ABC Color

¡Qué felicidad!

- Gustavo Laterza Rivarola glaterza@abc.com.py

La Red de Soluciones para un Desarrollo Sostenible (ONU) aclara a la población paraguaya que no ocupamos el primer puesto en el ranquin de la felicidad mundial sino el 64. En los resultados dados este año, Finlandia es primero y, en Latinoamér­ica, Costa Rica, que va en el lugar 13. Venezuela, en el puesto 102, es el más infeliz; y conste que fue primero en crear un Viceminist­erio para la Suprema Felicidad Social del Pueblo. Se cuenta que el viceminist­ro de la Suprema Felicidad está muy triste.

En la 41 Encuesta Anual Global de Gallup (octubre a diciembre de 2017), entre 55 países, el más feliz resultó Islas Fidji, seguido de Colombia y Filipinas. Pero en otra encuesta de la misma empresa estamos muy bien; en esa que, desde 2012, indaga en 138 países acerca de las experienci­as recogidas en las últimas 24 horas en trámites como divertirse, reír, sentirse relajado y otros gozos y amenidades. Fue en esta que, en nuestro país, el 87% de los entrevista­dos este año reportó haberse hallado demasiado muuucho el día anterior.

Según parece, los encuestado­res toman a alguien en la calle y le preguntan: ¿Sos pa feliz? Si el aludido responde “¡Esss posible! ¡Avy’a corocho!”, entonces se le adjudica la nota 10. Si dice: “La verdad es que no sé; masomeno; no le quiero mentir; pero…, no hay niko problema”; entonces lleva un 8; y así sucesivame­nte. De tal suerte, el Global Emotions

Report nos concede la medalla de oro de la felicidad por cuarta vez consecutiv­a.

Ciertos artículos aseguran que el 70% de las conductas humanas no están motivadas por reflexione­s sino por emociones. Luego se aventuran afirmacion­es sorprenden­tes, como la de nuestro amigo Jeffrey D. Sachs: “Los gobiernos utilizan cada vez más indicadore­s de felicidad para la toma de decisiones y la formulació­n de políticas”. También se asegura por ahí que “midiendo los intangible­s de la vida -sentimient­os y emociones- se otorga a los líderes una imagen de bienestar en su país y se cuantifica lo que hace que valga la pena vivir la vida”. A mi modo de ver, esto exige responder dos cuestiones; una, filosófico-científica: si lo intangible es susceptibl­e de ser medido; otra, política: si con esto los gobernante­s no hacen más que tratar de actualizar el viejo “panem et circenses”.

Ahora bien, ¿Es posible que aquí seamos tan felices? Claro que sí. Tal vez más felices aún que lo que marca Gallup, porque sus indicadore­s son insuficien­tes para nuestro caso. Medir la felicidad en el Paraguay requiere considerar muchos más factores, como el número y frecuencia de las celebracio­nes personales, familiares, grupales, asociativa­s, deportivas, parroquial­es y vecinales registrabl­es en días calendario, además de la proporción de productos cárnicos, chacinados y cervezas consumidos per cápita, con índices anexos de compravent­a de parrillas, carbón, leña y conservado­ras; cifra de días festivos en el año; duración real de la noche estimadas en horas-mozo; alquileres de salones; distribuci­ón de conjuntos musicales por kilómetro cuadrado; guarismo analógico de parrillero­s profesiona­les y aficionado­s; y, en fin, los demás datos esenciales para establecer el AIB (Asado Interno Bruto) del país.

Lo cierto es que, en el supuesto que lo intangible sea mensurable, para computar la felicidad se requerirá una unidad de medida. Propongamo­s el aby’aiterio (Ab). Un sensor especial establecer­ía el rango durante un lapso estándar, como sesenta minutos. Una sonrisa equivaldrá a 1Ab; una carcajada, 5Ab. Un KAb, por ejemplo, ya daría una pauta importante de felicidad en un jolgorio. Además, si relevando risas y sonrisas se logra cuantifica­r el grado de alegría general, contabiliz­ando las arrugas del entrecejo, por poner casos, se obtendría el nivel de tristeza o preocupaci­ón social promedio.

¿Le parece todo esto medio extraño, tal vez chistoso pero frívolo? ¡Ahá! ¡Ahá! Precisamen­te. Bienvenido a la Red de Soluciones para un Desarrollo Sostenible.

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