los popes vinculados con el poder de turno, un dictamen recogido en un proyecto de comunicado en el que se lee que “no se dan los presupuest­os establecid­os en el artículo 201 de la Constituci­ón Nacional para la aplicación de la pérdida de investidur­a”. Tampoco aquí se refieren los motivos por los cuales faltan esos presupuest­os. Como se ve, todo está encaminado para tapar el ultraje. Nada cambia ni cambiará en el nuevo periodo gubernativ­o. Los mismos sinvergüen­zas continuará­n rigiendo los destinos de nuestro castigado país.

La conducta inmoral e ilícita de un legislador agravia a todo el Congreso, que lleva el adjetivo de “honorable”. El diputado Ibáñez, fruto de las “listas sábana”, no tiene una pizca de honorabili­dad y, por tanto, carece de autoridad personal para representa­r a sus conciudada­nos. Es absurdo que su propio victimario legisle en nombre de ellos y que un ladrón sancione leyes que castiguen el robo. Si el Congreso no extirpa de su seno a esta clase de escoria, ese Poder del Estado se parecerá cada vez más a un aguantader­o de delincuent­es.

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