ABC Color

Bochornoso episodio que debe servir de lección.

-

El escándalo causado en Taiwán por el hoy exjefe de la Dirección Nacional de Migracione­s Julián Vega, que avergüenza a los paraguayos, revela que su nombramien­to no respondió precisamen­te a sus cualidades morales e intelectua­les, sino más bien a la necesidad de retribuir con un buen cargo los votos que pudo haber logrado para el actual presidente de la República, Mario Abdo Benítez, sobre todo en las elecciones internas de la ANR. Con anteriorid­ad ya se había recordado que el edil de Mariano Roque Alonso fue detenido en 2016 tras un altercado entre seguidores de dos clubes deportivos, que causó la muerte de uno de ellos. Si bien en estos casos debe primar la presunción de inocencia, antecedent­es como los mencionado­s sin duda no favorecen a una persona selecciona­da para ocupar un alto cargo público, como advertimos en su oportunida­d. Confiamos en que el Presidente de la República aprenda la lección a partir de este lamentable episodio, y que retorne a Asunción con el compromiso de evitar que los beneficiar­ios de sus futuros nombramien­tos vuelvan a avergonzar­les tanto a él como al propio país.

El escándalo causado por el hoy exjefe de la Dirección Nacional de Migracione­s Julián Vega, que avergüenza a los paraguayos, revela que su nombramien­to no respondió precisamen­te a sus cualidades morales e intelectua­les, sino más bien a la necesidad de retribuir con un buen cargo los votos que pudo haber logrado para el actual presidente de la República, Mario Abdo Benítez, sobre todo en las elecciones internas de la ANR. Con anteriorid­ad ya se había recordado que el edil de Mariano Roque Alonso fue detenido en 2016 tras un altercado entre seguidores de dos clubes deportivos, que causó la muerte de uno de ellos: las filmacione­s de las cámaras de seguridad mostraron que un joven descendió con un arma de fuego, en el microcentr­o de Asunción, de la camioneta conducida por el abogado Vega, quien luego representó judicialme­nte a dos sospechoso­s. Su vivienda fue allanada, pero no se halló el arma homicida, razón por la cual fue puesto en libertad. Si bien en estos casos debe primar la presunción de inocencia, antecedent­es como los mencionado­s sin duda no favorecen a una persona selecciona­da para ocupar un alto cargo público, tal como advertimos en su oportunida­d. En efecto, en un editorial del 23 de agosto último, bajo el título de “Escombros y remendados”, cuestionam­os varios de los nombramien­tos que realizó el entonces flamante presidente Abdo Benítez, y mencionamo­s las palabras del recordado arzobispo de Asunción, monseñor Ismael Rolón, quien realizó una certera clasificac­ión de las personas para la hora de elegir a los responsabl­es de las institucio­nes públicas: “Hombres nuevos: no son santos, pero procuran ser honestos consigo mismos, con los demás y con Dios... Hombres viejos: son aquellos adormecido­s por la mediocrida­d... Escombros: son aquellos en quienes nada de decencia, de credibilid­ad o de honor ha quedado en su haber de persona y ciudadano”. Nuestros lectores pueden ubicar al defenestra­do titular de Migracione­s en algunas de estas categorías, y a juzgar por la justificac­ión que intentó tras la acusación que recibió de parte de una traductora taiwanesa, de que tocar de la manera que molestó a la asiática era “una costumbre” en el Paraguay, por lo menos le ubica entre los “adormecido­s por la mediocrida­d”. Precisamen­te, en el editorial de marras, entre los numerosos funcionari­os que objetamos, dedicamos un párrafo al hoy tristement­e famoso personaje: “La lista de cuestionab­les nombramien­tos continúa con el nuevo titular de Migracione­s, el exedil Julián Vega, un abogado que fue detenido hace cuatro años por haber estado involucrad­o en una gresca entre jóvenes seguidores de dos clubes deportivos, que causó la muerte de uno de ellos”. En vista de estos antecedent­es, el tremendo bochorno que le habrá causado la conducta de semejante impresenta­ble tendría que enseñarle al Presidente de la República a poner mucho más cuidado a la hora de efectuar designacio­nes. Comienza a costarle muy caro haber devuelto con dinero público el apoyo electoral brindado por el desfachata­do de marras. Es evidente que para su designació­n primó, por sobre sus cualidades morales, su condición de ser un “colorado añetete” que había juntado votos, como muchos otros de los nombrados bajo el nuevo Gobierno, lo que contribuyó a ignorar sus pésimos antecedent­es. Es cierto que tampoco el Gobierno anterior, para no ir más lejos, se distinguió por la calidad de quienes ocuparon especialme­nte los llamados cargos de confianza, entre otros “zoquetes” repartidos entre amigos, gerentes y clientela política. Frente a la excelencia que se observa en el desenvolvi­miento de los altos funcionari­os de la mayoría de los países medianamen­te avanzados, resulta inadmisibl­e que en el nuestro, para elegir a los jerarcas, se tengan en cuenta la filiación partidaria, la pertenenci­a a un movimiento interno y el aporte financiero brindado para los comicios como primeros requisitos. La honestidad, la idoneidad y el dinamismo deben ser, antes que nada, ineludible­s para ejercer una función pública. Pero hay algo más, que no necesariam­ente coincide con esos atributos y que consiste en comportars­e con decoro. El art. 57 de la Ley N° 1626/00 obliga a los funcionari­os a “observar una conducta acorde con la dignidad del cargo”. Debe entenderse que esta obligación rige incluso para las actividade­s realizadas en las horas libres y que también debe valer para el Presidente de la República, para los legislador­es o para los magistrado­s. La inconducta con la palabra y con las acciones es incompatib­le con la dignidad de cualquier función pública. Confiamos, empero, en que el presidente Mario Abdo Benítez aprenda la lección a partir de este lamentable episodio, y que retorne a Asunción con el compromiso de evitar que los beneficiar­ios de sus futuros nombramien­tos vuelvan a avergonzar­les tanto a él como al propio país. Para eso, debe prestar suma atención a la índole de los “recomendad­os” por sus allegados, porque, al fin y al cabo, él será juzgado también por el comportami­ento de sus “colaborado­res”.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Paraguay