Detalles a pulir
Durante la celebración del Día Mundial del Turismo, el jueves 27 pasado, Encarnación fue destacada como la mejor equipada para el turismo receptivo y el principal destino a nivel nacional. No en vano fue designada por la Federación Latinoamericana de Ciudades Turísticas como vice capital del turismo por Paraguay.
De hecho, el distrito tiene la actual principal puerta de entrada a nuestro país, el puente internacional “San Roque González de Santa Cruz”, por donde se tiene registrado el ingreso de más de la mitad de los visitantes durante la última temporada. Estos elementos, indudablemente implican –para la ciudad y para sus habitantes en general, y en particular para los distintos estamentos de la administración pública– un compromiso grave y, por sobre todo, acciones creativas y eficientes para garantizar la seguridad y el buen pasar de los visitantes, y que regresen a sus ciudades y países con el deseo de volver a Paraguay.
Pero –siempre hay un pero– existen algunos aspectos a veces muy sutiles que pasan inadvertidos en la vorágine diaria, y tienen que ver con ese estado de tranquilidad, de satisfacción y de confianza que pueda sentir la persona que llega a la ciudad.
Reiteradamente he observado cuando un turista es literalmente atropellado y acosado por vendedores ambulantes, o por quienes ofrecen “cuidar” sus autos mientras realizan compras o comen en los restaurantes. Más de uno accede por el simple temor de que su negativa se traduzca en un raspón a su
vehículo.
También están los “gestores de pases”. Son motociclistas que ofrecen a los automovilistas que forman fila para salir de la ciudad por el puente internacional adelantarse a cambio de sumas de dinero, en complicidad con los encargados del control. No falta quien acepta, generando una situación de injusticia y desagrado en quien debe aguardar a veces por horas para cruzar la pasarela.
En un país con tan marcada brecha social y económica, tan carentes de buenos ejemplos de honestidad de quienes ocupan sitiales de relevancia en la política y en la administración del Estado, pareciera que la necesidad lo justifica todo y que la deshonestidad es solamente “viveza”.
Sin dudas, estos “detalles a pulir” exigen de nuestras autoridades en general una gran dosis de creatividad, y fundamentalmente determinación y compromiso a la altura de las circunstancias.
jaroa@abc.com.py