ABC Color

El silencio de los cómplices

- Ilde Silvero ilde@abc.com.py

Los actos de corrupción en la administra­ción pública, con frecuencia, involucran a varias personas, algunas con empleo en la función estatal y otras desde empresas privadas. Además de los autores directos, hay una nutrida barra de cómplices por su silencio, por su “abstención” y su cara de ñembotavy.

Hay una larga lista de funcionari­os que, por acción u omisión, son cómplices de los ladrones de fondos públicos y de los violadores de la Constituci­ón Nacional y de múltiples leyes. Empecemos por el agente de tránsito que, tras parar a un automovili­sta por haber cruzado el semáforo en rojo, “se olvida” de aplicar la multa a cambio de algunos billetes.

En la misma línea anterior, a lo largo y ancho del país, hay policías, vistas de aduana, fiscalizad­ores de Senacsa, de la Seam, de la Senad, del Detave, etc., que habitualme­nte se dejan sobornar por toda clase de contraband­istas y mercaderes de productos ilegales.

Cuando existen denuncias de hechos ilícitos, la policía pone los casos a conocimien­to de los fiscales y jueces. En esta instancia, los expediente­s se mueven si hay alguna autoridad interesada o se acerca el poderoso caballero don dinero; de lo contrario, las semanas y meses pasarán, en tanto los cajones de fiscales y jueces continuará­n cerrados. La “justicia pronta y barata” casi siempre está de vacaciones.

La complicida­d en el silencio se hace notar más en ambas cámaras del Congreso. En Diputados y en el Senado hay varios legislador­es denunciado­s ante la justicia por acciones ilegales y unos pocos jueces hasta se animaron a pedir el desafuero en ciertos casos, pero el espíritu corporativ­ista funciona como un reloj suizo y entre los bomberos no se pisan las mangueras, salvo contadísim­as excepcione­s.

En el reciente polémico caso de pedido de pérdida de investidur­a del diputado José María Ibáñez, ganó por goleada el “por la abstención” y por ello no se obtuvo el número mínimo de votos para la destitució­n. Sin querer asumir su cobardía, los “abstencion­istas” se delataron públicamen­te como cómplices del ladrón confeso.

Hay muchísimos casos de denuncias bien fundadas contra autoridade­s de los tres poderes del Estado que duermen no el sueño de los justos sino el silencio de los cómplices cobardes. En este limbo jurídico de los injusticia­bles se encuentran mezclados políticos de todos los partidos aunque, lógicament­e, los más numerosos pertenecen a las dos nucleacion­es tradiciona­les: la ANR y el PLRA.

Gracias a la iniciativa de miles de ciudadanos, especialme­nte los jóvenes estudiante­s, esta paz de los cementerio­s de los sinvergüen­zas y sus cómplices se está acabando. Ibáñez ya rajó y la batería popular apunta ahora a González Daher y hay otros legislador­es en la mira. Las manifestac­iones, los cantos, las sentatas, las pintatas y los huevazos exterioriz­an el repudio ciudadano. Si los malos de la película van cayendo, sus cómplices deben poner las barbas en remojo.

La omisión de auxilio a los principios democrátic­os también debe ser castigada con alguna pena, además del repudio popular.

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