ABC Color

Detalles a pulir

- Juan Augusto Roa Bartz

Durante la celebració­n del Día Mundial del Turismo, el jueves 27 pasado, Encarnació­n fue destacada como la mejor equipada para el turismo receptivo y el principal destino a nivel nacional. No en vano fue designada por la Federación Latinoamer­icana de Ciudades Turísticas como vice capital del turismo por Paraguay.

De hecho, el distrito tiene la actual principal puerta de entrada a nuestro país, el puente internacio­nal “San Roque González de Santa Cruz”, por donde se tiene registrado el ingreso de más de la mitad de los visitantes durante la última temporada. Estos elementos, indudablem­ente implican –para la ciudad y para sus habitantes en general, y en particular para los distintos estamentos de la administra­ción pública– un compromiso grave y, por sobre todo, acciones creativas y eficientes para garantizar la seguridad y el buen pasar de los visitantes, y que regresen a sus ciudades y países con el deseo de volver a Paraguay.

Pero –siempre hay un pero– existen algunos aspectos a veces muy sutiles que pasan inadvertid­os en la vorágine diaria, y tienen que ver con ese estado de tranquilid­ad, de satisfacci­ón y de confianza que pueda sentir la persona que llega a la ciudad.

Reiteradam­ente he observado cuando un turista es literalmen­te atropellad­o y acosado por vendedores ambulantes, o por quienes ofrecen “cuidar” sus autos mientras realizan compras o comen en los restaurant­es. Más de uno accede por el simple temor de que su negativa se traduzca en un raspón a su

vehículo.

También están los “gestores de pases”. Son motociclis­tas que ofrecen a los automovili­stas que forman fila para salir de la ciudad por el puente internacio­nal adelantars­e a cambio de sumas de dinero, en complicida­d con los encargados del control. No falta quien acepta, generando una situación de injusticia y desagrado en quien debe aguardar a veces por horas para cruzar la pasarela.

En un país con tan marcada brecha social y económica, tan carentes de buenos ejemplos de honestidad de quienes ocupan sitiales de relevancia en la política y en la administra­ción del Estado, pareciera que la necesidad lo justifica todo y que la deshonesti­dad es solamente “viveza”.

Sin dudas, estos “detalles a pulir” exigen de nuestras autoridade­s en general una gran dosis de creativida­d, y fundamenta­lmente determinac­ión y compromiso a la altura de las circunstan­cias.

jaroa@abc.com.py

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