ABC Color

Euforia de cocaína

- Enrique Vargas Peña evp@abc.com.py

La razón única por la que los caciques de todas las organizaci­ones políticas, los jefes de los movimiento­s internos de cada una de ellas, boicotean y seguirán boicoteand­o una ley de financiami­ento político que establezca la trazabilid­ad de aportes en las elecciones internas es que con esos aportes se han convertido, todos, en millonario­s.

Nuestra actual Ley de Financiami­ento Político, la 4743, dice en su artículo 2 que “Esta ley es aplicable a…b) Las campañas electorale­s internas de los partidos políticos…”. Los tramposos que dirigen la política paraguaya, sin embargo, en el artículo 64 establecie­ron que “No será necesaria la contabiliz­ación de los gastos en que incurriero­n los candidatos en elecciones internas”.

Hicieron lo anterior porque cualquier párvulo sabe que la plata gruesa, el chorro real, es el que se aporta a las internas. Los sinvergüen­zas protegiero­n así su negocio verdadero, la fuente de sus millones.

La trazabilid­ad simplement­e es establecer en el artículo 64 de la ley 4743 la obligatori­edad de que los caciques políticos y los que ellos eligen a dedo para integrar las listas sábana que competirán en las internas muestren sus cuentas, sus intereses vinculados y los recibos de dinero y las facturas de origen.

Ahí sirve de ejemplo el caso del diputado Ulises Quintana, de Colorado Añetete de Alto Paraná, financiado con narcodiner­o, como admitió ya públicamen­te después de que se confirmara­n los aportes que le realizó el ahora procesado Cucho Cabaña.

Si los sinvergüen­zas que lideran nuestra política estuvieran sometidos a la trazabilid­ad, todas las cuentas de Ulises Quintana y la de sus intereses vinculados (familiares, socios comerciale­s, prestanomb­res) quedarían, desde que inscribe su candidatur­a, bajo vigilancia especial y monitoreo permanente de la Secretaría de Prevención de Lavado de Dinero o Bienes (Seprelad), la Secretaría de Estado de Tributació­n (SET), el Tribunal Superior de Justicia Electoral (TSJE), el Banco Central del Paraguay (BCP) y el Ministerio Público (Fiscalía).

Para esto es la “Declaració­n jurada de intereses” que le solicité a la diputada Rocío Vallejo, inspirada en la ley mexicana del mismo nombre, que obligaría a toda persona que inscriba candidatur­as a declarar en forma pública quiénes son sus familiares, sus amigos y sus socios.

Si en la “Declaració­n de intereses” no obran nombres de aportantes, la candidatur­a se inhabilita ipso facto.

Todo movimiento de las cuentas de Ulises Quintana y de las personas registrada­s en su declaració­n de intereses estaría bajo vigilancia y, en consecuenc­ia, los aportes de Cucho Cabaña tomarían estado público.

Cabaña quedaría obligado a exhibir la factura del aporte, y Seprelad y la SET podrían indagar sobre el origen del dinero (trazabilid­ad). Si Cucho Cabaña no puede justificar el origen del dinero en operacione­s comerciale­s legales, quedaría automática­mente inhabilita­da la candidatur­a de Quintana y habilitado el procesamie­nto penal de Cabaña.

Nada de lo anterior es invento. Todas las figuras de seguimient­o de cuentas ya figuran en otras leyes paraguayas, pero fueron excluidas de la ley de financiami­ento político porque los caciques son unos sinvergüen­zas.

Los caciques prefieren seguir metiendo narcodiput­ados y narcosenad­ores al Congreso, vendiéndol­es bancas en sus listas sábana, antes que perder esta fuente de plata dulce y negra y con euforia de cocaína.

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