Del crimen atroz
En nuestro país, un crimen espantoso precedió al Día Mundial de la Salud Mental. El caso de Dalma Rojas y Bruno Marabel sigue siendo un misterio para todos; continúa la investigación oficial. Muchas cosas feas salieron a flote sobre las relaciones familiares de estas personas. Incluso varias otras, quienes tuvieron relación con los Rojas en el pasado, decidieron revelar datos que comprometían la reputación, más que de la joven, de sus padres.
La gente pide justicia por las víctimas, y aunque las posturas van cambiando a medida que salen datos a la luz, lo que nadie perdona es el asesinato de dos niños inocentes.
Haciendo suplencia en una clase de colegio privado, y ante mi ofrecimiento a los alumnos de hablar sobre algún tema que les interesase, uno de ellos planteó enseguida el escabroso crimen: “¿Qué pensás, profe, del asesinato de toda esa familia?”. Tal fue el impacto del crimen en la población, que, sin dudas, quedará como uno de los más fuertes de nuestra historia criminal.
Como les decía a los estudiantes, tenemos que saber leer los diarios y escuchar las noticias, porque se dice tanto como se supone. Pero sí es un caso para llevar a nuestra conciencia individual y colectiva: moral, de salud mental y emocional.
Cuando hablamos de un asesinato de estas características, es lógico que la gente de inmediato condene al sospechoso, porque brota la rabia, el pánico, la impotencia de justicia y castigo, de orden social, de protección. Sin embargo, de parte de las autoridades precisa análisis, después del horror, la lógica, comprender qué motivó el múltiple asesinato.
Hoy que se habla mucho de los psicópatas, al instante se lo asoció a tal trastorno de la personalidad. Nada está confirmado, y apresurar diagnósticos al azar no ayuda. Considerando además que los estudiosos de la conducta y la mente humanas continúan sin ponerse de acuerdo sobre el psicópata.
Pero, sin entrar en terreno científico (médico y penal), podemos sí hablar de lo que la doctora Mirta Mendoza (titular de Salud Mental del MSP) destacó como prevención de enfermedades mentales: “Acompañar como familia a los adolescentes en su etapa de crecimiento, desarrollo y construcción de la identidad y confianza en sí mismos”. Mucha cercanía, paciencia, método, amor. Para educar hoy día no basta la tradición (“así me educaron a mí y eso es lo que funciona”); mucho más lo hace el reconocimiento de no tener las herramientas y buscar ayuda si es preciso.
Bruno dijo que los Rojas querían obligarlo a firmar pagarés involucrando la casa de su padre. El papá del joven, sin embargo, no demostró interés en él, diciendo que ya había alertado a la policía sobre “su comportamiento raro”; además, selló el caso afirmando que él nunca pisó una comisaría y que no se haría cargo, “no quiero verlo más”. Dalma, según algunas versiones, no pudo romper los vínculos con sus padres dominantes y manipuladores, aún teniendo pareja e hijos.
Todos deseamos que el culpable pague por el crimen, pero además de este triste y horrible caso, hemos de plantearnos como padres y madres también qué relación tenemos con nuestros hijos ya crecidos. Ni nos apropiemos de sus vidas, ni lo dejemos solos cuando más nos necesitan.