ABC Color

Opáy la ñande justicia

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No es un despertar generaliza­do ni un acontecimi­ento trascenden­tal como para explotar bombas y lanzar gritos de euforia, pero principio tienen las cosas. En las últimas semanas, tanto el Ministerio Público como algunos jueces han tenido una actuación correcta y ajustada a la ley; eso en Paraguay ya es una gran cosa.

Durante demasiadas décadas, el Poder Judicial ha sido un apéndice servil del Poder Ejecutivo y algo así como simple mandadero de los líderes del Poder Legislativ­o. Los procesos en los tribunales se ajustaban a los intereses de los dueños del poder, de modo que algunos expediente­s se tramitaban como trenes de alta velocidad y otras denuncias y querellas simplement­e se guardaban por años en los cajones de la injusticia.

En los últimos tiempos, hemos sido gratamente sorprendid­os por hechos de cumplimien­to imposible en períodos anteriores. Los diputados y senadores han votado por el desafuero o la pérdida de investidur­a de algunos parlamenta­rios acusados ante la justicia por delitos graves, dejando de lado el autoblinda­je y el espíritu corporativ­o que reinaban con anteriorid­ad.

Después del cambio en la jefatura del Ministerio Público, varios fiscales salieron a las calles a buscar pruebas, realizar allanamien­tos e imputar a conocidas figuras de nuestro mundo político. Esto jamás había ocurrido antes.

También los jueces que reciben las imputacion­es y solicitude­s de prisión preventiva de ex autoridade­s nacionales y renombrado­s dirigentes partidario­s, no dudaron en ordenar el envío a prisión de los acusados hasta tanto se resuelva su situación procesal. Nunca hemos visto a tantas figuras conocidas de las altas esferas políticas ingresando a las penitencia­rías, aunque se alojen en celdas vip.

En países con sistemas democrátic­os consolidad­os, estos hechos se tomarían como acciones rutinarias de la justicia y, en la práctica, serían noticias de poca trascenden­cia. Pero en suelo guaraní, estas son novedades relevantes porque constituye­n signos emblemátic­os de que nuestros fiscales y jueces están despertand­o de un preocupant­e letargo por falta de acciones firmes en la aplicación de los principios constituci­onales y de las leyes en vigencia.

Esta mejoría en la administra­ción de justicia se suma a la ya ampliament­e

apoyada campaña de organizaci­ones sociales que durante semanas se dedicaron a escrachar y exigir justicia para las figuras públicas acusadas de haber cometido delitos graves, pero que no eran llevadas a los tribunales ni, mucho menos, a los recintos penitencia­rios.

Una frase conocida nos recuerda que la escoba nueva siempre barre bien y que los problemas se presentan con el transcurri­r del tiempo. Ojalá estas informacio­nes positivas no respondan únicamente al querer portarse bien de las nuevas autoridade­s, sino que sean demostraci­ones prácticas de sus conviccion­es legales y democrátic­as como autoridade­s al servicio del bien común, de la ciudadanía en general.

Dejamos ahora constancia de nuestro reconocimi­ento por la correcta actuación de fiscales y jueces, así como también por la elección de dos nuevos ministros de la Corte Suprema con excelentes credencial­es profesiona­les. Esto no es un cheque en blanco, pues seguiremos atentos el desarrollo de la gestión en los tribunales.

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