ABC Color

Carta de bienvenida

- Guillermo Domaniczky guille@abc.com.py

Señor administra­dor:

Me dirijo a usted como miembro de la sociedad para felicitarl­o por el cargo que debe asumir el próximo miércoles, aunque a la vez también deseo recordarle algunas cosas.

Es cierto que en la asamblea pasada lo eligió un grupo, pero recuerde que no se debe solo a él, sino a todos los miembros, ya que esta es su responsabi­lidad como administra­dor de la sociedad.

A diferencia de otras sociedades mercantile­s, éste es un emprendimi­ento muy particular, aquí no solo se buscan utilidades, lo principal es que todos los miembros sean beneficiad­os con dignidad y oportunida­des.

Por ello no solo debe concentrar­se en el bienestar de los miembros más poderosos, sino sobre todo en el de los más débiles. La sociedad no está mal financiera­mente, pero venimos arrastrand­o un problema histórico con la distribuci­ón de las utilidades y la concentrac­ión del patrimonio.

Espero que tenga también la virtud de rodearse de gente que le hable con sinceridad y le haga notar sus errores, y que no solo se rodee de adulones, oportunist­as y serviles, que solo buscan beneficiar­se de su relación con usted.

De hecho esto ha llevado a anteriores administra­dores a encerrarse en una especie de burbuja que los desconectó de la sociedad y que hizo que fracasaran en su gestión.

Un buen administra­dor se rodea de las mejores personas posibles, aquellas que tienen la capacidad de decirle incluso lo que no es agradable escuchar.

Veo como algo inquietant­e que anunció que resucitará como colaborado­res a algunos postulante­s de opaco currículum y sin buenas referencia­s personales.

No puedo negarle que soy pesimista en este punto, muchas veces se lo hicimos notar y los justificab­a, alegando que será usted quien tome las decisiones.

Hablando de decisiones, no beneficie con compras y contratos a los miembros de su entorno, recuerde que usted llega para servir a, y no servirse de.

Espero también que defienda los intereses de esta sociedad frente a los de otras, y no termine actuando como algunos administra­dores anteriores, infieles a su mandato y entreguist­as en su actitud.

En la última negociació­n nos desconcert­ó, varias veces la criticó públicamen­te pero luego calló, y tuvieron que ser algunos colaborado­res suyos los que salieran a justificar­lo.

Con seguridad ese es un mal camino.

Comunique y no se niegue a debatir, actúe con una política de puertas abiertas, esa es la manera de que no aparezcan intermedia­rios en su gestión.

Tenga usted también la honestidad de reconocer sus fallas, no se muestre soberbio, finalmente usted optó por este trabajo que en esencia es servicio.

Muchos errores son tolerados y comprendid­os mejor con una actitud franca y abierta. Usted es falible, no lo olvide, por más que intenten hacerle creer lo contrario los cantos de sirena que con seguridad escuchará en su oficina.

Podría sonar una obviedad recordarle que su contrato laboral dura cinco años y que es improrroga­ble, pero algunos antecesore­s suyos intentaron forzarlo y arrastraro­n consigo a la sociedad.

Finalmente permítame decirle que esta no es una fórmula que le garantice necesariam­ente el éxito, pero sí asegurarle que hacer lo contrario es dirigirse inexorable­mente al fracaso.

Espero que en la carta de despedida podamos darle las gracias por los servicios prestados y no lamentar que el tiempo de su despedida pase tan lentamente.

Fraternalm­ente.

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