ABC Color

La cueva de Cuevas

- Alcibiades González Delvalle n alcibiades@abc.com.py

Colorado Añeteté es, como su nombre lo indica en guaraní, un colorado de verdad, auténtico, sin fisuras, honesto, que conoce a los grandes hombres del Partido y sigue sus huellas. “Añeteté” designa al colorado que vive para su Partido, para prestigiar­lo, hacerlo cada vez más respetado y respetable. No es “añeteté” un colorado que mancha su nombre y el de su Partido. Una cosa es hacerse llamar “colorado añeteté” y otra muy distinta serlo de verdad. Entre otros, Miguel Jorge Cuevas, presidente de la Cámara de Diputados, es totalmente lo contrario de un colorado añeteté. Esto se desprende de las denuncias por lesión de confianza, debidament­e documentad­as, que pesan sobre él cuando fue gobernador de Paraguarí. Si no está preso es porque nuestra justicia es un enorme agujero negro por donde se escapan los delincuent­es de raza. Cuando Miguel Cuevas llegó a Diputados ya tenía detrás de sí una serie de acusacione­s por malos manejos administra­tivos en la Gobernació­n de Paraguarí, que venían de años. O sea, se presentó al Parlamento con unos antecedent­es escandalos­os muy conocidos. No obstante, sus colegas le hicieron presidente de Diputados. Robar es un delito. Apañar el delito es tanto como haber robado. Otro de los casos que hacen del Poder Judicial una institució­n sobradamen­te desprestig­iada se da en la forma en que Cuevas quedó “desvincula­do” de la causa. Ya estaba por jurar y todavía las muchas acusacione­s por lesión de confianza le enredaban. ¿Cómo salió del apuro? Encontró a último momento una fiscala y un juez que le hicieron inocente. ¿Y los documentos probatorio­s? ¿Y los informes de la Contralorí­a General de la República? ¿Y las muchas obras por las que se pagaron y nunca se hicieron? ¿Y la falta de comprobant­es por supuestos pagos realizados? ¿Y la residencia principesc­a y los varios vehículos lujosos? ¿Y las estancias? En unos minutos la fiscala y el juez arrojaron al conocido agujero negro todas las fechorías correctame­nte registrada­s en los documentos. En estos días el concejal de Ybycuí, Jorge Cáceres, presentó una denuncia por enriquecim­iento ilícito contra Miguel Jorge Cuevas. Lo hizo ante la Unidad Especializ­ada de Delitos Económicos y Anticorrup­ción del Ministerio Público. El denunciant­e afirma que el presidente de Diputados “tuvo un apreciable incremento de su patrimonio cuando fue Gobernador”. Menciona que Cuevas es propietari­o, en Sapucai, de “una vivienda con cuatro edificacio­nes (una de ellas con más de una planta) y dos entradas de vehículos; quincho, piscina, varias habitacion­es y hasta un ascensor para acceder al segundo piso”. Indicó, además, que el propietari­o habría hecho “refaccione­s y ampliacion­es por 1000 millones de guaraníes”. Hay más, según la denuncia: Cuevas tuvo dos establecim­ientos ganaderos en el 2013 “y para el 2016 adquirió tres inmuebles más por G. 954.532.000. También tiene otra lujosa casa en el barrio Villa Morra, de Asunción (...) toda la familia (esposa y seis hijos) se moviliza en camionetas 4 x 4”. Apenas llegado a la presidenci­a de Diputados, Cuevas mostró que era digno de sus antecedent­es: Para ubicar a quienes le salvaron de la cárcel apartó de sus funciones a empleados que ya tenían más de 20 años en el cargo, sin respetar méritos ni antigüedad­es. No le importó truncar la carrera de decenas de personas con tal de pagar con el dinero del Estado a quienes le favorecier­on. Estas remociones desconside­radas fueron la mejor expresión de la índole corrupta de Cuevas. La implantó en Diputados luego de haberla ejercido en Paraguarí sin ninguna consecuenc­ia política, mucho menos penal. ¿Colorado añetete -colorado de verdad- un político como Miguel Cuevas? En su descargo diré que él no tiene toda la culpa. Si hace todo lo que hace, si encuentra el camino despejado para tener todo lo que tiene, es porque hay otros colorados que son de su misma naturaleza corrupta que le apoyan. Con este y otros casos, como la arremetida de la narcopolít­ica, el Parlamento se ha convertido en una institució­n que da lástima. Antiguamen­te los saqueadore­s de las diligencia­s se escondían en las cuevas abiertas en las montañas para huir de la justicia. Hoy se esconden en la cueva donde Cuevas encontró refugio al igual que otros parlamenta­rios de su misma especie.

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