Cotidianeidad de los palestinos, entre lo anormal y la crudeza del conflicto
La vida cotidiana de los palestinos en Cisjordania se desarrolla en una situación no solo anormal, por la existencia del conflicto israelo-palestino (ambas naciones reclaman Jerusalén como su capital), sino en verdad dura por los diversos aspectos que les
En el recorrido por ciudades palestinas pueden presenciarse diversas situaciones muy conflictivas en la vida de su población.
No hablamos de las facciones radicales palestinas, que convierten su relación con Israel en un ataque constante a ese Estado (que tienen su base en Gaza, el otro sector palestino, separado de Cisjordania), sino de la gente común, mayoritaria, que pudimos presenciar en este último territorio.
Esa gente de la calle, que como cualquier persona en el mundo, busca una vida plena, pacífica.
La presencia israelí en Cisjordania, que es uno de los territorios, junto con Gaza, previstos para asentar un futuro Estado palestino, es condenada por ese pueblo, como una ocupación militar. El Gobierno de Israel defiende que la seguridad de su país exige un férreo control, dada la existencia, como se ha comentado al principio, de grupos palestinos radicales.
Dirigentes palestinos no pertenecientes a esas facciones, y pobladores en general, reclaman que esa defensa de su seguridad por parte de Israel, es llevada a extremos, que terminan afectando todos los aspectos de la vida palestina.
Muros y separación
La existencia de múltiples muros, barreras y puestos de control en el territorio de Cisjordania, ha hecho que esas personas vivan, como lo dicen con sus palabras, con un continuo sentimiento de opresión en sus vidas.
La erección del muro perimetral en torno a Cisjordania obedeció a la intención de Israel de defenderse de ataques de extremistas llevados a cabo desde esta región contra ciudadanos israelíes. Pero, dentro mismo de ese territorio fueron también erigidos otros muros y barreras, que los palestinos condenan. Diversas ciudades ubicadas unas junto a las otras no pueden ser visitadas directamente; los traslados de un lugar al otro dentro del territorio han de seguir rutas envolventes de largo trayecto, incluso para ir de un lugar no muy distante de otro; barreras y controles dispersos por rutas, y para ingresar a varias ciudades; constituyen el panorama cotidiano en Cisjordania.
Todo esto conlleva una separación de facto, y también de iure, con diversas normas y documentación, aplicables según el estatus del habitante en cuestión: si se es palestino, o judío, se es palestino viviendo en Jerusalén, o si se vive fuera de ella.
Refugiados
Tras la guerra en 1948, entre Israel y los países árabes, un primer informe de la ONU cuantificó en alrededor de 400.000 palestinos los que huyeron de sus hogares o fueron expulsados por los israelíes, y un segundo relevamiento, realizado en 1950, contabilizó alrededor de 700.000.
La agencia de la ONU encargada de ellos considera también refugiados a sus descendientes, por lo que la cifra llega hoy en día hasta los 5 millones.
La mayoría está asentada en países limítrofes, y otros dentro del propio territorio de Cisjordania. Una veintena de campamentos de refugiados, que hoy son asentamientos urbanos, se encuentran en esta región, con unos 750.000 habitantes en ellos.
En este viaje pudimos conocer algunos de ellos, como Aida y Kalandia, y hemos de conocer otros más. Semejantes a barrios pobres como los que conocemos en las periferias de ciudades de esta parte del mundo.
Los refugiados, y su pretensión de regresar a los lugares de donde salieron, es uno de los temas más espinosos en las negociaciones de paz entre israelíes y palestinos. Estas duras situaciones, vistas en este recorrido por Cisjordania, constituyen una de las complejas facetas en el interminable conflicto israelo-palestino.