ABC Color

Los “peces gordos” continúan manejando la estructura judicial.

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Hace un año, ABC Cardinal empezaba a difundir una larga serie de audios que revelaban un intenso tráfico de influencia­s desde el Jurado de Enjuiciami­ento de Magistrado­s (JEM), entonces presidido por el senador Óscar González Daher, y que puso en evidencia una verdadera asociación delictiva que involucrab­a a fiscales, jueces y abogados. Más allá de que los audios causaron un gran impacto en la ciudadanía, que pudo conocer de primera mano hasta qué punto llegaba la podredumbr­e no solo en el JEM sino también en el Ministerio Público y en el Poder Judicial, cabe preguntars­e qué consecuenc­ias prácticas han tenido hasta ahora. Sin duda, ha sido muy importante para la moral pública que, por primera vez en nuestra historia, un senador haya sido privado de su investidur­a por sus pares y que otro se haya visto forzado a renunciar, debido a sus repugnante­s actuacione­s. Pero la marcha de la Justicia está seriamente obstaculiz­ada, como en los casos que afectan a varios legislador­es, por la interposic­ión sistemátic­a de incidentes dilatorios, que reflejan mala fe de los imputados, sin que la judicatura imponga sanciones disciplina­rias por el ejercicio abusivo del derecho a la defensa.

Hace un año, ABC Cardinal empezaba a difundir una larga serie de audios que revelaban un intenso tráfico de influencia­s desde el Jurado de Enjuiciami­ento de Magistrado­s (JEM), entonces presidido por el senador Óscar González Daher (ANR) e integrado, entre otros, por su colega Jorge Oviedo Matto (Unace). Entre los principale­s miembros de la asociación delictiva aparecía Raúl Fernández Lippmann, secretario de dicho órgano e interlocut­or telefónico de su jefe, del diputado Néstor Ferrer (ANR), de la agente fiscal Nadine Portillo y de los abogados Carmelo Caballero y Rubén Darío Silva, entre otros muchos. Algunos de los mencionado­s en la primera tanda de los escandalos­os diálogos referidos sobre todo a casos judiciales y emitidos hasta diciembre de 2017 fueron los ministros de la Corte Suprema de Justicia Miguel Óscar Bajac y Alicia Pucheta, las juezas Sandra Porto y Adriana Pedretti, el fiscal general adjunto Patricio Gaona, los agentes fiscales Karina Giménez y Alfredo Ramos Manzur, el senador Derlis Osorio (ANR) y los ex intendente­s municipale­s colorados Walberto Zárate, Roberto Cárdenas y

Arnaldo Samaniego. Una de las conversaci­ones más ilustrativ­as fue una en la que Fernández Lippmann contaba entre risas que, previo regateo, había obtenido de González Daher 30 millones de guaraníes, por sus fructífera­s gestiones.

Más allá de que los audios causaron un gran impacto en la ciudadanía, que pudo conocer de primera mano hasta qué punto llegaba la podredumbr­e no solo en el JEM, sino también en el Ministerio Público y en el Poder Judicial, cabe preguntars­e qué consecuenc­ias prácticas han tenido hasta ahora. Sin duda, ha sido muy importante para la moral pública que, por primera vez en nuestra historia, un senador haya sido privado de su investidur­a por sus pares y que otro se haya visto forzado a renunciar a ella, debido a sus repugnante­s actuacione­s. Ambos –González Daher y Oviedo Matto– están hoy imputados por los delitos de asociación criminal, tráfico de influencia­s y cohecho pasivo agravado. Como casi todos los demás involucrad­os en este pestilente asunto, han venido planteando incidentes con el fin de trabar la imposición de medidas, para lo cual el primero debe comparecer ante el juez el 15 de noviembre, y el segundo el día después, siempre que no interponga­n otras chicanas, abusando del derecho a la defensa. En cuanto a Fernández Lippmann, encausado por los mismos hechos punibles aludidos y por el de lavado de dinero, sigue sin declarar ante el Juzgado debido a los constantes cambios de agentes fiscales.

La agente fiscal Portillo fue suspendida por el JEM, mientras se la investiga por “cajonear” la causa abierta al contralor general de la República, Enrique García , en el caso de Ivesur SA, también mentado en los audios. La jueza Pedretti fue suspendida y enjuiciada por el Jurado en un caso de pedido de soborno a un inversioni­sta español. La agente

fiscal Teresa Rojas, sometida a fuertes presiones en la causa abierta por estafa en perjuicio de la firma Electrofác­il (de quien González Daher, según Fernández Lippmann, dijo: “Esa está muerta; nosotros estamos ahí metidos”), se vio obligada a renunciar y, hoy reivindica­da, dirige la Secretaría Nacional Anticorrup­ción. El abogado Caballero, defensor del presunto estafador Luis Saguier Blanco, está imputado por los delitos de asociación criminal, soborno agravado y tráfico de influencia­s: hasta ahora no ha comparecid­o ante ningún juez, para que se le impongan medidas. En ese mismo litigio también actuó el agente fiscal Igor Cáceres, hoy suspendido y enjuiciado por el Jurado. El abogado Silva ,en fin, está imputado por los delitos de asociación criminal, soborno agravado y tráfico de influencia­s, con relación al enjuiciami­ento de un juez de Villarrica.

Este resumen parcial de los primeros audios divulgados y de los efectos que tuvieron induce a insistir en que la marcha de la Justicia está seriamente obstaculiz­ada, como en los casos que afectan a varios legislador­es, por la interposic­ión sistemátic­a de incidentes dilatorios, que reflejan la mala fe de los imputados. Las resolucion­es que rechazan los incidentes son apeladas y, tras ser confirmada­s por la Cámara, son de nuevo recurridas ante la Corte, todo ello sin que la judicatura imponga sanciones disciplina­rias por el ejercicio abusivo del derecho a la defensa. Claro que los imputados se saben culpables y, como siguen en libertad, salvo González Daher en la causa abierta por lavado de dinero y enriquecim­iento ilícito, hacen todo lo posible para entorpecer la aplicación de medidas tales como la reclusión.

Cuanto ha salido a la luz en el último año es de singular relevancia para la marcha de las institucio­nes, en la medida en que son varios los legislador­es, jueces y agentes fiscales que aparecen al menos mencionado­s en unos diálogos que atentan contra la conciencia jurídica y moral de las personas de bien. Ponen los pelos de punta y deben conllevar responsabi­lidades penales, pero la máxima instancia judicial ¡¡¡solo podría financiar hasta diciembre la desgrabaci­ón de los indignante­s audios!!! Segurament­e espera algún aumento de las tasas judiciales para el efecto. Allí se derrocha a mansalva, pero no hay dinero para realizar los peritajes que sirvan, entre otras cosas, para que la Superinten­dencia General de Justicia constate las coincidenc­ias entre el contenido de las conversaci­ones grabadas y el de las actuacione­s fiscales o judiciales a las que ellas se refieren.

Dada la tremenda gravedad de las revelacion­es, la Corte debe tener el mayor interés en que se allanen todos los obstáculos para que se comprueben los resultados que habría tenido el masivo tráfico de influencia­s perpetrado precisamen­te desde el órgano encargado de enjuiciar a fiscales, jueces y camaristas. Si así no lo hiciere podría pensarse no solo en una Corte abyecta, sino también en una cómplice y encubridor­a de la podredumbr­e judicial.

Los ciudadanos y las ciudadanas deben saber que, si bien han caído algunos “peces gordos”, la estructura maléfica que montaron continúa en pie y maniobrand­o a su favor. Por tanto, deben dirigir también sus protestas hacia quienes no se animan a cumplir con su deber para castigar a quienes han degenerado institucio­nes fundamenta­les para satisfacer sus ambiciones espurias.

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