Tormenta Santa Rosa conduce a un tornado
Todo parece indicar que el presidente Abdo Benítez no podrá gobernar, que se pasará el tiempo 1. Atajando penales y 2. Evacuando consultas sobre el manejo de las internas partidarias. Lo primero tendrá que hacerlo en dos frentes: el interno partidario para enfrentar las arremetidas de la oposición (cartismo) dentro de su propio partido y el externo conformado por las críticas originadas en la opinión pública.
En cuanto al manejo de consultas sobre las internas me refiero al internismo dentro de su propio movimiento, Colorados Añetete, que se divide desde ahora mismo, sin esperar ambiente electoralista, entre 1. Quienes piensan que el equipo debe enfocarse en dar gobernabilidad al presidente y 2. Quienes consideran que debe ponerse en marcha –ya mismo– una nueva campaña electoral, lo cual ya está creando una inocultable tensión de microclima en el entorno presidencial.
El interés general es que el titular del Poder Ejecutivo se ocupe plenamente de la administración del país, pero ¿quién dijo que los políticos en función de gobierno se ocupan del interés general? Se ocupan de sus cosas y mientras no sean presidente de la República tienen posibilidades de ocuparse de todo, inclusive –pero de vez en cuando– de los asuntos públicos.
Obviamente a Marito le conviene poder gobernar en un ambiente de estabilidad política, de prosperidad económica y de paz social. No poder hacerlo es pasaporte seguro para la conspiración, palabra que puede implicar desde el modesto “palo en la rueda” hasta el ambicioso “juicio político”, para todo lo cual siempre se encontrará respaldo político y constitucional dependiendo de las circunstancias, pero fundamentalmente de su “cintura política”.
Desde el final de la borrachera que produjo el triunfo electoral colorado, la prioridad de Añetete dejó de coincidir con la del presidente Abdo Benítez, lo cual hasta si se quiere es normal, ya que sabido es que el deporte nacional en materia de poder es el cortoplacismo. Además Añetete es un mosaico de grupos o personas excluidas que entraron a refugiarse bajo la sombrilla del movimiento triunfador, que hoy necesitan tener un nuevo horizonte. Tal vez solo quienes integran el gabinete ministerial compartan el interés del presidente de gobernar. Los demás, cada uno por su lado.
El problema de Añetete es que no puede arreglar una agenda debido a su origen multiforme ya que ahí conviven el grupo de Juan Carlos Galaverna, el grupo de Luis Castiglioni, del expresidente Juan Afara, el de Hugo Velázquez y el del exgobernador Rodolfo Friedmann. Todos y cada uno de ellos son jefes de sus respectivos movimientos que quedaron bajo la alfombra de Añetete, lo cual no significa que fueron sepultados.
Los más influyentes en el equipo en el sentido de mover electorado, hacer jugadas estratégicas y desafiar modelos son Calé Galaverna y Hugo Velázquez y de entre estos últimos quien tiene mayor libertad de acción es el primero, que además tiene la “autoridad” de ser abdista de “la primera hora” y de contar con el apoyo incondicional del presidente del Congreso Beto Ovelar, dueño de los votos del departamento de Caaguazú... aunque solo de la mitad, mientras que Hugo Velázquez es el más influyente del poderoso departamento Central, pero atado al cargo de segundo del Ejecutivo.
Calé, quien hizo de caldo de cultivo para que Ovelar fuese elegido titular del Congreso, ahora pide que Beto haga lo mismo con él para la presidencia de la junta de Gobierno. Beto, a sabiendas de que no será candidato a la Junta se declara con interés en el cargo, tal como lo hizo Calé en su momento para presidir el Poder Legislativo, o sea cortina de humo.
Para Marito es fundamental contar con el apoyo de su partido a fin de poder gobernar. Necesita mantener la disciplina de su equipo para decidir –bajo su liderazgo– quién será el elegido para competir por la junta de gobierno en representación de Añetete. Sin embargo, Calé ya está en plena campaña, dando la impresión de que poco le importa que sea o no candidato de Añetete, y sin que el movimiento muestre la fuerza necesaria para “ponerlo en su lugar” como hombre de equipo.
Mientras, en la vereda de enfrente, el internismo cartista exhibe disciplina, unidad y liderazgo, además de lanzar al mercado un producto muy apreciado por electorado colorado: la victimización. Consideran una persecución política de su correligionario presidente que algunos de los bandidos que integran el movimiento Honor Colorado sea despojado de su investidura, se allane sus viviendas, se los procese y detenga.
El presidente Abdo camina sobre el filo de la navaja y bastará una sola mala movida para que la “tormenta Santa Rosa” con que sacudió a algunos delincuentes políticos se transforme en un tornado sobre el Palacio de López.