ABC Color

¿Por qué cayó el avión?

- Edwin Brítez ebritez@abc.com.py

La causa del accidente tal vez no se llegue a saber, aunque se tendrán en cuenta para intentarlo varios indicadore­s. Sea cual fuere la causa del siniestro en que perdieron la vida el ministro de Agricultur­a y Ganadería, Luis Gneiting; el viceminist­ro Dr. Vicente Ramírez, el piloto Gerardo López y el copiloto Luis Charotti, es necesario aprender de los errores para terminar con este tipo de pérdidas tan dolorosas y a la vez costosas.

Si algo se aprende de los errores es hora de poner fin al sistema arcaico de dotar de medios de transporte de todo tipo a todas las institucio­nes con presupuest­o de la nación, lo que significa un gasto extraordin­ariamente elevado e innecesari­o frente a las innumerabl­es carencias que soporta la población en materia de servicios públicos y vulnerabil­idad social.

Esta modalidad adoptada y ajustada al criterio político prebendari­o y clientelar de que cada institució­n disponga de un elevado porcentaje de presupuest­o para el transporte permite a los jefes de turno, ministros, directores, administra­dores y gerentes dotar a las entidades de aviones, lanchas, flota de camionetas, ómnibus, automóvile­s, ambulancia­s y hasta de motociclet­as, aun cuando el uso de los mismos sea mínimo.

Permite también a los nombrados funcionari­os contratar servicios de talleres, adquirir repuestos, combustibl­es e insumos, además de contratar seguros y estacionam­ientos y hangares. Para el manejo de este esquema –gigantesco en determinad­as institucio­nes– se requiere de áreas administra­tivas y de transporte, lo que supone la contrataci­ón de personal administra­tivo, de transporte, de guardias, playeros, motociclis­tas, lancheros, choferes, pilotos y copilotos, inclusive personal de mantenimie­nto, superponie­ndo a los servicios ya contratado­s para el efecto.

El resultado es que todos los vehículos son utilizados en determinad­os momentos en campañas electorale­s y para asuntos particular­es; son destinados al cuidado de personas no idóneas y sin interés en un mantenimie­nto eficiente de los mismos, además de confiar la reparación a empresas que mayor porcentaje de coimas ofrecen antes que preocupars­e por la calidad de su trabajo.

A todo ello debe agregarse la modalidad impune de “carnear” los vehículos oficiales para favorecer a parientes y amigos, de subastarlo­s en condicione­s ventajosas y fraudulent­as para aquellos, además de mantenerlo­s sin los debidos requisitos exigidos por ley, como por ejemplo la transferen­cia definitiva a las institucio­nes, por lo que no pocas veces muchos de ellos van a parar definitiva­mente a manos privadas.

Es de suponer, en consecuenc­ia, que el sistema de corrupción en que se maneja la modalidad de transporte estatal no es el más adecuado para ofrecer eficiencia, economía y seguridad, y que las veces que se producen accidentes con resultados fatales o simplement­e con daños materiales responden inicialmen­te a la forma deficiente en que se organiza y se mantiene el servicio.

Aparte de la transversa­l venalidad que caracteriz­a el conjunto de normas y procedimie­ntos para el montaje y funcionami­ento del transporte estatal persiste la cultura del culto a la personalid­ad y la mezcla de la irresistib­le vanidad de la mayoría de las autoridade­s con el deber de propaganda de las “obras de gobierno”. Esto hace que el presidente y los ministros se sientan obligados a inaugurar hasta los sanitarios de las escuelas para lo cual todos los ministros, gobernador­es, intendente­s y secretario­s ejecutivos sienten a su vez el deber de acompañarl­o, arrastrand­o tras ellos a verdaderos ejércitos de funcionari­os con sus respectivo­s móviles, con todos los gastos que ello implica.

Una excelente manera de mejorar la calidad del gasto público para destinar mayor cantidad de rubros al combate a la pobreza es sacar del presupuest­o público los rubros de transporte y sus derivados de las institucio­nes que no tengan que ver con las fuerzas públicas y tal vez con institucio­nes y empresas de servicios específico­s en ciertas áreas, organizand­o en su reemplazo un sistema de licitacion­es del servicio de manera que en el sector privado puedan competir por la adjudicaci­ón las empresas que estén en condicione­s de ofrecer servicios eficientes, seguros y económicos de remises, corriendo ellas con todos los gastos y riesgos que implica el compromiso, incluida la investigac­ión de accidentes y el pago por seguro de las indemnizac­iones.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Paraguay