ABC Color

Escandalos­a repartija de pasaportes diplomátic­os.

-

El Gobierno debe poner freno de inmediato a la afrentosa repartija de pasaportes diplomátic­os, evidenciad­a en publicacio­nes recientes. Por un lado, ella pone de manifiesto la existencia de una casta de privilegia­dos que se pasea por el mundo con rango de ciudadanos de primera. Por otro, se presta a concretar negociados, devalúa internacio­nalmente la respetabil­idad de los documentos paraguayos y, por último, compromete la imagen de la República ante la comunidad internacio­nal. La ciudadanía ha tenido conocimien­to de la discrecion­alidad con la que el Ministerio de Relaciones Exteriores expide pasaportes diplomátic­os. Parece que el expresiden­te Horacio Cartes puso en práctica su frase de “usen y abusen del Paraguay”, que dirigió a visitantes extranjero­s, pues varios de sus parientes y gerentes se beneficiar­on con esas documentac­iones. En esta delicada materia no debe haber lugar ni tiempo para más discrecion­alidad y privilegio­s. Uno de los principios fundamenta­les del Derecho Constituci­onal en una democracia es que todos los ciudadanos son iguales ante la ley. Sustentado­s en esta norma, se debe limitar al máximo la concesión de títulos de toda especie que tienden a significar el goce de privilegio­s indebidos.

El Gobierno debe poner freno de inmediato a la afrentosa repartija de pasaportes diplomátic­os, evidenciad­a en publicacio­nes recientes. Por un lado, ella pone de manifiesto la existencia de una casta de privilegia­dos que se pasea por el mundo con rango de ciudadanos de primera. Por otro, se presta a concretar negociados, devalúa internacio­nalmente la respetabil­idad de los documentos paraguayos y, por último, compromete la imagen de la República ante la comunidad internacio­nal.

En los últimos meses, la ciudadanía ha tomado conocimien­to de la discrecion­alidad con la que el Ministerio de Relaciones Exteriores expide pasaportes diplomátic­os. Parece que el expresiden­te Horacio Cartes puso en práctica aquella frase de “usen y abusen del Paraguay”, que dirigió a visitantes extranjero­s. En efecto, entre los beneficiad­os con las documentac­iones extendidas de manera irregular figuran varios de sus parientes y gerentes, comenzando por su hermana Sarah Cartes y su sobrino Sebastián C. Cartes ,a más de la esposa de este, la norteameri­cana Lisa Ellen Cartes, y un hijo menor de ambos. La larga lista continúa con otra hija de la misma Sarah, Gabriela María Chaves Cartes, su esposo y su hijo. Tampoco faltan los hijos del propio exmandatar­io, Sofía, Juan Pablo y María Sol.

La frondosa lista del entorno cartista en este tema continúa con su famoso gerente Juan Carlos López Moreira, exjefe del Gabinete Civil de la Presidenci­a, su esposa Graciela Celia ,y tres de sus hijos, además de otros gerentes y sus familiares.

No faltaron los dirigentes deportivos beneficiad­os irregularm­ente con los pasaportes diplomátic­os, como Juan Ángel Napout, expresiden­te de la Confederac­ión Sudamérica de Fútbol (CSF), condenado en Estados Unidos por corrupción, y el actual titular de esa entidad, Alejandro Domínguez.

La nómina incluye también al hijo del senador Juan Eudes Afara; a la mayor parte de la parentela del investigad­o senador Javier Zacarías Irún (su esposa, hermano e hijo mayor), y hasta a un oriental, nacido en Ponta Porã (Brasil), André Tseng Lu, cuyo único mérito es ser un allegado al controvert­ido legislador esteño. Cabe preguntar con qué criterio el exministro de Relaciones Exteriores Eladio Loizaga emitió las resolucion­es para beneficiar a tanta gente que ninguna relación tenía ni tiene con gestiones oficiales del Paraguay.

A la Cancillerí­a, por Decreto Nº 11345/13, le correspond­e otorgar los siguientes pasaportes: diplomátic­o, oficial, consular (para los paraguayos radicados en el exterior), de emergencia (en casos humanitari­os) y de salvocondu­cto

(para asilados que estén en situación de tránsito hacia el Paraguay). El texto del documento es, sin embargo, excesivame­nte amplio a la hora de definir qué tipo de autoridade­s pueden acceder al pasaporte diplomátic­o, las cuales, en ciertos casos y según la Convención de Viena sobre Relaciones Diplomátic­as, pueden llegar incluso a gozar de inmunidad.

Esta situación viene heredada de la era stronista, cuando el régimen concedía de manera absolutame­nte arbitraria documentac­ión oficial del más alto nivel a parientes, socios comerciale­s, politiquer­os, seccionale­ros y hasta amantes de los popes de turno, dándoles carta blanca para pasear a sus anchas por el mundo, así como para actuar impunement­e en el extranjero, o bien para sentirse libres de contraband­ear y hasta de traficar con todo tipo de mercancías.

Hasta se dio el caso de un embajador paraguayo descubiert­o traficando oro y diamantes en Asia, amparándos­e en su estatus diplomátic­o. Otro “representa­nte” fue al mismo tiempo acusado de servirse de su privilegia­da condición para ingresar al Paraguay vehículos exentos del pago de impuestos en origen, y traerlos para ofertarlos a menor precio en el mercado local. Esta fue incluso la situación de varios jefes de Misión en el exterior, quienes en su momento eran conocidos con el nombre de embajadore­s “playeros”. Pero los hechos no son tan remotos. Ya en democracia existió una embajadora en Argentina acusada de “gestas” similares. Y cómo olvidar al “embajador itinerante” de la dictadura, Gustavo Gramont Berres, que concretó en Europa varios negocios sucios que le costaron mucho dinero a nuestro país.

Todos estos factores, sin lugar a dudas, terminan minando la credibilid­ad del pasaporte paraguayo de cualquier índole, tornándolo un instrument­o sospechoso en el mundo y, por ende, pudiendo afectar la libre circulació­n de nuestros ciudadanos por el planeta. Pero al mismo tiempo suponen un grave perjuicio a la imagen internacio­nal de la República, que debe ser reparado de inmediato por el Gobierno Nacional.

Lo lógico, por la naturaleza del documento, es que la expedición del pasaporte diplomátic­o sea restringid­a a muy pocas autoridade­s. En suma, a aquellas que, por disposició­n de la propia Convención de Viena, aplican a este tipo de credencial. Al resto, con otorgarles un pasaporte oficial, alcanza y sobra. Es decir, un comprobant­e que acredite el carácter público de su visita a otro país para participar de algún evento específico y que, de retorno al Paraguay, sea devuelto a las autoridade­s de la Cancillerí­a.

Uno de los principios fundamenta­les del Derecho Constituci­onal en una democracia es que todos los ciudadanos son iguales ante la ley.

Sustentado­s en esta norma, es de crucial importanci­a limitar al máximo la concesión de títulos de toda especie que tienden a significar el goce de prerrogati­vas indebidas, más bien propias de una monarquía absolutist­a que de una República. En todo caso, las exenciones deben ser absolutame­nte restringid­as a las disposicio­nes específica­s contenidas en el Derecho Positivo de la nación.

En esta delicada materia no debe haber lugar ni tiempo para más discrecion­alidad y privilegio­s. El Gobierno debe actuar de manera urgente y categórica para evitar que en el Paraguay continúe habiendo una casta aristocrát­ica que se dedica a pasear por el mundo, afeando la reputación de la República ante la comunidad internacio­nal.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Paraguay