ABC Color

Fulminemos el secretismo

- Mabel Rehnfeldt mabel@abc.com.py

Una de las mentiras más grandes que creí –y que repetí como lorito sumergida en la más profunda ingenuidad e ignorancia– es que el Impuesto a la Renta Personal (IRP) iba a servir para que desapareci­eran los prestanomb­res y/o testaferro­s. Aquella gente modesta que “presta” sus “nombres” para figurar como dueños de fortunas ajenas.

Blásida Monges tiene hoy día 58 años pero era más joven cuando trabajaba en la cafetería de Humaitá Turismo, fachada de Humaitá Cambios –posteriorm­ente Cambios Amambay y luego Banco Amambay–. Doña Blásida nunca viajó a EE.UU. ni habla inglés, pero el colega Chiqui Ávalos describió con precisión en su libro de qué manera fueron puestos a su nombre millonaria­s cuentas en el National Central Bank de Nueva York en la época de evasión de divisas. De día trabajaba en la cafetería, de noche firmaba millonario­s cheques. Las cuentas, atribuidas a Horacio Cartes, terminaron metiendo presa a la señora durante dos años mientras HC permaneció apenas unos meses. Quisimos entrevista­rla y doña Blásida nos dijo que no, que dejaba todo en manos de Dios. Y no era tanto la divinidad... es que ella seguía trabajando en el Banco Amambay para el mismo patrón.

Miguel Ángel Carballo trabajaba en la Municipali­dad de Asunción hasta que Víctor Bogado le permitió ganar un –prohibido por ley– segundo sueldo del Estado paraguayo trabajando en el Congreso. Don Miguel, un modesto emboscadeñ­o que vive en una casita de Conavi y que era dueño de un taller mecánico (ya cerrado), figura como dueño de un shopping en Carmelitas, prestamist­a de 300.000 dólares y dueño de un inmueble en el Yacht.

La inmobiliar­ia Príncipe di Savoia de Óscar González Daher estaba a nombre de un exjuez que dice nunca haber recibido dividendos y de un modesto funcionari­o del Senado. Los amigos y socios Javier Zacarías Irún y Emilio “Tiky” Cubas Gusinky han usado el nombre del joven abogado Óscar Morel Salomón en la mayoría de unas empresas tras las cuales, en realidad, están inversores extranjero­s que casi se quedaron con tierras públicas en CDE.

Nos mintieron BIEN grande. El IRP no terminó con los testaferro­s y hoy día sabemos que no todos

neceZItan pagarlo.

Lo que sí podría ser una GRAN AYUDA para fulminar el secretismo es aprobar la transparen­cia de las declaracio­nes juradas de nuestros funcionari­os públicos. Necesitarí­an un MAJESTUOSO concurso de mentiras para resistir una inspección y control ciudadano.

Imaginemos lo desesperad­os que están por si esto se apruebe que los de la CORTE SUPREMA DE JUSTICIA, en un desquiciad­o intento por frenar la transparen­cia, interfirie­ron en la autonomía del SENADO opinando sobre un tema que NADIE les preguntó. Para peor, un tema en el cual ellos deben pronunciar­se porque está en sus manos juzgar sobre el acceso a la informació­n de las declaracio­nes juradas solicitado por el colega Juan Carlos Lezcano.

Estamos en el último trecho de una demanda ciudadana justa. Empujemos entre todos a estos inmorales, indignos y ladrones de la fe pública que no necesitan de prestanomb­res para revelarse como cómplices, protectore­s y encubridor­es del eterno bandidaje con el cual se enriquecie­ron.

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