Aumentan las exigencias de los “indignados” contra congresistas
Ciudadanos autoconvocados se movilizaron anoche en el cruce de las avenidas Mariscal López y San Martín de Asunción, para exigir la pérdida de investidura de los congresistas denunciados por corrupción. Luego marcharon hasta la casa del presidente de la C
LUQUE (Gladys Villalba, corresponsal). “El grupo de autoconvocados ahora se volvió más exigente, y pide a Miguel Cuevas (Añetete) que renuncie. También, que pidan permiso aquellos legisladores que tengan problemas judiciales, hasta que los resuelvan. Y aquellos que ya no tienen solución, que renuncien”, informó Esther Roa, coordinadora del grupo de los “indignados”.
Refirió, además, que este tipo de movilizaciones es la única forma de devolver un poco de ética a la “Cámara de la vergüenza”.
“Los presentes solicitan a todos ‘los comunes’, jóvenes, amas de casas, estudiantes, empresarios y otros profesionales, que pierdan el miedo y se unan a los escraches. Además, que se acostumbren a denunciar los hechos de corrupción”, dijo.
“Los legisladores no están acostumbrados a estas manifestaciones de forma directa; de hecho, (las) ven con malos ojos. Pero tenemos que dejar un mensaje claro: ya basta de impunidad. Se ganaron más desconfianza desde el momento que se autoabroquelaron”, expresó.
Refirió, asimismo, que el diputado Rodrigo Blanco (PLRA, efainista) integra una comisión especial para tratar el artículo 201 de la Constitución Nacional, que trata se la pérdida de investidura.
“Nos dimos cuenta de que quieren tomarnos el pelo. Fuimos a visitarlo a su casa, y con micrófono abierto le pedimos que él impulse la pérdida de investidura de Carlos Portillo por aplicación directa del artículo 201. No vamos a aceptar un proyecto para autoblindarse”, afirmó.
Asimismo, negó categóricamente que hayan violentado la casa del diputado liberal, al señalar que el grupo insta a la no violencia, y que lo máximo que hace es arrojar basura y huevos. En cuanto a las explosiones de petardos, señaló que “se trata de una modalidad”.
“Nadie pintó su pared ni rompió los vidrios de su casa. Es una modalidad que los compañeros aplican. Nosotros tratamos de evitar incidentes. Ellos fueron los que enviaron a sus hurreros”, argumentó Esther Roa.