ABC Color

Marito, ¡desprendet­e!

- Enrique Vargas Peña evp@abc.com.py

El diputado José María Ibáñez no entiende muy bien qué es lo que está ocurriendo con él, ni qué es lo que pasa en nuestro Paraguay: no entiende por qué, “por apenas treinta millones”, la ciudadanía se muestra crecientem­ente indignada dado que contratar prebendari­os para pagar con dinero público los trabajos particular­es es lo corriente en la “clase” política que su compañero de cámara Carlos Portillo definió mejor que nadie como “no común”.

Ibáñez milita en el movimiento “Colorado Añetete”, liderado por el presidente electo de nuestra República, Mario Abdo Benítez (Marito).

El diputado Ibáñez no entiende por qué él está siendo crucificad­o cuando Hugo Ramírez, por ejemplo, diputado colorado por Central, permitió cargar al pueblo los salarios de unos mil tresciento­s prebendari­os en la Junta Municipal de Asunción sin recibir ningún escrache, ninguna condena, sin que ningún restaurant­e ni sastrería le cierre las puertas.

El diputado Ibáñez no entiende por qué él está siendo crucificad­o cuando Carlos Portillo, por ejemplo, diputado liberal por Alto Paraná, surge de una red semejante a la de Óscar González Daher en el Jurado de Enjuiciami­ento de Magistrado­s, sin que nadie le señale como sinvergüen­za en las calles, los medios o las redes sociales.

En un cierto sentido, es comprensib­le que muchos diputados, y senadores, medrando en situacione­s como las mencionada­s y abrigados por la impunidad que les ofrece un Ministerio Público obsecuente y servil, se sientan en una especie de inexpugnab­le torre de marfil, aislados del pueblo paraguayo, al que roban sin recato, y que, por tanto, no entiendan el disgusto de la gente ni por qué aumenta a medida que pasan las horas.

Pero Marito tiene que tener el cuidado de leer muy bien la situación, porque la misma lo está afectando a él, al minar y corroer la base de legitimida­d de su gestión. Marito no puede darse el lujo de no entender lo que está pasando, porque si lo hace, se verá arrastrado.

Nuestro país, nuestra gente, está simplement­e harta de vivir prisionera de los sinvergüen­zas que pretenden constituir una “clase”, la clase política, independie­nte del pueblo, mantenida por el pueblo e impune. Miles de paraguayos ven diariament­e sometida su dignidad al tener que afiliarse para tener trabajos que se les otorgan violando las leyes. Miles de paraguayos sienten diariament­e la impotencia de ver a brutos como Neri Olmedo gozar sin méritos de salarios que pagamos nosotros. Cada vez más paraguayos están diciendo basta, no hay por qué afiliarse para trabajar, no hay por qué sostener a brutos.

Defender a Ibáñez, pues, es abrazarse con la impunidad, con el abuso, con la construcci­ón de un sistema oligárquic­o en el que los comunes pagamos para que la clase política disfrute, y Marito prometió no abrazarse con la impunidad ni sostener el montaje de un sistema que nada tiene que ver con la democracia que queremos.

Por tanto, le gente espera que Marito no sea neutral en esta cuestión, sino que muestre el liderazgo por el cual se le eligió presidente de nuestra República, el que es capaz de no poner la amistad, ni la parentela ni las convenienc­ias particular­es sobre el interés público. Debe elegir entre servir al pueblo o ser buen amigo de Ibáñez.

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