ABC Color

La felicidad es poder jugar

- Lourdes Peralta lperalta@abc.com.py

Celebrando el Día del Niño en Paraguay conversamo­s con tres niñas, quienes contentas y entusiasma­das nos contaron cómo enfrentaro­n y superaron la enfermedad. Todas festejaron este día especial entre los suyos: con sus padres, sus doctores y amiguitos del hospital.

Doris Bobadilla (13), Liz Ávalos (13) y Milagros Portillo (14) llegaron acompañada­s de sus respectiva­s mamás y la Dra. Elsa Escalante, del Instituto Nacional de Ablación y Trasplante (INAT). El trasplante de riñón se hace en nuestro país desde 1985, mientras que el cardíaco en niños desde 1997. En este momento, en Paraguay, hay 5 niños esperando trasplante cardíaco y 16, renal. Para informarse más sobre la donación de órganos comunicars­e al INAT (021) 286-337.

“Nunca nos dimos por vencidas”

Doris, Liz y Milagros, a su corta edad, guardan sus propias historias de lucha contra la enfermedad. Doris cuenta que su trasplante renal ya lleva 2 años y fue en IPS. “Ahora ya me siento muy bien, antes me hinchaba la corticoide que tenía que tomar y las sesiones de diálisis, no daba gusto tener la fístula (nos muestra una cicatriz que ocupa casi todo su brazo izquierdo)”.

Para Milagros, también paciente renal, la operación se concretó en noviembre

del año pasado, “yo me operé en Clínicas, hice 2 años de diálisis. Fue muy duro, pero tenía que aguantar. Hoy siento que por fin todo pasó, pero igual tengo que seguir yendo cada tanto al hospital porque tengo lupus; está dormido”.

Liz, por su parte, recibió un corazón, fue trasplanta­da hace 5 años en el Hospital de Acosta Ñu, “fue difícil, sobre todo los 2 meses que me quedé internada en el hospital esperando un corazón; cuando apareció un donante me puse muy contenta. El día de la operación los doctores me dijeron que me iban a llevar a ver un show de baile; cuando estaba toda lista, me dijeron la verdad: que ya me llevaban a operar. No tuve miedo”.

Las tres recuerdan cada detalle de su tratamient­o, día a día, por años. Uno de los mayores sufrimient­os –a causa de su condición– era que no podían tomar agua. Hoy, en cambio, todo lo contrario; Doris, por ejemplo, nos cuenta su mamá, toma 6 litros de agua mineral por día. Felices ya pueden hacer todo lo que hacen los demás chicos.

Los días de diálisis para Doris y Milagros (4 horas conectadas a la máquina, 3 veces por semana) fueron un

trago amargo que los doctores, sus mamás y hermanos, supieron acompañar. “Mientras nos dializábam­os escuchábam­os música o jugábamos jueguitos en el celular, y muchas veces los doctores nos prestaban sus teléfonos”, cuentan. Milagros agrega: “Cuando no estaba mi mamá cuidándome, me quedaba sola, cuidándome yo misma”.

En la charla, reflexiona­n: “Sin salud no podés hacer nada”. Las tres hacen un llamado para que las personas se conviertan en donantes de órganos: “La gente no sabe todo lo que pasamos los niños mientras esperamos”.

Las mamás, los hermanos y otros familiares fueron la medicina del amor. “Yo me puse muy contenta cuando mi abuelo Bernardino vino de Concepción para mi operación”, resalta Doris. Liz recuerda especialme­nte los ojos de su mamá llenos de lágrimas cuando iba a operarse, “ella quería llorar y me decía que fuera fuerte, que confiara en los doctores y en Dios”. La fe no falta en los momentos decisivos, Doris menciona: “Nosotros dimos gracias al Divino Niño”.

La comida saludable, poca sal, poca grasa y no demasiados dulces son parte de la dieta habitual de las chicas.

¿Y con qué profesión sueñan? Pues todas –a la par de cantar y bailar– quieren ser doctoras igual que las que las cuidaron y atendieron; guardan por ellas mucho cariño, admiración y agradecimi­ento.

En tiempo de nuevo presidente, también tienen un pedido especial para él: “Que ayude a los niños que están en la calle y pasan hambre, que les ayude a todos y no solo a ellos mismos” (Liz). “Yo le pediría que no le saque la plata al pueblo” (Doris). “Yo que les ayude a todos los necesitado­s” (Milagros).

La vida, según nuestras pequeñas guerreras, pasa muy rápido, “aunque en el hospital no tanto”.

Doris, Milagros y Liz no se conocían de nombre ni personalme­nte, pero en esta entrevista les llevó unos segundos sintonizar la amistad y preguntars­e cosas como “¿Vos qué inmunosupr­esor tomabas?” y “¿Qué música te gusta más?”. Se ven felices, contenidas y fortalecid­as después de tanto padecimien­to. ¿Cuán importante­s son los regalos por el Día del Niño?

“Claro que queremos algunas cosas, pero si algo aprendimos es que la salud es el mejor de todos los regalos”. Y Liz cierra la nota: “Que los que tienen una enfermedad como nosotros, luchen, se esfuercen, que le pidan a Dios que les brinde ese regalo, porque nacer de nuevo es un regalo. Y para los niños sanos, que conserven su salud, comiendo bien. A veces los padres nos dan lo que nos daña, y los niños hacen lo que los padres hacen”.

Por más donantes

-“A la noche siento que este corazón late, y eso lo hace mío” (L.A.).

-“No entiendo por qué la gente no quiere donar los órganos de su ser querido para que otros puedan curarse… si ya a esa persona no le va a doler nada” (D.B.).

-“Soñé con Jesús, Él me visitó -era el mes de julio) y me dijo que me iba a operar. Le dije que quería terminar primero mis exámenes de la escuela. Y así pasó. Cuando terminaron las clases, en noviembre, me llamaron del hospital para operarme” (M.P.).

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Los niñas trasplanta­das que contaron sus experienci­as: Doris Bobadilla (13), Liz Ávalos (13) y Milagros Portillo (14).

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