Joven no tiene cédula, no lee y sueña con oportunidades
PUERTO ANTEQUERA, Dpto. de San Pedro (Omar Acosta, corresponsal). Un joven que se va convirtiendo en todo un hombre, enfrenta día a día una dura batalla por sobrevivir, y en busca de una oportunidad mejor. Crece con sus abuelos en una precaria casita a orillas del río Paraguay, no cuenta con cédula de identidad, no logra leer y padece de algunas enfermedades. Sin embargo, mantiene un gran sentido del humor en medio de tantas necesidades y precariedad, víctima de la ausencia del estado y de la pobreza extrema.
El protagonista de la historia se identifica como Juan Bautista, ya que nació un 24 de junio hace más de 18 años. Afirma que su apellido es Sandoval Pavón, vive con sus abuelos a orillas del río en la compañía Monte Alto, distrito de Puerto Antequera.
En medio de casas inundadas y tantas necesidades, el muchacho, abriéndose paso con la canoa en medio de camalotales, ayuda a sus abuelos para poder salir. Nos recibió allí mismo y se presentó como Juan, e invitó sin dudar a descender a su humilde hogar. De inmediato expresa que sus vecinos están en similar situación, con sus casas bajo agua, toma un bote y se ofrece a guiarnos para constatar las necesidades de la zona.
De espíritu jovial
Con alto sentido de humor, pero con la voz quebrada, al ser consultado si acudió a una escuela, dijo que llegó a estudiar 3 años, pero no fueron suficientes para lograr leer, tampoco cuenta con una cédula de identidad. “Quiero alguna vez para mi cédula”, expresa.
Su rutina es la de ayudar. Coopera con su familia en el sustento diario, echando redes en el río Paraguay, o muchas veces como jornalero con vecinos, también nos relata algunas dificultades de salud que afronta, mientras va surcando el cauce hídrico con un par de remos. “No veo bien, me cuesta ver de lejos, tengo problemas en la vista”, manifestó. “También me duele a veces el pecho, creo que tengo problemas de corazón”, se queja en otro momento del viaje.
El joven no ha tenido la oportunidad de realizar una consulta médica, para diagnóstico y seguir algún tratamientos para sus dolencias.
No hay tiempo, pues debe luchar día a día por sobrevivir, en la comunidad junto con unas 40 familias, a tan solo 10 km del centro de la ciudad, pero tan lejos de las condiciones mínimas para una vida digna. Su vida se resume en el sobrevivir día a día.
Anhela tener alguna oportunidad para contar con una cédula de identidad, acceder a consultas médicas, tratamiento y sueña con poder leer y escribir en medio de la precariedad extrema en la que se desenvuelve.