ABC Color

No más oscuridad

- Guillermo Domaniczky guille@abc.com.py

Como generalmen­te suele ocurrir, esta semana volvimos a quedarnos en la anécdota sin discutir el fondo de la cuestión.

Los grupos de WhatsApp se llenaron de mensajes del tipo “ese luego no se baña”, “drogadicto es”, “es un ídolo porque les dice las cosas en la cara a los bandidos” y “es un loco pero necesario con tantos corruptos sueltos”.

La gran mayoría de las opiniones se centró en las formas que usa el senador Cubas, que de loco no tiene literalmen­te un pelo, para transmitir un mensaje político.

El fondo de la cuestión que motivó su reacción y enfrentami­ento con un par de colegas fue la necesidad de hacer pública la sesión de la Comisión de Asuntos Constituci­onales del Senado en la que comparecie­ron quienes aspiran a llegar a ministros de la Corte Suprema de Justicia.

¿Qué motivos pueden justificar que sea reservada una sesión de comisión en la que aspirantes a ministros de la Corte responden a preguntas de senadores? ¿Qué interés se hubiese visto afectado al tener una sesión abierta para aquel que la quiera observar?

Hace dos semanas hablábamos de la necesidad de transparen­tar el funcionami­ento de las institucio­nes del Estado.

Decíamos que demasiada oscuridad y desorden solo favorecen a quienes lucran con ello, y que el secreto debería ser la excepción y no la norma, exclusivam­ente cuando se afecte algún tema de seguridad nacional o se ponga en riesgo la intimidad de las personas, sin que esta esté vinculada a un interés público.

Con esa oscuridad y desorden, por ejemplo, el exsenador Óscar González Daher mantuvo congeladas en el Jurado de Enjuiciami­ento de Magistrado­s unas 730 denuncias contra jueces y fiscales, la mayoría hechas hace 6 o 7 años, de acuerdo al nuevo presidente del Jurado, Cristian Kriskovich.

Es lógico suponer que esa oscuridad era una herramient­a de apriete y negociació­n con denunciant­es y denunciado­s, ante la complicida­d, por omisión, de los demás miembros del Jurado, que no exigían la transparen­cia y el orden en la administra­ción.

González Daher tuvo que dejar el cargo para que nos enteráramo­s de que existía toda esa cantidad de expediente­s paralizado­s, ante el silencio de los demás consejeros.

Decíamos también que esa transparen­cia debería ser obligatori­a en la Corte Suprema de Justicia, con la transmisió­n de las sesiones y sus discusione­s jurídicas, que deberían estar abiertas a cualquier ciudadano que quiera controlar el funcionami­ento del órgano que ejerce el poder en el que se incuba la impunidad en nuestro Estado.

Por eso también debería haber sido pública la exposición de quienes aspiran a llegar a ministros de la Corte Suprema de Justicia, conocer lo que piensan sobre decisiones que eventualme­nte deberán tomar, y, sobre todo, los planteamie­ntos de los senadores, que evidenciar­ían si el criterio de designació­n de ministros sigue siendo principalm­ente el partidario.

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