ABC Color

Escraches

- Edwin Brítez ebritez@abc.com.py

La tendencia de la vida política en la actualidad es romper con el pasado, armar situacione­s que escapen del control de las autoridade­s y que sean de rápida implementa­ción. La sociedad ya nada quiere saber del pasado; del control; de autoridade­s y demoras. Tal vez ni siquiera esté queriendo saber del concepto de sociedad misma.

Estamos en los tiempos de los micropúbli­cos que cuentan con mayor autonomía para pensar, decidir y actuar, que resultan del fracaso del sistema de representa­ción política, que como se sabe está cargada de limitacion­es, prohibicio­nes y exigencias cuando que la demanda actual de los mandantes es de mayor apertura posible, de mayor transparen­cia, de amplias libertades y de tramos cortos.

Aparenteme­nte, a juzgar por el estudio de Moisés Naim publicado en su obra “El fin del poder”, ya no es época de grandes concentrac­iones, excepto en los países con gobiernos autoritari­os, tampoco de las reverencia­s a las “máximas autoridade­s”; ahora los micropúbli­cos prefieren construir su propio espacio y en vez de nombrar, permiten que los líderes surjan de uno de ellos, alguien que tiene empatía (la capacidad para ponerse en el lugar del otro y saber lo que siente o incluso lo que está pensando).

Los escraches continuos y sostenidos parecen responder a esta nueva situación. No más superpoder­es, ni poderes absolutos, menos aún si los mismos se guían por la hipocresía y el engaño. Tratar de engañar a la gente con el cuento de que por haber sido reelecto diputado y donar un motor generador le da derecho a ocupar el mismo cargo, luego de haber robado al erario, ya nadie tolera. O ser reelecto Senador luego de que el país se enteró por los audios que convirtió a la justicia ordinaria en un burdel, tampoco nadie tolera.

Por cosas como estas la gente está en la calle. Es la modalidad escrache de ejercer el poder que nadie del poder formal reconoce, pero que según nuestro referente intelectua­l mencionado es la forma actual de demostrar que las autoridade­s no merecen respeto, que el colectivo movilizado es incontrola­ble y que si bien no abarcan la totalidad, tienen capacidad puntual de anular algo concreto y de incidir en cambios inmediatos. Los gobernante­s que no captan esta onda podrían ser fuentes, ellos mismos, de las tensiones que deberán enfrentar.

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