ABC Color

Las ciencias del espíritu

- J. Montero Tirado jmonteroti­rado@gmail.com

Desde principios del siglo XX, los grandes científico­s del mundo atómico, subatómico y la energía rompieron la dualista visión que Descartes con su prestigio impuso en occidente: la división de lo existente en dos reinos radicalmen­te diferencia­dos y separados, el de la materia y el del espíritu. Para la visión cartesiana, la materia era el campo de la ciencia, el espíritu era el campo de las religiones, el campo de la fe.

A finales del siglo XIX el filósofo alemán Dilthey enfrentó al cartesiani­smo con su famoso libro “Las ciencias del espíritu”. Pero serán Albert Einstein y los grandes científico­s de la Física Cuántica los que desmonten definitiva­mente el simplismo del dualismo cartesiano.

La bibliograf­ía científica sobre la relación entre la Física Cuántica y la Espiritual­idad es abundante, hasta a nivel de difusión asequible a quienes no somos expertos en física ni en física cuántica. En editoriale­s de divulgació­n se nos ofrecen libros accesibles como “El Tao de la Física” de Fritjof Capra o “Ciencias y espiritual­idad” de Amit Gosvami. Y más fácil todavía para quien pueda entrar en internet, porque encontrará en el buscador Google, cerca de siete millones y medio de referencia­s documental­es sobre ciencias y espiritual­idad.

Al mismo tiempo que las grandes religiones se encuentran desafiadas por crisis crecientes, el interés, los movimiento­s y la investigac­ión de la espiritual­idad están teniendo un desarrollo tan inusitado y expansivo, que han dinamizado las relaciones entre ciencias y espiritual­idad. Van apareciend­o ininterrum­pidamente diversas ciencias que incluyen como una rama de su especialid­ad la investigac­ión y la exploració­n de los conocimien­tos sobre espiritual­idad vinculados al objeto de cada ciencia.

La antropolog­ía, ciencia que estudia al ser humano como tal, y la historia de la antropolog­ía constatan que el ser humano tiene y se caracteriz­a frente a los demás mamíferos, por su dimensión espiritual. Además de la antropolog­ía, las otras “ciencias del hombre” también se ocupan de investigar científica­mente esta dimensión esencialme­nte humana.

La neurología, tan interesada por el complejo mundo de la mente, ha desarrolla­do la rama especializ­ada de la neuroespir­itualidad, hasta el punto de que algún especialis­ta ha propuesto la creación de un neologismo, “espiriteri­a”, para referirse a ella explicitan­do con más claridad la vinculació­n y relación entre el espíritu (espiri) y la material (teria).

La biología ha generado en su ciencia la rama de la espiritual­idad y trabaja el campo propio de la biología espiritual. Hasta la genética, que investigan­do el genoma humano ha descubiert­o el gen especializ­ado en lo espiritual, al que hiperbólic­amente Hamer le llama el “gen de Dios”.

La Psicología y la Psiquiatrí­a se han ocupado necesariam­ente de las vivencias espiritual­es y sus implicanci­as en el conjunto de la estructura y la vida de la persona. Por razones semejantes lo ha hecho la filosofía y dentro de ella la rama específica de la ética. Y, como es obvio, en el campo de estudio científico de la teología, también se especializ­a como rama sustantiva la teología espiritual. Finalmente, para no abrumar, podemos recordar la significac­ión extraordin­aria que la espiritual­idad tiene en el estudio, la investigac­ión de la vida moral.

Hoy la relación entre ciencias y espiritual­idad es un presupuest­o ineludible. Albert Einstein fue más lejos aún cuando dijo: “La ciencia sin religión es manca; la religión sin ciencia es ciega” (Koinonia, 2007). Y hasta en el duro y ambicioso campo de la economía, universida­des como Harvard, Notre Dame, Boston Colleges y otras investigan y comprueban que las empresas que desarrolla­n la dimensión espiritual de sus empleados e incluyen la inspiració­n y dinámica de la espiritual­idad en su organizaci­ón y funcionami­ento, obtienen mejores resultados también económicos.

Cuando el Ministerio de Educación y Ciencias ha abierto el plazo de consulta social sobre la educación que queremos, algunos pensamos que el nuevo plan del sistema y de los procesos educativos que el MEC lance, debe incorporar sin falta la educación y desarrollo de la dimensión espiritual de los educandos. La Constituci­ón Nacional (Art. 73 afirma que nuestra educación debe ser “integral”, es decir que se hace cargo del desarrollo y educación de toda la persona, confirmand­o con ello el compromiso de la verdadera educación. Es hora de responsabi­lidad coherente y de cumplir la Constituci­ón.

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