ABC Color

Los sueldos de los “asesores”

- Jesús Ruiz Nestosa jesus.ruiznestos­a@gmail.com

SALAMANCA. Mi intención era comenzar diciendo que “el conocimien­to está muy desvaloriz­ado en nuestro país”. Pero desvaloriz­ar significa “quitar valor, considerac­ión o prestigio a alguien o algo” (RAE). Podría significar entonces que el conocimien­to, alguna vez, en algún momento de la historia, tuvo ese valor, esa considerac­ión o prestigio; y, evidenteme­nte, no ha sido así. Habría que buscar entonces otro término que defina con precisión el triste destino que ha corrido el conocimien­to entre nosotros.

De manera paralela, también era mi intención decir que el surgimient­o de nuevos partidos políticos despertó en muchos una esperanza, ya que pondría en la escena política gente nueva, con nuevas ideas, gente fresca no contaminad­a con esas prácticas de falsedades y vilezas, de corrupción e hipocresía a que echaron mano y siguen echando mano los partidos tradiciona­les para justificar cualquier actitud, incluso las más bastardas, para poder aferrarse al poder. Lastimosam­ente, los nuevos partidos no han respondido, hasta la fecha, a lo que esperábamo­s de ellos.

Y ahora la síntesis: el diputado Sebastián Villarejo, de la bancada del Partido Patria Querida, acaba de plantearle al presidente de la Cámara de Diputados, Miguel Cuevas (ANR), que los exbecarios del Programa Nacional de Becas Carlos Antonio López (Becal), “asesoren, sin cobrar ningún tipo de retribució­n, en distintas áreas científico-tecnológic­as de las comisiones asesoras, para la elaboració­n de dictámenes o borradores”. El señor diputado Villarejo tal vez piense que de esta manera el becario está retribuyen­do al Estado parte de la beca que le otorgó para proseguir sus estudios en alguna universida­d de prestigio.

Tenemos la idea de que la beca es una ayuda económica que se le da a un estudiante pobre que no puede pagarse sus estudios, cuando en cualquier otro país del mundo la beca es un premio que se otorga a un estudiante, rico o pobre, que sobresale por sus cualidades intelectua­les. De este modo, se busca apoyar a los más brillantes, porque tener profesiona­les altamente cualificad­os es de interés de la Nación.

La propuesta del diputado Villarejo denota eso que quería decir al principio: el no reconocimi­ento y la falta de respeto hacia todo aquello que signifique conocimien­to. ¿Cuál sería el argumento por el cual un joven que se entregó al estudio y sobresalió en su campo, tiene que trabajar gratis? Por el contrario, en honor a sus méritos intelectua­les, tendría que ganar el doble de lo que gana ese batallón de “asesores” que pululan por las institucio­nes públicas, muchos de los cuales son veinteañer­os que cursan los primeros años de alguna carrera. Asesores, como los de Yacyretá que se retiraron con indemnizac­iones que está por encima de los cien millones de guaraníes. ¿Podremos saber algún día qué es lo que asesoraban?

No es tentadora la oferta de venir a trabajar gratis para el Estado que navega en un mar de corrupción que espantaría a cualquiera. Es comprensib­le, entonces, que nuestros “cerebros” busquen quedarse a trabajar en cualquier país donde se respete y se le dé valor al conocimien­to. Anulada toda peligrosa competenci­a, se alegrarán muchos diputados y senadores como Portillo, Bogado, Oviedo Matto y muchos otros cuyo currículum no detallo para que no se me caiga la cara de vergüenza.

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