Desatino
La libertad de prensa es uno de los pilares de la democracia. Pero pese a su importancia para la ciudadanía, de vez en cuando aparecen ideas desatinadas de amordazar y censurar la libre expresión.
La última es la sugerencia del extitular de Conatel Luis Reinoso, quien consideró que el Estado sea el censor o regulador de la prensa.
Sin embargo, se ha demostrado que todos los países del mundo que optaron por el sistema democrático como formas de Gobierno, alcanzaron desarrollo pleno con la libertad de prensa. La opinión pública tiene el derecho de alzar su voz, denunciar a los corruptos y proponer soluciones a través de los medios, sean escrito, radial o televisivo.
En toda la época de la historia, surgieron voces contra los abusos de poder, injusticias, atropellos a los derechos inalienables del hombre y de enriquecimiento ilícito. La ciudadanía salió victoriosa y la pluma siempre venció a la espada.
Como ejemplo de libertad de prensa podemos mencionar la guerra de secesión en los Estados Unidos (1861-1865), entre norteños y sureños. Terminada esta contienda, con el Gobierno de Abraham Lincoln, se logró la abolición de la esclavitud.
En el Paraguay, luego de la Guerra contra la Triple Alianza (1864-1870), bajo el influjo de la libertad de expresión había libertad de prensa para los periódicos de la época.
Con los advenimientos de las ideas totalitarias, en el siglo XX, durante la dictadura del general Alfredo Stroessner se coartaron las libertades públicas. Hubo intolerancia y mordaza a los medios críticos.
Pero las ideas no se matan con el sistema represivo ni el control a los medios. Al contrario, se fortalecen los principios de libertades como derechos del ciudadano que aspira a vivir en un país democrático. El grupo de ciudadanos de Luque que logró la renuncia de Óscar González Daher es un ejemplo de civilidad.
En este siglo XXI, con los avances tecnológicos, la gente tiene la posibilidad de publicar las barrabasadas de políticos y autoridades. No hay excesos a través de los medios, pero sí hay abuso y caradurez de los desvergonzados politiqueros.
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