ABC Color

Tengo derecho a ser feliz

- Caio Scavone caio.scavone@abc.com.py

Un músico que se hizo famoso es el venezolano José Luis Rodríguez, más conocido como El Puma. Nació en Caracas el 14 de enero del año 1943. Eran 11 hermanos que nacieron del comerciant­e español José Antonio Rodríguez y la venezolana Ana González. Este José Luis era el último de los hermanos y quedó huérfano a los 6 años tras la muerte de su padre. Su mamá, por ser activista de la democracia, decidió mudarse al Ecuador durante el gobierno dictatoria­l del Presidente de Venezuela, Marcos Pérez Giménez. El futuro músico y otro hermano fueron llevados por la madre a Guayaquil y cuando regresaron a Caracas José Luis inició la carrera en la Escuela Técnica Industrial de la capital venezolana para convertirs­e en un técnico electricis­ta.

Comenzó, como casi todos, a cantar en el colegio y muy joven ingresó a un conjunto juvenil de voces, todos estudiante­s en un liceo de Caracas. El grupo tuvo la ocasión de grabar dos discos y conseguir varios premios.

La carrera de este buen y juvenil grupo fue exitosa, pero muy corta y José Luis desde 1962, con sus 19 años, se inicia como solista y participa en varios concursos y actuacione­s en su Caracas natal. Un compositor y músico lo integra a la TV para que cante con regularida­d y así surge su primer LP que no tuvo mucho éxito.

Se casa con una artista y cantante y comenzaron los éxitos musicales y entre las músicas más escuchadas surge posteriorm­ente el tema del Puma Rodríguez: “Tengo derecho a ser feliz”, con unas letras que a casi 50 años tiene vigencia y sobre todo para el Paraguay.

En la música se pregunta si quién no ha dado nunca un solo paso en falso y ha sentido ganas de volver atrás. Si quién no ha estado al borde de un abismo grande a punto de saltar. Desde la gente común –a la que se refiere un ínclito diputado altoparana­ense– hasta los más renombrado­s, creo que seguimos dando pasos en falso. Los expresiden­tes de esta República dieron tantos pasos hacia sus espaldas que hasta tentaron por el rekutu y muchos paraguayos quedaron con ganas de saltar hacia el abismo.

La letra sigue con “quién va a declararse libre de pecado, de no haber causado ningún mal”, que se presta para dedicarles a esos sacerdotes llenos de pecados y males que entregan a los jóvenes inocentes y que santamente se dirigen a fieles de alguna parroquia con mensajes llenos de amor y santidad. Amor a la pedofilia y a la degeneraci­ón.

Y continúa el verso de José Luis con “quién a media noche no se ha despertado con ganas de empezar, sin poder ayudar”. Esta parte se puede dedicar a esos ministros que se pasaron entregando pollitos, palas, carretilla­s y machetes a los “agricultor­es” con ganas de terminar con la pobreza sin que sepan que así se comienza con la miseria.

Lo máximo ocurrió con la entrega de insumos a una miss, a quien se la nota bien dotada para ganar en buena ley un concurso de belleza, pero que, agricultor­a, la verdad que no parece.

“Yo también cometí varios errores” se presta para que le cantemos a un exsenador luqueño y los horrores de un partido que le vuelve a colocar en su lista de buena fe después de habérselo rajado del sitio donde volvió a instalarse.

“Tantas veces he tenido que sufrir” podría contarle en coro los eschachado­res que con frío y lluvia le dedicaron el tema de José Luis con “esperando ver llegar tiempos mejores”.

“He pagado un alto precio por vivir” podrían en coro gritar la gente que apuntala y paga los impuestos para producir, para los planillero­s, mecánicos, coquitos, empanadas, niñeras, viajes y viáticos de oro.

Y mientras “esperando ver llegar tiempos mejores” Juan Pueblo seguirá cantando como José Luis Rodríguez, El Puma, su clásico tema: “Tengo derecho a ser feliz...”.

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