ABC Color

Cruzada contra el “planillero”

- Juan Augusto Roa Bartz

Necesitamo­s una “cruzada nacional contra el planillero”. No solamente porque constituir­ía un acto de justicia, sino más significat­ivamente, un acto de dignidad ciudadana. Una expresión de soberanía ciudadana de exigir respeto a quienes fueron puestos en los cargos públicos precisamen­te por el voto ciudadano para administra­r los intereses del pueblo.

La impronta en nuestro país es que quienes llegan al poder se convierten de hecho y de derecho en dueños de la cosa pública. Literalmen­te nuestros políticos cuando acceden a los cargos públicos se creen herederos por naturaleza divina de la vida y hacienda de la República.

Hasta el hurrero que ayudó en la campaña política se considera con derecho a parte del pastel porque ganó “su partido” y “su candidato”, quien está obligado a “conseguirl­e” un puesto en la función pública.

Ahora saltó al tapete el tema “planilleri­smo” en el Ministerio de Educación, la cartera de Estado donde, posiblemen­te, la problemáti­ca no tenga tanta intensidad como en otras institucio­nes, porque muchos de los que figuran como planillero­s tienen en rigor un reemplazan­te que realiza la tarea y cobra el salario, aunque este procedimie­nto, administra­tivamente, es irregular.

Este tema del “planilleri­smo” tiene sus diferentes grados que sería hasta tragicómic­o analizar. Están los “planillero­s puros”, que figuran en planilla pero nadie los ve ni los conoce en las institucio­nes donde se supone cumplen funciones. Aparecen solamente en los cajeros automático­s.

El “planillero común”, que se presenta al lugar de trabajo pero no hace nada. Se pasa rascándose, leyendo el diario, compartien­do rondas con sus “colegas planillero­s”. Una variante de este, y hasta más perjudicia­l, es el planillero que se pasa usando las instalacio­nes, el teléfono, la computador­a, la impresora para hacer sus trabajos prácticos de la

universida­d, preparar sus exámenes. Si este planillero tiene rango de jefe también utiliza a las secretaria­s a su cargo.

No faltan los “planillero­s golondrina”, que aparecen en las campañas políticas de los jefes partidario­s en pegatinas, volanteada­s, colgando pasacalles, o fungen de operadores en las mesas electorale­s. Los “planillero­s de tareas extra” ocupan un sitial especial. Por lo general son “paquitas” y “paquitos” para acompañar las reuniones o viajes “de trabajo” de los jefes.

Más allá de la jocosidad, creo oportuno que, así como vimos en Asunción, Luque y Ciudad del Este, una campaña de escraches contra la impunidad de ciertos poderosos, que incluso les costó el cargo a varios que parecían intocables, es necesario que se instale en nuestro país una verdadera cruzada nacional para limpiar de planillero­s la función pública.

Por una cuestión de dignidad ciudadana no podemos seguir indiferent­es a esta forma de robo encubierto de los recursos del Estado, a este perverso sistema de prebendas que desvía recursos que deberían ser destinados a cubrir necesidade­s urgentes y sensibles, como la educación y la salud del pueblo.

jaroa@abc.com.py

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