ABC Color

Trump socavó demanda contra Maduro en la Corte Penal Internacio­nal

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¡Qué ironía! Aunque el presidente Donald Trump criticó al régimen de Venezuela en su discurso del martes ante las Naciones Unidas, de hecho socavó la demanda de cinco democracia­s latinoamer­icanas para solicitar una investigac­ión de la Corte Penal Internacio­nal contra el dictador venezolano Nicolás Maduro.

Justo cuando los cancillere­s de Argentina, Chile, Colombia, Paraguay y Perú se preparaban para firmar una petición conjunta a la CPI para pedir una investigac­ión sobre los posibles crímenes contra la humanidad de Maduro, Trump arremetió con todo contra la CPI.

Trump dijo en su discurso ante la Asamblea General de la ONU, “Estados Unidos no brindará ningún apoyo al reconocimi­ento de la Corte Penal Internacio­nal. En lo que respecta a Estados Unidos, la CPI no tiene jurisdicci­ón, ni legitimida­d, ni autoridad”.

¡Maduro debe haber festejado con champán! De hecho, la petición de varios países para que la CPI investigue a Maduro ha sido una de las mayores aspiracion­es de la oposición de Venezuela en los últimos meses.

Los cinco cancillere­s latinoamer­icanos anunciaron el martes que postergaro­n la firma de su petición a la CPI para el miércoles, sin dar ninguna razón. No está claro si el ataque de Trump contra la CPI los llevó a evitar firmar su petición el mismo día.

Pero ese no fue el único daño que causó Trump. En su discurso, en el que afirmó que “rechazamos la ideología del globalismo y aceptamos la doctrina del patriotism­o”, apoyó casi todas las causas equivocada­s, haciendo casi imposible que Estados Unidos lidere cualquier ofensiva internacio­nal para buscar la restauraci­ón de la democracia en Venezuela.

Trump defendió sus políticas racistas contra la inmigració­n, elogió su plan de construir un muro en la frontera con México, anunció que no firmará el Pacto Mundial sobre Migración, arremetió contra “acuerdos comerciale­s malos y rotos” que en las últimas cuatro décadas hicieron que la mayor parte de la humanidad saliera de la pobreza, e ignoró los llamados a luchar contra el cambio climático.

Además, Trump invocó la doctrina Monroe –una política estadounid­ense de principios del siglo XIX que advertía a las potencias no regionales que se mantuviera­n alejadas de América Latina–, que muchos en la región ven como un resabio del pasado. Si Trump quería energizar a los enemigos de Estados Unidos y molestar a sus aliados en la región, elogiar la doctrina Monroe fue la mejor manera de hacerlo.

Nadie debería sorprender­se de que los diplomátic­os que escuchaban su discurso se rieron colectivam­ente cuando Trump dijo que “en menos de dos años, mi administra­ción ha logrado más que casi cualquier administra­ción en la historia de nuestro país”. Muchos pensaron que estaba bromeando. Trump, sorprendid­o por las risas, se vio obligado a decir: “No esperaba esa reacción”.

También significat­ivamente, Trump no mencionó los abusos contra los derechos humanos del presidente ruso Vladimir Putin o su invasión de Crimea, ni criticó a la mayoría de los violadores de derechos humanos más sangriento­s del mundo, como el dictador norcoreano Kim Jong-un.

“Es vergonzoso que Trump vaya a las Naciones Unidas y denigre a la CPI en un momento en que cinco democracia­s latinoamer­icanas están a punto de presentar una petición a ese mismo tribunal para llevar a Maduro ante la justicia”, me dijo José Miguel Vivanco, jefe de la división de las Américas de Human Rights Watch. “Le quitó el piso a todo el esfuerzo por encausar a Maduro y su mafia”.

Trump anunció nuevas sanciones individual­es contra altos funcionari­os del régimen de Maduro, incluida la esposa de Maduro.

Pero los partidario­s de la democracia en Venezuela no deberían dejarse engañar por las duras palabras de Trump, ni por sus acciones en gran parte simbólicas.

Maduro estaría mucho más amenazado si –en lugar de lidiar con un presidente estadounid­ense del que la mayoría del mundo se ríe, como lo hizo el martes durante el discurso de Trump– Estados Unidos tendría un líder con autoridad moral y políticas globalista­s que le permitiría­n liderar una coalición diplomátic­a internacio­nal para restablece­r la democracia en Venezuela.

Como lo demostró el torpe ataque de Trump contra la CPI, su patriotism­o barato y su caótica política exterior a menudo son un obstáculo para la causa de la libertad en Venezuela, y muchos otros países.

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