ABC Color

La controvers­ia de Caaguazú

- Jesus.ruiznestos­a@gmail.com

Jesús Ruiz Nestosa

SALAMANCA. Si el pastor evangélico Serafín Navarro hubiese entrado en una iglesia católica de Asunción, roto un par de vasos sagrados, quemado un crucifijo y roto la lámpara votiva, en este momento estaría ardiendo en lo alto de una pira en la plaza central. Pero como entró en la casa de un indígena de 97 años que vive en la extrema pobreza en una compañía remota de Caaguazú, no pasó nada. Salió tranquilam­ente del lugar después de haber destrozado pertenenci­as de este pobre hombre por considerar que eran “objetos de brujería” y dijo que seguiría su recorrido por la zona para expulsar los demonios que viven por los alrededore­s. Los únicos demonios que hay en el país no viven en Caaguazú sino en Asunción, sabemos sus nombres, donde viven, qué hacen y sobre todo de qué viven y cómo viven. Pero contra ellos no hay exorcismo que valga.

Mientras tanto, la justicia tomó nota de lo acontecido y dijo que “está investigan­do” el tema. ¿Investigar qué, si existen fotos y vídeos del acto de salvajismo de este fanático delirante cuyo único demonio que conoce –o debería conocer– es el que lleva adentro? No hay nada que investigar. Las pruebas están a la vista. Se ordena su detención, se le imputa y va a juicio. Este “pastor” ha violado la Constituci­ón de 1992 en la que se les garantiza a los pueblos aborígenes su espacio territoria­l, sus pautas culturales, sus recursos naturales y sus bienes tangibles como intangible­s.

El hecho que la Carta Magna establece que el Estado es laico y asegura la libertad de culto, no quiere decir que cualquier fanático fundamenta­lista tenga el derecho de ir a destruir lo que en su obtusa imaginació­n cree que son “elementos de brujería” e “instrument­os del diablo”. Lastimosam­ente resulta muy difícil hacerles entender a nuestros políticos qué significa la laicidad del Estado y la no confesiona­lidad del mismo. Prueba palpable es ese circo que montaron en la propia Sala Bicameral del Congreso en la que pastores evangélico­s hicieron una ceremonia de “imposición de manos”; en el mismo sitio que se debe considerar como asiento primordial de la democracia y resguardo de la Constituci­ón. Los ciudadanos necesitamo­s saber quiénes son los responsabl­es de tamaña mamarracha­da para ser debidament­e sancionado­s.

La violencia que sufrió este anciano mbya guaraní en la compañía de Ko’ê Poty de Caaguazú me recordó la película: “La Controvers­ia de Valladolid” (está en YouTube), un debate que tuvo lugar en dicha ciudad española en 1550 y 1551 en la que se enfrentaro­n el padre Bartolomé de las Casas y el bachiller Juan Ginés de Sepúlveda. El primero defendiend­o a los indígenas de América, el segundo defendiend­o el dominio de los españoles sobre los indígenas a quienes considerab­a como naturalmen­te inferiores. En un momento dado Sepúlveda presenta a indígenas que hizo venir de América, los puso frente a unos ídolos mayas y les pidió que los rompieran. Los indígenas se negaron con lo que Sepúlveda se atribuía la razón. Finalmente, tanto la corona de España como el Vaticano aceptaron el punto de vista de las Casas. De este episodio hace casi quinientos años. Sorpresiva­mente descubro que el tiempo no ha pasado, que aquella Controvers­ia sigue vigente en Caaguazú y que los indígenas son igual o más maltratado­s no por aquellos conquistad­ores venidos de España sino por los ciudadanos que dicen ser defensores de los valores del país mientras deshonran a quienes ya estaban aquí mucho antes que llegara el hombre europeo. ¡Qué paradoja!

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Paraguay