Marito, ¡desprendete!
El diputado José María Ibáñez no entiende muy bien qué es lo que está ocurriendo con él, ni qué es lo que pasa en nuestro Paraguay: no entiende por qué, “por apenas treinta millones”, la ciudadanía se muestra crecientemente indignada dado que contratar prebendarios para pagar con dinero público los trabajos particulares es lo corriente en la “clase” política que su compañero de cámara Carlos Portillo definió mejor que nadie como “no común”.
Ibáñez milita en el movimiento “Colorado Añetete”, liderado por el presidente electo de nuestra República, Mario Abdo Benítez (Marito).
El diputado Ibáñez no entiende por qué él está siendo crucificado cuando Hugo Ramírez, por ejemplo, diputado colorado por Central, permitió cargar al pueblo los salarios de unos mil trescientos prebendarios en la Junta Municipal de Asunción sin recibir ningún escrache, ninguna condena, sin que ningún restaurante ni sastrería le cierre las puertas.
El diputado Ibáñez no entiende por qué él está siendo crucificado cuando Carlos Portillo, por ejemplo, diputado liberal por Alto Paraná, surge de una red semejante a la de Óscar González Daher en el Jurado de Enjuiciamiento de Magistrados, sin que nadie le señale como sinvergüenza en las calles, los medios o las redes sociales.
En un cierto sentido, es comprensible que muchos diputados, y senadores, medrando en situaciones como las mencionadas y abrigados por la impunidad que les ofrece un Ministerio Público obsecuente y servil, se sientan en una especie de inexpugnable torre de marfil, aislados del pueblo paraguayo, al que roban sin recato, y que, por tanto, no entiendan el disgusto de la gente ni por qué aumenta a medida que pasan las horas.
Pero Marito tiene que tener el cuidado de leer muy bien la situación, porque la misma lo está afectando a él, al minar y corroer la base de legitimidad de su gestión. Marito no puede darse el lujo de no entender lo que está pasando, porque si lo hace, se verá arrastrado.
Nuestro país, nuestra gente, está simplemente harta de vivir prisionera de los sinvergüenzas que pretenden constituir una “clase”, la clase política, independiente del pueblo, mantenida por el pueblo e impune. Miles de paraguayos ven diariamente sometida su dignidad al tener que afiliarse para tener trabajos que se les otorgan violando las leyes. Miles de paraguayos sienten diariamente la impotencia de ver a brutos como Neri Olmedo gozar sin méritos de salarios que pagamos nosotros. Cada vez más paraguayos están diciendo basta, no hay por qué afiliarse para trabajar, no hay por qué sostener a brutos.
Defender a Ibáñez, pues, es abrazarse con la impunidad, con el abuso, con la construcción de un sistema oligárquico en el que los comunes pagamos para que la clase política disfrute, y Marito prometió no abrazarse con la impunidad ni sostener el montaje de un sistema que nada tiene que ver con la democracia que queremos.
Por tanto, le gente espera que Marito no sea neutral en esta cuestión, sino que muestre el liderazgo por el cual se le eligió presidente de nuestra República, el que es capaz de no poner la amistad, ni la parentela ni las conveniencias particulares sobre el interés público. Debe elegir entre servir al pueblo o ser buen amigo de Ibáñez.