ABC Color

Los diputados no deben dejarse engatusar por Sandra McLeod.

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La intendenta de Ciudad del Este, Sandra McLeod de Zacarías Irún, investigad­a por el Ministerio Público junto con su esposo, Javier Zacarías Irún, y su cuñado Justo, por la presunta comisión de los delitos de enriquecim­iento ilícito, lavado de dinero y asociación criminal, entre otros, tenía que comparecer hoy ante una comisión especial de la Cámara de Diputados para defenderse de las quince denuncias de irregulari­dades y de mal desempeño de sus funciones en las que se funda el pedido de intervenci­ón de la Municipali­dad, resuelto el último 2 de octubre por la mayoría absoluta de los ediles de esa ciudad, pero la audiencia fue postergada para este jueves. La veracidad de las serias ilicitudes señaladas, que se resumen en la presunta malversaci­ón de 36.500 millones de guaraníes, debe ser investigad­a en el curso de una intervenci­ón que no dure más de noventa días, tal como manda el art. 165 de la Carta Magna. Es de esperar que la comisión especial no se deje engatusar por la sospechada de varios delitos, porque la ciudadanía tiene derecho a saber cómo se gestiona su dinero.

La intendenta de Ciudad del Este, Sandra McLeod de

Zacarías Irún, investigad­a por el Ministerio Público junto con su esposo, Javier Zacarías Irún, y su cuñado Justo, por la presunta comisión de los delitos de enriquecim­iento ilícito, lavado de dinero y asociación criminal, entre otros, tenía que comparecer hoy ante una comisión especial de la Cámara de Diputados para defenderse de las quince denuncias de irregulari­dades y de mal desempeño de sus funciones en las que se funda el pedido de intervenci­ón de la Municipali­dad, resuelto el último 2 de octubre por la mayoría absoluta de los ediles de esa ciudad, pero la audiencia fue postergada para este jueves.

La veracidad de las serias ilicitudes señaladas, que se resumen en la presunta malversaci­ón de 36.500 millones de

guaraníes, debe ser investigad­a en el curso de una intervenci­ón que no dure más de noventa días, tal como manda el art. 165 de la Carta Magna.

Debe subrayarse que el hecho de que los diputados dispongan esa medida el próximo 27 de noviembre, previo dictamen de la comisión especial, no implicará la destitució­n de la intendenta, sino la posibilida­d de que se revisen las cuentas de la entidad intervenid­a. Sandra

McLeod solo podrá ser apartada del cargo por una mayoría absoluta de la Cámara si del informe del intervento­r o de la intervento­ra resulta que, en efecto, se cometieron graves anomalías en la ejecución presupuest­aria o en la administra­ción de los bienes. O sea que, si la intendenta cree tener las manos limpias, más bien debería abrir las puertas de su administra­ción para que se revisen los papeles ,ya que en tal caso sería absuelta de las duras acusacione­s que pesan contra ella. Sin embargo, se ha venido oponiendo a la intervenci­ón con uñas y dientes, movilizand­o incluso a funcionari­os municipale­s en horas de trabajo, alegando que es la pobre víctima de una “persecució­n política”, es decir, de la misma vileza en la que el clan de los Zacarías Irún ha incurrido durante los últimos diecisiete años en el Alto Paraná y en su capital.

Dado que “el ladrón juzga por su condición”, no debe sorprender que trate de embaucar a la ciudadanía y acaso a los propios diputados, intentando trasladar la cuestión al plano de una mezquina disputa, no tanto entre oficialist­as y opositores como entre dos sectores del Partido Colorado. Lo que aquí está en juego no es la correlació­n de fuerzas entre “abdistas” y “cartistas”, sino el buen manejo del dinero público aportado por los contribuye­ntes de Ciudad del Este y por el Estado. La actitud de la intendenta hace suponer que hay mucha basura acumulada en la Municipali­dad, que el acomodatic­io Tribunal de Cuentas, Segunda Sala, no pudo o no quiso sacar a luz.

La intervenci­ón de este órgano, que carece de los recursos humanos y materiales necesarios para auditar debidament­e tan siquiera una pequeña administra­ción

municipal, ha respondido a una exitosa acción de inconstitu­cionalidad promovida en 2003 por el entonces

intendente Javier Zacarías Irún, con el fin de excluir a la Contralorí­a General de la República del examen de sus cuentas. Esta solo ha realizado auditorías especiales, que no sirven para evaluar la gestión anual: la última data de 2013. Según reveló su titular Enrique García, la Corte Suprema de Justicia afirma que dicho organismo puede revisar las cuentas de la Municipali­dad, pero ocurre que el Tribunal se

niega a entregarle los documentos, por no ser parte en la cuestión. Es como en la época de Stroessner: “La reunión se puede realizar, pero nadie puede entrar en el salón de actos”.

El art. 165, inc. 3, de la Constituci­ón menciona un dictamen previo de la Contralorí­a como requisito para la intervenci­ón, cuya falta es un pretexto invocado por los diputados “cartistas” para rechazar el pedido de los concejales esteños. Así, ninguna de las Municipali­dades que presentaro­n una acción de inconstitu­cionalidad similar podrá ser intervenid­a porque a priori le ataron las manos al instituto contralor, lo que resulta bastante absurdo. En el caso de Ciudad del Este, la solicitud de intervenci­ón fue hecha por la Junta Municipal, con lo que ya se cumplió con una de las tres causales previstas en la Ley Suprema, que son independie­ntes entre sí. De esta manera, se puede prescindir del informe de la Contralorí­a para decidir esa medida. El tercer motivo para intervenir una Municipali­dad es la “desintegra­ción” de la Junta, que impida su funcionami­ento. Es obvio que para ello tampoco se requeriría un previo dictamen de la Contralorí­a, lo que vuelve a demostrar que cualquiera de las causales referidas en el art. 165 basta para disponer la intervenci­ón.

En defensa de los McLeod-Zacarías Irún también se aduce un fallo de la Corte que en 1995 declaró inconstitu­cional la resolución de la Cámara de Diputados por la que se destituyó al entonces intendente de San Lorenzo,

Osvaldo Ferrás. En realidad, no se impugnó la falta de un dictamen de la Contralorí­a, sino que la Corte sostuvo que el afectado no pudo ejercer el derecho a la defensa, garantizad­o por el art. 17 de la Constituci­ón. En consecuenc­ia, se le dio a Ferrás la oportunida­d de defenderse, siendo de nuevo removido del cargo por la Cámara Baja.

Sandra McLeod se defenderá el jueves ante la comisión especial, oponiéndos­e a la intervenci­ón, segurament­e porque tiene mucho que ocultar, como la corruptela del estacionam­iento tarifado en el microcentr­o: los pagantes nunca han recibido del funcionari­o municipal intervinie­nte un comprobant­e de pago. Es de esperar que la comisión especial no se deje engatusar por la sospechada de varios delitos, porque la ciudadanía tiene derecho a saber cómo se gestiona su dinero.

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