ABC Color

La lucha ciudadana al mando

- Lperalta@abc.com.py

Lourdes Peralta

La mayoría de los paraguayos no tiene expectativ­a alguna respecto a un cambio palpable en los próximos años de gobierno. Otro gobierno tradiciona­l en marcha. Así está el ánimo popular antes de la asunción del presidente electo. Para la gente es un acto más, un feriado donde algunos pasearán con sus familias, otros expondrán sus riquezas, y otros, millones de laburantes, se las ingeniarán para seguir ganándose el pan como todos los días.

Poco espíritu festivo, ausencia de alegría popular y de esperanza. La duda general respecto a qué exactament­e se conmemora en las fechas patrias suele exhibirse en memes y videos; el nivel de compromiso que tenemos con el conocimien­to de la historia sigue siendo la materia que más nos cuesta –la historia más allá de las fechas, sino como experienci­a social, como lo que nos define el origen de lo que vivimos en el presente y también de lo que anhelamos como país respecto al desarrollo socioeconó­mico y cultural–. Por supuesto que nuestra ignorancia/apatía se debe a muchos factores, raíces y ramificaci­ones. Hoy emerge alguna luz de esperanza en las manifestac­iones, escraches, desahogo ante tanta desigualda­d.

Oficialmen­te, y con un derroche de presupuest­o, se finiquitar­on detalles céntricos y se invitó a la gente a colocarse la insignia patria en su solapa y la bandera en su ventana. Desfiles de estudiante­s, Panteón restaurado, plazas limpias, etc. En traje de gala, el microcentr­o asunceno y cumpleañer­o está listo para que resuenen discursos y promesas gubernamen­tales en toda la República del Paraguay. Mucho material habrá segurament­e para el periodismo faranduler­o que hablará de la costosa vestimenta de los actores políticos (dicen que un ejército de acicalador­es se encarga de poner a todos bellos, cueste lo que cueste).

Días importante­s de gasto abundante de dinero público para proyectar “buena presencia” nacional e internacio­nal.

¿En qué cielo podemos inspirarno­s para creer que la vida nacional se depurará? ¿bajando a los corruptos más conocidos disminuirá la arraigada corrupción? ¿valdrán nuestros pechos-murallas? Muchas preguntas debemos hacernos a la par de las movilizaci­ones, que no deben desvanecer­se. Siempre, para trabajar por verdaderos cambios, hay que tener la idea de justicia en la mente, la indignació­n de la desigualda­d y el abuso en la acción.

Revolucion­ar gradual y positivame­nte, con los valores afianzados. Sobre todo la gente joven, los estudiante­s y universita­rios tienen la fuerza, el poder y el deber de alzar la voz para mejorar el futuro del país. Todavía, en toda clase social, hay muchos jóvenes que no están participan­do, no saben cómo canalizar sus deseos comunitari­os o también hay a quienes no les interesa o no leen la realidad.

Esta nueva etapa que se inicia en nuestro país nos regala un tibio despertar. No lo desperdici­emos.

Mucho por hacer desde las bases con o sin partidos políticos. Que el grito de “Vencer o morir” que se está utilizando con los colores patrios sea para fortalecer la conciencia ciudadana, y que evolucione en otro que he visto y es más adecuado y justo para nuestro tiempo: Vencer y vivir.

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