Libertad y democracia
La libertad y la democracia son binomios indisolubles y derechos inalienables del pueblo. Para evitar abuso de poder, como ocurrió en el absolutismo y en las dictaduras; el barón de Montesquieu (1689-1755), filósofo de la ilustración, ideó la división tripartita de los poderes: Ejecutivo, Legislativo y Judicial.
Es el contrapeso de los poderes donde no puede haber intromisión ni prepotencia; ni influencias ni componendas, y menos aún repartija de favores ni robos, como ahora ocurre en el Paraguay. Ningún poder del Estado puede hacer uso y abuso del poder, ni quebrantar las leyes ni a la ciudadanía.
El Poder Ejecutivo tiene la obligación de administrar con honestidad los bienes de la República (del latín que significa cosa pública). El Poder Legislativo, integrado por diputados y senadores, está para elaborar, aprobar o rechazar las leyes y hacer respetar la Constitución Nacional. Al Poder Judicial le corresponde administrar la justicia y actuar conforme a la Constitución Nacional y las leyes.
A nivel departamental, el gobernador es el ejecutivo y los concejales deben ejercer los roles de legislar y controlar el buen manejo de los recursos, de acuerdo a las leyes. Si el gobernador comete malversación, robo y mala utilización de los recursos, los ediles departamentales deberán llamar la atención y denunciar ante los organismos competentes, solicitar auditorías e informar al pueblo.
En democracia, todas las acciones deben ser públicas, de modo que no puede haber hermetismo ni arreglo entre cuatro paredes. La ciudadanía tiene el derecho de exigir a sus autoridades rendición de cuentas.
Algo saludable ocurre en estos días con las manifestaciones ciudadanas en contra de los legisladores que por sus malas acciones no representan a nadie. Lamentablemente, el Congreso Nacional, símbolo de la democracia, está copado por diputados y senadores que perdieron la compostura y la ética, salvo honrosas excepciones.
Es claro que en democracia la libertad de manifestación es un derecho legítimo del pueblo que no está conforme con el accionar de sus autoridades.