Cruzada contra el “planillero”
Necesitamos una “cruzada nacional contra el planillero”. No solamente porque constituiría un acto de justicia, sino más significativamente, un acto de dignidad ciudadana. Una expresión de soberanía ciudadana de exigir respeto a quienes fueron puestos en los cargos públicos precisamente por el voto ciudadano para administrar los intereses del pueblo.
La impronta en nuestro país es que quienes llegan al poder se convierten de hecho y de derecho en dueños de la cosa pública. Literalmente nuestros políticos cuando acceden a los cargos públicos se creen herederos por naturaleza divina de la vida y hacienda de la República.
Hasta el hurrero que ayudó en la campaña política se considera con derecho a parte del pastel porque ganó “su partido” y “su candidato”, quien está obligado a “conseguirle” un puesto en la función pública.
Ahora saltó al tapete el tema “planillerismo” en el Ministerio de Educación, la cartera de Estado donde, posiblemente, la problemática no tenga tanta intensidad como en otras instituciones, porque muchos de los que figuran como planilleros tienen en rigor un reemplazante que realiza la tarea y cobra el salario, aunque este procedimiento, administrativamente, es irregular.
Este tema del “planillerismo” tiene sus diferentes grados que sería hasta tragicómico analizar. Están los “planilleros puros”, que figuran en planilla pero nadie los ve ni los conoce en las instituciones donde se supone cumplen funciones. Aparecen solamente en los cajeros automáticos.
El “planillero común”, que se presenta al lugar de trabajo pero no hace nada. Se pasa rascándose, leyendo el diario, compartiendo rondas con sus “colegas planilleros”. Una variante de este, y hasta más perjudicial, es el planillero que se pasa usando las instalaciones, el teléfono, la computadora, la impresora para hacer sus trabajos prácticos de la
universidad, preparar sus exámenes. Si este planillero tiene rango de jefe también utiliza a las secretarias a su cargo.
No faltan los “planilleros golondrina”, que aparecen en las campañas políticas de los jefes partidarios en pegatinas, volanteadas, colgando pasacalles, o fungen de operadores en las mesas electorales. Los “planilleros de tareas extra” ocupan un sitial especial. Por lo general son “paquitas” y “paquitos” para acompañar las reuniones o viajes “de trabajo” de los jefes.
Más allá de la jocosidad, creo oportuno que, así como vimos en Asunción, Luque y Ciudad del Este, una campaña de escraches contra la impunidad de ciertos poderosos, que incluso les costó el cargo a varios que parecían intocables, es necesario que se instale en nuestro país una verdadera cruzada nacional para limpiar de planilleros la función pública.
Por una cuestión de dignidad ciudadana no podemos seguir indiferentes a esta forma de robo encubierto de los recursos del Estado, a este perverso sistema de prebendas que desvía recursos que deberían ser destinados a cubrir necesidades urgentes y sensibles, como la educación y la salud del pueblo.
jaroa@abc.com.py