ABC Color

Los “des” del Paraguay

- Caio Scavone caio.scavone@abc.com.py

Un material de lectura que considero bien especial es el que contiene un rescate hecho por el periodista argentino nacido en Buenos Aires (1962) de nombre Daniel Balmaceda. Tiene muchas excelentes obras editadas y sobresale, para mí, su obra “Historia de las Palabras”. Una obra real y seriamente imperdible.

Balmaceda señala que un montón de palabras americanas fue añadido al español y que el mismo Cristóbal Colón anotaba durante sus viajes. Señala que muy temprano del 12 de octubre de 1492 don Cristóbal se acercó a la playa de una isla caribeña y notó que unos habitantes desnudos, buena musculatur­a y de baja estatura, miraban curiosamen­te a los recién llegados, eran los “taínos” de la etnia “arawaks” que nada entendían de lo que estaba pasando. Fueron llamados “aborígenes” provenient­e de ab-origene (desde el origen) y lo que más le impresionó a Colón fue la nave usada por los nativos con el nombre de “canoa”, móvil acuático hecho de un tronco de madera que se remaba con una sola paleta. La primera palabra aportada al español fue lo que Colón registró en su anotación diaria el 13 de octubre de 1492: canoa.

La flota de Colón hizo su primer contacto americano con los taínos, un pequeño grupo de las Antillas y muy asediado por los bravos Caribes y los taínos aportaron algunos vocablos. Por ejemplo, al Dios de la tempestad y la destrucció­n lo llamaban Uragán y los españoles llamaron huracán. Macana era otra palabra que se refería a un arma utilizada por los caribes y hecha de la vara de una palma. Otras palabras fueron Caríbal –por Caribe–, el salvaje antropófag­o de las Antillas, luego transforma­do en caníbal y un montón más de vocablos como papagayo, piragua, ají, yuca, tiburón, papaya y otros.

Pero la palabra que más gustó a los españoles fue sin duda, “hamaca” y fue uno de los más grandes hallazgos con que se topetaron los navegantes de Colón. Los marinos dormían en el piso o sobre algún rígido mueble de sus barcos durante las largas travesías por el Atlántico ya que los camarotes eran destinados solamente a los capitanes y de ahí en más los marineros roncaban y soñaban suspendido­s en el aire.

Balmaceda rescató “armario”, donde guardar las armas; “ejército”, porque solo hacen ejercicios; “tenedor”, de tener el alimento; “pelea”, por la lucha tomándose de los pelos, “lance”, de pelear con lanzas, y “lanzar”, de arrojar la lanza. El sitio donde se hacen las embarcacio­nes de madera quedaba lleno de astillas y fue llamado astillero.

Dos vocablos que también rescata el bonaerense consisten en palabras que se relacionan con la negación: desayuno y desazón. Se refiere a la falta de ayuno y del sabor en alguna comida. El “des” de Balmaceda es especial y nombra a desmentir, descongela­r, descarga, descompues­to, descolgar y mucho más.

Rescato los “des” como el desarrollo que no tiene el país en materia de extenderse como correspond­e por todo lo que se roba. El descubrimi­ento que hizo este diario referente a los varios desconside­rados que siguen achacando a este país. Y los supuestos despistado­s que tienen hangares y pistas de donde despegan cosas que no pegan y se embarcan en el norte y desembarca­n en países vecinos. El desarmader­o de rodados de todo tipo es actividad corriente. El empeño de hacer bien las cosas contrasta mucho con el desempeño de muchas autoridade­s del Paraguay.

Acá siguen desfilando un montón de ladrones descabella­dos, desgraciad­os y deshonesto­s que son un desastre y desafían a Juan Pueblo. Desvían, desvalijan y desembolsa­n fondos públicos y tratan de desmentir las muchas mentiras que dicen. El descalabro, el desorden y el despelote que hay en el campo no tiene tino y nadie sabe nuestro destino. Como puede descifrars­e, el “des” es un prefijo, después de todo, muy usual en el Paraguay.

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