Gozo espiritual
La Organización Mundial de la Salud (OMS) afirma que la salud no es solo ausencia de enfermedad, sino que es un estado de bienestar físico, mental, emocional, social y espiritual. Consiste en un estado de vitalidad, de alegría, de fuerza emocional y gozo espiritual. No es solamente la parte física lo que importa, sino que intervienen también otros factores como la realización personal en todas las áreas, la armonía con el mundo interior y exterior, la sensación de plenitud, estar feliz con el entorno y sentir una gran paz.
Las personas que cuidan su salud en todo sentido y se sienten plenas, tienen más posibilidades de ser amables y sencillos. Los que hacen meditación o ejercicios de caminatas y gimnasias tienen mejor humor y tratan bien a sus semejantes. Y quienes aman la naturaleza y buscan respirar aire puro en medio de lo verde o de las flores, están mas oxigenados. Ni qué decir de la gente que se relaciona profundamente con Dios y da mucho amor a los demás; estos son los verdaderamente dichosos.
La paz, la felicidad, la armonía interior, son virtudes que no podemos comprar en el supermercado. Tenemos que buscar afanosamente para que podamos vivir y experimentar en la vida cotidiana. Quién dijo que se trata de una tarea fácil. Tampoco es algo imposible de lograr.
Para sentir el gozo espiritual que viene de arriba, necesitamos estar predispuestos y limpiar el corazón de todo negativismo, llámese envidia, rencor, odio y ganas de vengarse. Necesitamos tener autoconciencia y darnos cuenta de la realidad. Darnos cuenta de que la vida es muy breve para perder el tiempo en cosas malas y negativas. Después de todo, tal cosa siembras y tal cosa cosechas, todo es causa y efecto.
San Francisco de Asís, el protector de los animales, cuya fiesta celebramos el 4 de octubre, vivía rodeado de plantas y animales. En ese sublime marco de la naturaleza, podía estar en santidad y pureza. A cualquiera de nosotros nos parece algo mágico e irreal, pero no necesitamos llegar a la santidad para entrar en ese estado de profunda espiritualidad. Con oraciones, alabanzas, lecturas de la Biblia y canciones, podemos acceder a ese nivel espiritual. La mayoría de los santos experimentaron dolores, sufrimientos, enfermedades y martirios. Pasaron situaciones indescriptibles para que finalmente la Iglesia los canonice.
Si queremos despojarnos de nuestra carnalidad, que ata y condiciona a este mundo lleno de cosas vanas y superficiales, tenemos que decidirnos a dejar nuestra antigua piel y vestir la ropa de la obediencia, la pureza y la santidad. Se puede hacer obras de caridad, pero eso no basta. Se puede uno aislar como los monjes hindúes, pero tampoco basta. Se puede uno desprender de todo lo que les ata a las personas, al mundo y al universo. Pero el gozo espiritual no viene así nomás, como un regalo o una concesión graciosa. El gozo espiritual es un bienestar que llena todo el ser, de los pies a la cabeza. Es una luz que ilumina de arriba, es una total integración al cosmos. Es llegar a convencernos de que fuimos creados a imagen y semejanza de Dios. Y que es posible vivir otro estado de plenitud espiritual y tener el corazón lleno de paz, humildad, misericordia y amor.